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El Arte de Amar... (título Inconcluso)

El guerrero descansa, depositando su cuerpo atormentado sobre el trono, sin su chambelán nada es como debería. Es en vano, la monarquía está en franca decadencia y el Rey de la casa debe adecuarse.
La respiración cadenciosa, las piernas apoyadas sobre la mesita ratona, el bufón de la corte, llámese Samsung HD, me entretiene tele-transportándome al estadio de San Antonio Spurs. No me gusta mucho el básquet, pero cualquier cosa está bien, para no tener una batalla más en la cruzada de la semana.
Terminé la semana destrozado en mil pedacitos, necesito algo líquido que los aglutine.
La cerveza yace abandonada a un lado.Las cascaritas de maníes ruedan por mi vientre que ya no parece más tridimensional, avanza conquistando nuevas dimensiones, cada vez más grande e imponente.
La miro y le pregunto: ¿Qué hacés ahí? (mi terapeuta me recomendó, tengo que hablar de mis defectos, pero como no tengo con quien, lo hago con ellos).
-¿No ves que nadie te quiere?- ella me contesta con un borborigmo gutural: - “Cerveeezaaa”. Tomo el vaso, y está caliente, maldigo al Dios “Aeger” y a todos las Dioses de ella y pienso: - ¿Me levanto a buscar un hielo? Solo me contesto:
-No, el guerrero está descansando-. Y resignado me dispongo a buscar el fondo blanco del vaso. ¿Que más me podría pasar en ésta noche cómo ésta?
Realmente no lo sabía, o no lo quería saber. Los movimientos cortesanos, siempre traen problemas.
-Vida, ¿Qué tal me queda lo que me compré?
Resisto impávidamente el golpe. Siento un lacerante dolor en lo profundo de mi bolsillo y mi cabeza dispara un pensamiento automático “ La banda magnética de su tarjeta debe ser la más afilada de la ciudad”. Pero no debo alterarme, el guerrero merece un descanso. En cinco minutos el castillo será solo mío.
-Bien, mi amor te queda lindo- Comento sin despegar los ojos del tele, miro los jugadores y me digo -Yo tendría que estar allí, no aquí. Ganando millones por encestar. Lanzo el hueso de una aceituna al vaso vacío y triiipleee.
-¿Bien? Si ni siquiera me miraste. ¡Vos como siempre atento a vos y tu circunstancia que no pasa de los rollos que te cuelgan!
Miro nuevamente mi panza, y le comento como al pasar. – ¿Viste? ¿Qué te dije? Y vos con tu testarudez te aferras a mi cintura apasionadamente sin querer largarla.-
Me doy vuelta y poniendo cara de mediador de SWAT, le miento.
–Pero mi amor… si ya te estuve mirando, es imposible sacarte los ojos de encima cuando te pones tan linda- El guerrero cuando descansa no tiene más armas que sus palabras, y tratando de mantenerme aún en la calma que me brinda el ojo del huracán acoto:- Mi opinión va a estar siempre cargada de subjetividad-.
Pero hoy no es mi día de suerte, parece que el ojo del huracán pestañó, porque inmediatamente se levantan fuertes vientos.
-Vos nunca me prestas atención, no me pasás ni cinco de artículo.
Para mis adentros cavilo: “Si, pero los pago, con la extensión de la tarjeta te “pasás” sola toodos los artículos”. Pero no es hora de pelear, saldrá esta noche con sus amigas y quedo yo el Rey del Castillo.
-Mi cielo, no es así, todo el día estoy pendiente de vos-.
Parece que el término mi cielo tampoco surtió efecto. Negros nubarrones vinieron a sembrar rayos y centellas en esta conversación.
-¿Pendiente? ¡Lo único que tenés de pendiente son las que te cuelgan!, jamás me atendés, nunca me decís nada, la abulia de tu ser nos arrastra a la nada.
Bueno, pasar de: “Las que me cuelgan” a “La abulia de mí ser” quiere decir que esta discusión se va a arrastrar por el lodazal y se elevará a la más exquisita lírica.
Respiro profundo, mientras el oxígeno libera las endorfinas necesarias para contrarrestar el stress de la contienda. Y continúo.
-Pero mi vida, si te queda perfecto, lo único que no encaja es tu cara de enojo. – Mientras, me pongo a pensar en ese momento. ¿Qué es lo que se habrá comprado?, ¿zapatos? ¿El pantalón? ¿La blusa? El pecado de omisión en la mujer es de carácter capital. En este momento me maldigo por la escasa memoria, ¿qué es lo nuevo? ¿O se compró todo? para no meter la pata y ganar tiempo recurro a lo genérico. ¿Ves? te queda como pintado.
La sagacidad de las mujeres pondrían sonrojado al gran Sun Tzú el escritor de “El Arte de la guerra”. Ella como un tiburón blanco olió la sangre y notó mis dudas existenciales y dijo para que pise el palito. –A ver decime, ¿me combina o no?
Para no errarle recurro nuevamente a las vaguedades, -Bueno no soy un Sarkany, ni un modisto como Lagerfield (de este último me acuerdo por la cerveza Lager, por lo cual, agradezco a la cultura alcohólica)
-Para mí está perfecto-. Veo que sus ojos se encienden con una furia desmedida y me iluminan como reflectores de interrogatorio.
En un tono indescifrable que no logro percibir si es el del policía bueno o el malo arremete.
-No, porque yo tengo dudas, no sé si ir con éste zapato, o el azul, ¿qué decís vos?-
Bueno una buena y una mala, si la duda es el zapato, el zapato no es lo nuevo, jamás dejaría algo a estrenar. Pero ¿Qué contesto? ¿Ése o el azul?, ¿qué carajo le digo para que se calme y me deje de romper las pendientes? ¿Qué es lo que quiere escuchar? Porque como toda mujer ella ya sabe lo que quiere, solo disfruta canalizando su histeriqueo de vestuario, torturando a su pareja. Bah! Me juego, Ta Té Ti, suerte paaará ti. La jugada es a color como en la ruleta.
-A mí me gustan más estos zapatos-. Mi elección no está exenta de intencionalidad. Acorta el trámite de probarse los otros.
-Pero si no me viste puesto los azules, ¿Cómo podés decir eso?, ¿ves que no te importa nada de mí?, si voy vestida de payaso para vos es lo mismo, no me prestás atención, no te intereso ¡Sos muy cruel!- Unas lágrimas están a punto de desbordar, y eso me aterra. Primero porque no me gusta ser el malo de la película y segundo porque si se le corre el rímel va a ser media hora más discusión.
Pero el golpe es certero y por más que tome mis precauciones poniéndome el bucal para él “tome y daka”, siempre me olvido que ella es una maestra en los golpes bajos y nunca me calzo el protector inguinal. “Las lágrimas” son un arma de destrucción masiva siempre me hacen bajar la guardia, cedo terreno, tiempo y le digo:
-Bueno probáte los azules, vamos a decidir juntos.
Va, busca los zapatos azules, vuelve y se mira en ese espejo odioso y alcahuete, precursor y fogonero de disputas fenomenales. Se mira, se pone en un perfil, del otro. Y Cuando estoy por abrir la boca para decir lo lindo que le quedan. Casi sollozando dice.
-¿Ves? ¡Me queda horrible, voy a pasar vergüenza con mis amigas, nunca tengo nada para ponerme, y a vos no te importa nada, yo me quiero arreglar bien para que después las otras no digan que vos me tenés como una indigente!
Mientras me trago las palabras que estaba por decir, otras se agolpan a mi cerebro. ¿Nada que ponerse? ¿Indigente? Mañana mismo le arranco las etiquetas a la montaña de ropa del placard y les coso a mano, una por una, otra nueva que diga “Nada que ponerse collection” Made in mi bolsillo. Pero insisto por las buenas.
-Pero fíjate mi amor, como la pollera cae bien con los zapatos, le da un realce espectacular a tu figura-. Ella se calma un poco y pregunta -¿Vos decís? Pero esta pollera con este zapato combinaban más con mi camisa Beige, no me gustan con esta blusa.-
Segundo dato, alentador si esos zapatos combinaron con la pollera y la camisa beige, por descarte la prenda nueva es la blusa. Taraaaan soy un genio gambeteando eh?
-Y bueno, pero a mí me gusta igual-. Digo bajando el tono, y sabiendo que me saqué el as de espada. -A vos todo te queda bien tontita, yo te veo linda con chancletas-. Para queee…
-¡Claaaro el señor me quiere ver de entre casa y fregando los pisos misógino, machista irrecuperable!-. Pobre de mí, animalito de Dios, esta verborragia incontrolable me llevará a la tumba, ¿Por qué no me quedé callado, la llevaba tan bien.
-Nada que ver, mi terrón de azúcar, (ya se me van agotando los términos amorosos y recurro a la cursilería desesperada).
- Te quiero decir que siempre sos bella para mí, y por ahí me pongo un poco celoso cuando te ponés divina y vas a salir sin mí-. Un poquito más de combustible para la ya encendida disusión.
-¡¿Y Cuándo me sacas a pasear vos?! ¡Las únicas salidas de los últimos tres años fueron al supermercado!.-
Acorralado por la desesperación ruego en pensamientos confusos - Por Dios, ¿qué digo? ¿Qué hago? Para no enojarla más. Me pongo a recordar las reglas básicas de la convivencia con una esposa y no meter más la pata. Y enumero:
Regla N°1.- Todo lo que digas podrá y va a ser usado en tu contra.
N° 2.- Todo lo que pienses y no lo digas va ser detectado y usado en tu contra.
N° 3.- Todo lo que no lo digas y no lo pienses va a ser remplazados por hipótesis de tu esposa y también será usado en tu contra.
N° 4.- No tenés derecho a un abogado, porque ni tu mamá te va a salvar.
Y la N° 5.- Se pasan por el quinto forro la “Advertencia Miranda” de los policías yankees.
Sobre esto, Violín en bolsa y a callar, uno es esclavo de sus palabras, y la gastritis de los silencios. Así que chofitol y a bancarse.
Dejo pasar el tiempo, observo como, con cara de disgusto se vuelve a poner los primeros zapatos, se da los últimos retoques, mientras el angustioso silencio parece congelar el ambiente. Toma la cartera, las llaves del auto, se acerca a la puerta y en un último intento me le acerco, un poco para desdramatizar y otro poco para que al regreso no haya pingüinos en la cama, como dice la canción. Y me juego la última carta para romper el hielo.
-Adiós preciosa, te queda hermosa la blusa que te compraste. Y me estiro como para darle un besito. Y dice:
-La blusa la tengo hace un mes, ¡Los aros me compré! , los aros, ¡animal con patas!. Y cierra la puerta mientras mi beso se estampa en la puerta.
Me di vuelta, caminé lentamente hacia el sofá, mirando sin ganas el partido de los Spurs y me dije,… Ni Ginóbili, le hubiera acertado a los aros.

…GARSE (Fin del título)

FIN (del cuento)

Rolorojas21 de junio de 2015

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