El era solo un aprendiz de todo y maestro de nada, ella la más bella flor que había en el jardín, y un día se fijó... no podía ver cuan hermosa era del todo ya que todavía el capullo estaba cerrado, pero aun así, cada día la miraba y sentía cosas hermosas.
Por miedo a estropearla, por no saber cuidarla, se alejó y mantuvo la distancia, sin perderla de vista, sin dejar de admirarla, la flor le buscaba con su ternura y él la correspondía pero tenía miedo a las espinas.
Emprendió una larga busqueda, se cruzó con magos que turbaron su mente ya maltrecha por sus propias batallas, caminó hasta que el paraje se le hizo desconocido, entonces distinguió un susurro, era la flor que le pedía amor a gritos.
El más confundido todavía corrió sin destino hasta que por fin, un día al despertar comprendió que la flor era todo lo que el soñaba y suplicaba a la vida, así que volvió lo más deprisa que pudo sin que sus pies notaran casi el suelo que pisaban.
Pero cuando llegó... no vio la flor en el mismo sitio, la encontró en otro huerto cercano, alguien que para no verla sufrir la acogió con cariño y ella se abrió del todo mostrando el más hermoso cuadro jamás conocido.
Y así... emprendió de nuevo camino, con el recuerdo de la flor grabado a fuego en su alma, pidiendo perdón por no haber sido fuerte consigo mismo, ahí esta, esta historia interminable, el sigue vagando, ella dando su brillo pero no en el mismo sitio.
