El ser humano es, ante todo, un inconformista. Hay gente que se desvive por conseguir un fin, y otra que sin embargo acepta las circunstancias sin intentar cambiarlas. Pero sea cual sea el sitio donde se cataloge a esa persona, siempre, siempre, acabará insatisfecho. Cuando alguien se propone a si mismo un fin, una meta, esta tiende a estar algo lejos, en mayor o menor medida, pero no al alcance en un primer momento. Cuanta mayor sea la improbabilidad de alcanzar esta meta, o cuanto más se desespere, se desanime, o simplemente se canse la persona en cuestión, le irá quitando matices, perfecciones, como si negociara ese fin para hacerlo más próximo, quizá con el único propósito de hacerlo posible. El problema esta en que poco a poco, los requisitos de lo que se buscaba van disminuyendo. De tal forma, que si se diera el caso de que la meta fuera alcanzada, aunque la persona hubiera estado de acuerdo en aquello que ha conseguido mediante esa negociación, se sentirá inconforme, y en cierta forma, decepcionada.

Cuando te has desvivido buscando algo, y al final, lo has conseguido, te das cuenta de que no era la situación ideal que querias encontrar en un principio... y que las cosas que provocan que esa situación no sea ideal, son ajenas a tu control. Nos centramos tanto en nuestra búsqueda, que ignoramos el entorno, y cuando conseguimos encontrar aquello que ansiabamos, nos paramos y nos damos cuenta de que no esta, digamos "situada", donde deberia estar, o al menos, donde nos gustaria que estuviera.

No sé si esta reflexión llevará a esta conclusión, pero para evitar este sentimiento de desilusión, recomiendo nunca olvidar donde estamos construyendo nuestro pequeño y particular sueño, y de tal forma ser conscientes del hecho de que lo hemos hecho realidad, y así valorarlo y disfrutarlo como se merece.

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