Ese maldito amanecer luc�a oscuro y denso, despertaba de un perturbador letargo, mis ojos ard�an, confundido y mareado, mi cabeza reventar�a en cualquier momento, sent�a como si hubiese una fiesta sadomasoquista en mi interior, me dol�a absolutamente todo, mi aspecto era asqueroso y maloliente, mis manos completamente ensangrentadas, luc�a barba de un mes y era evidente de que algo nada de bueno hab�a sucedido a mi alrededor.
Me hallaba en ese oscuro cuartucho, iluminado solo por la tenue luz que se colaba por las rendijas de las paredes y del techo, el intenso hedor a humedad, carne en descomposici�n, orina y a mierda era insoportablemente vomitivo, tras arrastrarme c�mo pude buscando una salida, observ� un espect�culo macabro� Una cobarde masacre dantesca se exhib�a ante m�. Hab�an cabezas de ni�os colgando de uno ganchos encadenados al techo, su estado de descomposici�n era evidente, miraba la sangre seca en mis manos y en mis ropas, y no pod�a creer lo que imaginaba, en el suelo hab�an cuchillos dentados, navajas, machetes y sierras manchadas de sangre, en unos tambores de aceite viejos y sucios, pude ver los restos putrefactos de los cuerpos de los ni�os mordisqueados por la plaga de ratas que los infestaban, las v�sceras p�tridas infestadas de gusanos que brotaban rebosantes desde su interior. Este infernal espect�culo era amenizado por una t�trica melod�a infantil medio repetitiva y penitente que sonaba en una vieja y sucia radio una y otra vez.
Desesperado por salir de ese maldito lugar me arrastr� hasta lo que parec�a ser la puerta, la abr� torpemente y en ese momento lleg� la patrulla que me trajo hasta ac�.No tengo recuerdos de qui�n soy, ni de nada que haya pasado hasta despu�s que despert� en ese cuartucho de mierda�Tienen que creerme no s� nada m�s de lo que ya les he dicho!, les gritaba e imploraba vehemente.
Los doctores, enfermeras y polic�as que estaban en la habitaci�n del hospital al cual me llevaron, quedaron estupefactos e incr�dulos ante lo que escuchaban, en especial el detective Mart�nez. M�s aun cu�ndo tras revisar los ex�menes para determinar mi identidad no encontraron registro alguno, inexplicablemente mis huellas digitales coincid�an con Jon�s Borja, un peque�o hu�rfano de seis a�os que hab�a sido cruelmente decapitado por su supuesta madre hace 30 a�os.
Nadie pod�a dar cr�dito a lo que suced�a, Mart�nez, desesperadamente exig�a respuestas coherentes a los peritos respecto a mi identidad, sin embargo nada ni nadie pod�a calmar la furia de este�uno de los ni�os encontrados en ese cuartucho era Felipe su �nico hijo de seis a�os, que hab�a desaparecido.
Con el pasar de las horas, la infernal migra�a que me aquejaba se acrecentaba, al punto que me manten�a insomne, encerrado en ese calabozo oscuro, solo escuchaba confusos pero furiosos gritos y murmullos exaltados, ve�a solo sombras por la rendija que quedaba entre la puerta y el piso, angustiado y confundido cerraba mis ojos para intentar recordar, y no, nada, no recordaba absolutamente nada.
De improviso y violentamente irrumpe en el calabozo y totalmente iracundo Mart�nez, quien se abalanza sobre m� con furia y comienza a golpearme brutalmente hasta quedar inconsciente, esposado de pies y manos no pude hacer nada por defenderme�
Reacciono en una camilla esposado, entubado completamente, vendado, y con dolores insoportables pese a lo dopado que me ten�an.
Con mi visi�n nublada y distorsionada a�n por los potentes sedantes que supon�a me hab�an suministrado para mitigar mis dolencias por la terrible golpiza que hab�a recibido de parte de Mart�nez
Esa noche, estando drogado de analg�sicos, al fin pude dormir, tuve un sue�o, en realidad una perversa pesadilla.
En ella, yo era un ni�o peque�o me ve�a feliz y travieso corriendo y jugando en unos parajes id�licos, como un bosque paradis�aco, junto a quien al parecer ser�a mi madre.
A ella se le ve�a dichosa de estar conmigo, ten�a una hermosa y c�ndida sonrisa, su cabello azabache y salvaje contrastaba con su angelical rostro, de piel blanca y ojos celestes que irradiaban amor y felicidad, de improviso, el cielo se torn� de un escarlata sanguinolento, lo que parec�a un para�so comenz� a arder vorazmente, ella, mi madre, me abrazaba fuerte y tiernamente, mientras me murmuraba una canci�n� la misma canci�n infantil que sonaba en la radio aquel maldito amanecer.
La sensaci�n de p�nico en el sue�o era indescriptible, las llamas que hac�an arder el para�so, emit�an desgarradores alaridos de dolor infante, una especie de llanto profundo, colmado de pena y sufrimiento.
Mi madre se mantiene recalcitrante murmurando repetitivamente la canci�n mientras me abraza cada vez m�s fuerte, en su regazo, siento como caen sus l�grimas sobre mi cabeza, de reojo la miro, y veo tatuado el miedo en su rostro petrificado de pavor.
En esa angustiante situaci�n me encontraba, hasta que una luz blanca cegadora y fulgurante, ilumin� todo, acompa�ado de un terrible ventarr�n, el cual me hizo volar lejos y separarme de mi madre.
Medio aturdido, miro a mi alrededor y trato de moverme y buscar a mi madre, sin embargo mis intentos son est�riles, mi cabeza est� separada de mi cuerpo en un charco de sangre, es en ese momento en que despierto violentamente gritando.
Lloro profusamente, pero extra�amente ya no estoy entubado ni en una camilla, me encuentro en una habitaci�n infantil, en la que irrumpe�Mart�nez a consolarme. Me abraza fuerte y me dice: �Tranquilo Felipito, pap� est� aqu�.
Mientras Mart�nez consuela y contiene mi angustia y p�nico infantil, miro por la ventana y vislumbro una perturbadora figura que merodea, que esp�a e invade mi espacio.
Nervioso aun, comienzo a quedarme dormido, Mart�nez finalmente me recuesta en mi cama, besa mi frente y se va, tras el cierre de la puerta y apagar la luz, siento un golpeteo en mi ventana que me despierta, al mirar, me sorprendo, �soy yo!, o a estas alturas no s� si sea yo o no, es Jon�s Borja luciendo como un indigente macabro�

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2 Comentarios

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  Abyssos

  Una descripción muy cruda del ambiente macabro que rodeaba al tipo en su amargo despertar y un giro en la historia que lo hace a uno mirar ambas caras de la moneda, asesino y víctima... víctima y asesino, ambos roles los plasmas de buena manera. Qué te puedo decir, me ha parecido un excelente relato, eres muy descriptivo, eso lo considero genial en un escritor.
  
  Saludos y gracias por compartir tu escrito.

  21/05/16 01:05

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  Roque2014

  Muchísimas gracias!

  22/05/16 09:05