En esta ciudad el cielo es gris, el frío se adhiere a los huesos presionando con tal fuerza que las fracturas son inminentes. Pasan las horas, los días, las semanas y acá siempre llueve, como quien rompe una tubería y se decide a ver deslizar el agua por las rendijas.
Cada esquina opacada por el humo de un cigarrillo barato, los paraderos que parecen más bien refugios en la tempestad, una fila larga e interminable de personas que vienen de nada paro ir a nada y hacer eso mismo, ¡nada!
En esta ciudad siempre llueve, esta ciudad soy yo.