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La Lira

Las luces de la taberna surgían de los cristales he iluminaban parte de la calle. Como era habitual a aquellas horas y desde hacía diez años los huéspedes se aglomeraban tanto en las diversas mesas como en la barra, armando jolgorio y festival con sus estruendosas voces. Margaret, la posadera, estaba harta de limpiar cerveza de la barra, al parecer los clientes derrochaban la mitad de la pinta con el agitar de sus jarras.

El pedido de la mesa seis llegó a las manos de la posadera, ésta con gran habilidad cogió la bandeja, y sorteó los diversos obstáculos de invadían el local, ya fueran mesas, sillas, jarras hechas añicos que decoraban el suelo o clientes ebrios que se tambaleaban de un lado a otro. Al llegar sirvió los pedidos y con gran gentileza se dirigió a los dos hombres que estaban sentados en aquella mesa.

-Buenas noches Azarel me alegra volver a verte, espero que tú y tu joven amigo disfrutéis de la estancia.

-Tan amable como siempre Margaret, tomaremos al pie de la letra tu sugerencia – Dijo el anciano con su voz característicamente profunda – ¿Qué tal está tu padre jovencita?

- Sabes perfectamente que ya no soy tan jovencita este año cumpliré los cuarenta, aunque parece que tú y el tiempo no os lleváis muy bien ya que desde que te conozco, y de eso hace más de veinte años, no te ha afectado ni una pizca – su cara denotaba la duda al decir esas palabras, era obvio que el anciano no era normal – Mi padre está bien , aunque estos últimos meses ha tenido que guardar reposo, su pierna izquierda ya no es la que era y le provoca molestias al caminar.

- Entiendo – Dijo Azarel con cierta preocupación – Dale de mi parte mis más profundos deseos de mejora.

- Lo haré con mucho gusto, cuídate viejo amigo.

- Adiós Margaret.

A medida que pasaba la noche las voces del local se iban apagando. Al tocar las dos de la mañana las luces se apagaron y dieron paso a la clamada noche de otoño para que aquellos que se hospedaban en La Lira descansasen.

Una de las múltiples habitaciones aun tenía una tenue luz, proveniente de una vela, encendida.

-He aquí lo que me pediste Azarel – dijo el joven con nerviosismo – todo está hablado, ya sabes lo que hay que hacer.

-Tranquilo joven amigo, está a buen recaudo. Vigila tu espalda, nos buscan.

El joven abrió la ventana y con un salto propio de un gato salió del establecimiento y aterrizó en la fría calle sin hacer el menor ruido.
Renova12 de marzo de 2010

5 Comentarios

  • Nemo

    Continúa?....

    12/03/10 04:03

  • Renova

    Continuará :)

    12/03/10 06:03

  • Nemo

    Ok!!... espero lo que sigue!
    Saludos!

    12/03/10 06:03

  • Gabrielfalconi

    me alegro que continue... pero de todas maneras no esta mal asi
    buenisimo!!!!

    13/03/10 02:03

  • Sarahbernartt

    continualo... :)

    22/03/10 01:03

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