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Mundos de Divagues Limados

"¡Cerrá el grifo de tus ojos que se está inundando el balcón!" gritó el muchacho con voz ronca de tanto fumar el prejuicio de la ciudad. Ella no le hizo caso "Hoy es lluvia, y puedo permitirme empapar los desiertos", contestó. Pero eso ya no lo pudo escuchar, pues la música se volvió sordo veneno.
Eran tiempos de paz pero como ustedes saben, la violencia siempre encuentra grietas para inmiscuirse en las calles. Como por ejemplo ayer, cuando unos mimos descontrolados atacaron a una pareja que discutía, pegándole con flores y corazones de papel en la cabeza. Las flores tenían espinas y estas se incrustaron en los labios de los amantes, dice que brotaron mares de besos ensangrentados, llenos de dolor y color, ni más ni menos que como el amor de primavera, así lo tituló el diario de esta mañana. El diario estaba sobre la mesa de un bar, alguien lo dejó abandonado junto a letras desparramadas sobre el mantel, enchastradas de mate, mermelada y pan. Supongo que habrá querido escribir una historia, porque las migas marchaban en fila hasta el tacho de basura, donde muchas de las frases que pude rescatar aún estaban comestibles. No eran erradas ni milimetricamente acertadas, pero si se sentían tibias y nauseabundas, el punto justo para desayunarlas en un triste cuento azucarado. Cuasi plagio que no le gustó a nadie, ni a mi otoño, ni a la tribuna de muñecos de la infancia en la repisa, ni mucho menos a la musa que inventé para inspirarme y darle una forma rebuscadamente aceptable.
"No te olvides de pagar las cuentas" se escuchó de la señora que pintaba arbolitos azules en la puerta de entrada. Alguien se iba, habrá sido su marido que arrastraba una esperanza, esperanza que despierta al barrio cuando se pasea por la cuadra. Es casi una sombra errante que pasa rayando la vereda para insultos de los que tienen que barrer sus fantochadas. Aún cree que su hija volverá a pedirle que la lleve a jugar a la plaza. Ella se había marchado hace tiempo con el príncipe que conoció en un sueño, se enamoraron, se casaron y al despertar él la estaba esperando con una carroza para escapar al bendito silencio. No pudo despedirse, enojado cerró los ojos y simuló dormirse sin que ella notará que había sentido el beso.
La bocina y el topetazo de dos monstruos de metal espantaron a los últimos pájaros de la tarde. El sol cantaba canciones de los Beatles camino a marcar su tarjeta, mientras, saludaba a los ancianos en los ventanales y a los ladrones en los tejados. Si prestaran atención, escucharían el Fa sostenido de un ukulele desafinado desde la única ventana a oscuras y el grito de gol agonizante de quién ya se ha comido todas las uñas, también verían los anteojos olvidados en un banco de plaza que ahora pasan a ser el tesoro de un ciego no tan ciego que disfruta de la figura de aquella señorita que todos los santos días le da una moneda con lo que siempre creyó una mueca de sonrisa. "Lo borroso se vuelve estrella" susurró. Y que la paradoja no lo permita, pero ella se parecía mucho a quién alguna vez le robó su corazón cuando él apenas sembraba sus bigotes, descubriendo así que ese músculo que tenía atado a una costilla, latía.

¿Quién soy cuando al papel me desconozco y pregunto quién soy?, ¿Quién soy para relatar historias ajenas, plagiar realidades y maquillarlas con acuarelas de reserva?. Las que vivo, apenas llenan una carilla y las que me persiguen al andar me dejan sus tarjetas, me invitan a sus fiestas, me piden limosnas en las pasarelas. Hasta un perfume de mujer me ha visitado desde hace unas semanas y me exige poemas y aforismos a su anonimato. Hay palabras con las que despierto tatuadas en la estela que deja mi sueño, frases que se repiten en melodías que luego al tomar la guitarra se esfuman, sonrisas que me nacen cuando pierdo la coordinación de mis pasos por ir detrás de alguna lejana foto extraviada, lugares que alguna vez fueron luz y que los vientos llevaron consigo, miradas robadas junto a las casuales y las esquivas que he guardado en un morral y las llevo (de vez en cuando) a pasear por mundos de divagues limados, de los que no necesito Gps para encontrarlos, porque los perdidos siempre tenemos boletos de ida en balsas de locos y una galaxia dibujada en la mano marcando el camino de regreso...

El único problema es que en las aduanas de la rutina no siempre se me permite traer un souvenir para mi soledad.




ram
Ram08417 de mayo de 2014

5 Comentarios

  • Loquillo

    :) me ha gustado gracias por compartirlo

    17/05/14 11:05

  • Harikituki

    que bueno! me ha encantado!!

    17/05/14 10:05

  • Ram084

    Gracias por leer, saludos!!!

    19/05/14 04:05

  • Orzada

    Hola, Ram.

    Hace días que leí tu relato. Después me fui a leer otros tuyos, anteriores.
    Llama mi atención lo estrambótico, el encadenado que vas sumando. Algo espectacular.

    Me encanta este; me encantaron otros tuyos. Muy personal.



    20/05/14 07:05

  • Ram084

    Hola, gracias por tomarte el tiempo de leer, saludos!

    23/05/14 04:05

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