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El Fantasma Del Metro

Simplemente no sabia como hablarle a esa mujer, la veía todos los días en el metro pero el miedo de su desprecio podía mas que las ganas que tenia de verla a la cara y decirle que desde hacia mas de un mes que la veo todos los días y siento aquella gran curiosidad de saber mas de su vida, tenía que encontrar la manera de acercármele y de una vez por todas eliminar ese miedo que sentía por hablarle, había decidido que la noche siguiente al salir de mi trabajo en la pizzería le hablaría por primera vez, se hicieron las diez de la noche de ese día veintiuno de mayo de 1982, era la hora de mi salida pero más aun no sabía que sería el comienzo de algo que cambiaria mi vida para siempre.
Salí de la pizzería con rumbo a mi casa rogándole a todos los ángeles del cielo que hoy también la viera en el metro, me senté en la banca de la estación de la quinta avenida a esperar el tren que seguramente la traería, el pulso me temblaba, la respiración se me acelero, las manos me sudaban y los minutos de me hacían eternos, pero luego de esperar solo siete minutos se acerco el tren, se abrieron las puertas y si ahí estaba ella sentada en el mismo asiento de siempre, y con el mismo vestido de siempre, había notado que siempre llevaba el mismo vestido pero nunca me pregunte porque, solo la observaba y ella también una que otra vez me dirigía la mirada y yo no podía hacer mas que sonreírle apenado cuando lo hacía, ahí estaba siempre con la pierna cruzada, su vestido rojo y sus zapatos de tacón también rojos, el color de su vestuario era tan intenso que parecía que en el tren había habido una explosión de rayos laser que iluminaba todo el metro de nueva york, pero había algo que llamaba mucho mi atención de esa bella mujer y era que siempre llevaba consigo un cuaderno de pasta dorada en el cual todas las noches escribía con un bolígrafo también dorado como su cuaderno, parecía que las letras que plasmaba en ese misterioso cuaderno eran algo muy preciado porque notaba que siempre lo presionaba con su pecho después de escribir. Esa noche tenia una coartada para perder un poco el miedo, había planeado que si ella me miraba nuevamente aparte de reírme como un tonto miedoso le haría señas insinuándole que me acercaría para que conversáramos, me senté de frente a ella esperando que me mirara. Ella miraba su cuaderno de una forma melancólica como si la nostalgia se apoderara de sus recuerdos, como si pensara en escribir esa noche o no hacerlo, de todas formas yo no le quitaba la vista de encima, por fin ella levanto la miraba pero no se dirigió hacia mi giro su cuello y miro hacia afuera por la ventana como si en el exterior estuvieran las respuestas que buscaba, y así se quedo por más de diez minutos que para mi fueron largos porque crecía mas en mi la curiosidad por conocer a esa mujer, durante esos diez minutos me preguntaba como era la vida de aquella bella dama que todas las noches iluminaba con su belleza ese tren, por fin, ella voltea y me mira yo le hago en gesto con mi miraba insinuándole que quería conversar con ella, vio mi gesto y con un movimiento igual al mío me dijo que si y me acerque.
-buenas noches- le dije
-buenas noches, como esta?
-Bien, mucho gusto me llamo Ricardo- mucho gusto mi nombre es Amanda.
Pensé decirle “que bello nombre” pero sería muy trillado, así que solo lo pensé, sabe le dije- todas las noches la veo aquí en este mismo tren y desde el primer día que la vi note que es usted una mujer muy bella,- gracias, pero dígame algo que no sepa- me dijo.
-“Que a arrogante” pensé- dígame a que se dedica?
- bueno por los momentos no me dedico a nada solamente a viajar en este tren todas las noches hasta que el conductor apaga los motores,- no le entiendo- bueno hace mas de dos años yo era una mujer feliz tenia la vida que mucha gente desea pero que pocos puede lograr, tenía un amor sincero, incondicional y real, tenía dinero, una familia, una casa muy bella y muy cara, tenía todos los lujos materiales que el dinero puede comprar, en fin era una mujer realizada pero las cosas cambian así como cambian las estaciones del año y de un día para otro no tenía nada más que salud y unas ganas enormes de llorar todos los días como si mi vida dependiera de ello.
- la vi directo a los ojos.- veo que ha sido feliz en su vida pero que también ha conocido la amargura de la tristeza y el llanto, no sé qué fue lo que le paso pero déjeme decirle que a pesar de los problemas que tengamos todo en este vida tiene solución.- NO- me dijo.- no todo- la muerte es lo único que no tiene solución más sin embargo es algo en lo que nadie se sienta a meditar a pesar que todos vamos para el mismo camino sin retorno.- yo pensé que el velorio y el entierro era la solución de la muerte, porque cuando nos morimos ya nada tiene sentido nos vamos de este mundo dejando solo a unos pocos con dolor por nuestra partida y somos uno más de las estadísticas, nos recordaran unos días nuestros familiares pero después de un tiempo no sentirán nuestra ausencia por doloroso que se escuche pero así es, - me dijo- cuando uno conoce los problemas de los demás se da cuenta que los de uno no son nada graves, decir que el velorio y el entierro es la solución de la muerte es incitar el suicidio así que con todo respeto no comparto con usted ese concepto.- bueno como dicen, cada cabeza es un mundo, así que si todos pensáramos igual el mundo fuera hasta un poco aburrido así que respeto también su opinión.
- y usted a que se dedica?
- Bueno yo trabajo en una pizzería, - entiendo- y desde hace cuanto trabaja ahí?
Hace tres años ya- fíjese que yo quiero hacerle una pregunta que no se si resulte imprudente pero tengo gran curiosidad de saberlo. – Haber dígame- desde que la vi siempre he notado que anda con usted ese cuaderno y que escribe en el todas las noches, lo que me llama mucho la atención es saber que escribe porque también noto que cuando lo hace presiona en su pecho el cuaderno después de escribir.- veo que si me ha observado, bueno lo que escribo en este libro es algo que llevo escribiendo hace muchos años atrás incluso cuando todavía era feliz, es algo que me llena cada vez que lo hago, es un misterio, un gran dolor, una sorpresa, un enigma, es todo eso junto en solo algunas palabras- supongo que no puedo saber qué es eso que escribe.
-Me miro fijamente a los ojos y me dijo- no, todavía no lo puede saber, - y cuando podre saberlo- pues cuando llegue el momento.
- Me dijo que se baja del tren hasta que se apagan los motores y luego de eso hacia donde se dirige,- pues no tengo un lugar especifico a dónde dirigirme vago por las noches sin saber donde dormiré, sin saber que comeré o a quien conoceré, vago por las calles hasta que amanece y me toca irme de aquí- de donde- le pregunte- de aquí, solo eso lo puedo decir-, en ese momento sentí mas curiosidad por saber más de esa mujer- y dígame usted que hace cuando se baja del tren – bueno yo me voy para mi apartamento, veo un rato televisión y luego me acuesto, - entiendo y cuántos años tiene- me pregunto, bueno tengo treinta años, no es de buena educación preguntarle a una mujer su edad así que me quede con la curiosidad- usted me decía que escribe desde que era feliz, ahora porque no le es- me miro de nuevo fijamente a los ojos- a veces la vida es como una caja de donas hay de varios sabores y no sabemos cual elegir, cuando lo hacemos y probamos nuestra elección a veces nos damos cuenta que no nos gusta pero ya es demasiado tarde, es por eso que le digo que era feliz hubiera preferido que en mi vida no hubiesen habido muchas elecciones así se me hubiese sido fácil escoger y si me equivocaba hubiese dicho “ no tenía más opciones” aunque esa aseveración hubiese sonado mediocre pero no me habría hecho sentir tan mal luego de escoger, - la quede viendo y note que sus ojos se aguadaron, no sabía que decirle pero algo tenía que decir- noto que lo que me cuenta le trae dolorosos recuerdos y decirle que la entiendo sería estúpido porque no conozco su pasado no se las batallas que ha librado su corazón y lo que ha sufrido, lo que si es que siento que su corazón como el de toda mujer guarda recuerdos duros y también secretos que las hacen más interesantes, - de verdad cree que soy una mujer interesante- me dijo, -claro que si por los minutos que llevamos conversando siento que usted lleva una gran carga sobre sus hombros y no la comparte con nadie y eso la hace más pesada.- compartirla!!!- si eso dije- no Ricardo, nadie debe compartir las cargas de las demás personas cuando estas se han equivocado como yo lo he hecho ,sabe! en la vida no hay recompensas ni castigos sino consecuencias – tiene razón le dije- me miro y me dijo Ricardo ¿usted cree en el destino?, por dos segundos lo pensé, era una pregunta que siempre me hacía a mí mismo y que todavía no me había respondido así que pensé ¿qué respuesta le doy a ella y que a su vez me convenza a mi también? – creer en el destino seria como asegurarle que mañana me levantare vivo de la cama, es algo que no podemos controlar, yo preferiría llamar a eso “casualidades”, - entiendo pero sabe, debería de creer puede que su destino este atado a mí y usted todavía no lo sepa.- porque dice eso le pregunte- solo lo digo por decir no es por nada que este escrito, bueno no por el momento.
- Creo que la siguiente es su parada- me dijo, no me había dado cuenta que la siguiente estación era la mía, si es cierto ya casi me bajo del tren- será que la vuelvo a ver mañana? -Bueno no lo se puede ser que si o que no, como usted dice dejémoslo a la casualidad.- solo una pregunta antes de bajarme,- haber pregúnteme- usted me dijo que rondaba por las noches hasta que le tocaba irse de aquí, mi pregunta es ¿para donde se va?, no es tiempo de contestar esa pregunta aun solo eso le puedo decir. En ese momento paro el tren, le dije “buenas noches que descanse”- usted también que descanse lo necesitara- fruncí el seño- me baje del tren con más preguntas que respuestas sobre esta mujer, subí las gradas hasta la avenida y camine hasta mi apartamento pensando en Amanda, pero más que pensar en ella pensaba en todo lo que me dijo, ¿irse de aquí? ¿De dónde?, ¿hacia dónde?, que no era el momento de saber lo que tenia escrito en el libro, Qué necesitaría descansar, ¿Por qué? ¿Para qué?, llegue a mi apartamento en el segundo piso del edificio Lincoln, eran las once de la noche y parecía que mi sueño de ese día se vería interrumpido por ese encuentro, me senté en el sofá de la sala frente al televisor con la intención de ver algo que distrajera mi mente de Amanda, pero todo la programación de esa noche no era capaz de sacar de mi mente a esa mujer, pensaba y pensaba sin encontrar respuestas a todas mis interrogantes, como era posible que esa mujer hubiese cambiado mi rutina diaria con una simple conversación no lo podía entender, sentía que mi mente no se podía concentrar en nada más que en Amanda y su vestido rojo.
- Los ruidos de los coches me despertaron, me había quedado dormido en el sofá eran las nueve de la mañana tenía cita con el neurólogo a las diez, me levante y me metí al baño para terminar de despertarme y ahí estaba de nuevo los recuerdos de la noche anterior para ser más específicos Amanda, de nuevo ella de nuevo las preguntas me venían a la mente buscando respuestas que no podía encontrar, salgo de la ducha me cambio rápido salgo de mi apartamento camino a mi cita con el doctor, en el trayecto compro un café y una dona.
- Buenos días Don Eduardo como esta- Eduardo, era un señor de cincuenta años que emigro de Guatemala en la década de los sesenta cuando tenía treinta años en busca del sueño americano que no encontró del todo, hacia ya diez años que tenía su puesto de periódicos en la esquina de de mi calle y yo era uno de sus clientes regulares, - buenos días Ricardo ¿cómo amaneció? Pues bien le dije- aquí le tengo su periódico de siempre para que se mantenga informado- gracias, esta vez no me quedo a conversar porque llevo prisa tengo cita con mi doctor a las diez y voy algo tarde, - siempre conversaba con Eduardo sobre las noticias nuevas de los periódicos, nos habíamos convertido en una especia de críticos de noticias y nos gustaba mantenernos informado de todo lo que pasaba.
- Buenos días Wendy- buenos días Ricardo, a tiempo para su cita pase adelante el doctor García lo está esperando. – Gracias- como este Ricardo, bien doctor la verdad me he sentido mejor desde mi última cita- el doctor García era un inmigrante cubano que huyo de la isla buscando mejores recompensas económicas para su profesión. – dígame como va esa migraña- pues mejorando ahora ya casi no me duele tanto la cabeza como antes creo que es por las recomendaciones que usted me dio en la última cita- podía ser el stress que tenia de su trabajo lo que le hacía sentirse tan mal de esa migraña- yo no creí que manejar una pizzería sería algo que me causara tantos dolores de cabeza- a veces no son los problemas que nos causan esos dolores sino la forma en que los afrontamos, no se preocupe tanto Ricardo todo en esta vida tiene solución menos la muerte.
- ya había logrado alejar de mi mente a Amanda por unos momentos pero el comentario del doctor fue el mismo que salió durante la conversación con ella la noche anterior y de nuevo se me vino a la mente- usted acaba de recordarme a alguien con ese comentario que hizo acerca de la muerte- así! ¿A quién?- a una mujer que conocí anoche en el metro, una mujer bella llamada Amanda que me conmociono tanto que no pude dejar de pensar en ella todo el resto de la noche, - vaya veo que si lo impacto- ella es una de esas mujeres que lo impactan a uno desde la primera vez, bella con un cuerpo que incita al pecado, una personalidad fuerte pero a la vez llena de dolor y debilidad. – habla como si estuviera enamorado- pues todavía no lo estoy pero podría estarlo si sigo viéndola todos los días en el metro- bueno espero que usted también la haya impactado a ella así como veo que ella lo hizo con usted- yo también espero lo mismo doctor, yo también-
- Salí de mi cita con el doctor y pase el resto del día viendo televisión en mi apartamento esperando que fueran las tres de la tarde para comenzar mi turno en la pizzería. Habían pasado las horas y me prepare para irme a trabajar, ese día mi turno giraba en torno al deseo de ver de nuevo a Amanda cuando saliera a las diez de noche, los minutos se me hacían largos y parecía que entre más clientes atendíamos esa noche más llegaban. Por fin se hicieron las diez de la noche y salí casi corriendo a tomar el metro que me llevaría a mi apartamento no sin antes conversar de nuevo con la mujer del vestido rojo, me senté en la misma banca de la estación a esperar el tren pensando y deseando que ella viniera en el, por fin llego el tren, me subo y alzo mi cabeza buscándola y si, ahí estaba sentada en el mismo asiento con el mismo vestido, los mismos zapatos y también con su cuaderno dorado en brazos, esta vez ya no tenia miedo de conversar con ella, asi que me acerque y le dije- Hola buenas noches- hola como esta? Bien y usted- pues no tan bien como usted, pero tratando de llevar las cargas un kilómetro mas- crei que no la veria hoy en el metro- no se porque duda en verme aquí si sabe que hace tiempo viajo en el mismo tren que usted- desde anoche le quise hacer una pregunta Ricardo- dígame cual es- ¿porque usted no se había atrevido a hablarme antes?- pues la verdad es que sentí miedo a que usted me rechazara- no me diga que le tiene miedo a las mujeres- no para nada solo que pensé que una mujer tan bella como usted no se fijaría en alguien como yo- ¿Cómo usted? y como se considera que es usted- pues no tengo una belleza física como la suya creo que me sentí intimidado por su belleza, - no me haga reír, deje de decir que soy bella porque voy a terminar creyéndole- porque se menosprecia de esa forma si anoche me dijo que sabia que era bella, no me diga que acaso nadie le dice lo mismo que yo le estoy diciendo ahorita- pues la verdad no me lo dicen muy seguido talves sea por eso que se me estaba olvidando que tenia algo de belleza física como dice usted- sabe Amanda ayer que me baje del tren me fui con mas preguntas que respuestas sobre usted y su vida, de verdad que me dejo bien intrigado con todo lo que me dijo, el resto de la noche me la pase buscando alguna respuesta a todo lo que conversamos- respuestas, eso es lo que quiere- si respuestas- mire Ricardo no es el momento para responder todas sus interrogantes lo que si le puedo decir es que obtendrá las respuestas que busca si sigue conversando con migo todas las noches a partir de ayer hasta que llegue el momento en que usted deba de saber lo que quiere saber. – Es lo que le digo Amanda en vez de darme respuestas me crea más preguntas- paciencia Ricardo paciencia, mejor dígame como le fue en su cita con el neurólogo- en ese momento me entro una gran escalofrió en todo el cuerpo y me puse helado como un muerto, oiga usted como sabe que fui al médico, es mas como sabe que fui al neurólogo- no sabía que fue al neurólogo lo supuse por su migraña- como sabe que tengo migraña- se mas de lo que usted se imagina, se que anoche se quedo dormido en el sofá de su apartamento buscando respuestas sobre la conversación que tuvimos anoche, se que antes de irse a su cita converso con Don Eduardo en el puesto de periódicos, que desayuno un café y una dona, se que la asistente del doctor se llama Wendy y sé que el apellido de su Doctor es García.
- Mi corazón comenzó a latir tan rápido que pensé que se saldría de mi pecho, como era posible que aquella mujer sabia todo eso de mi si no estuvo con migo más que el rato que conversamos en el metro, simplemente no encontraba una razón lógica para explicarlo, ¿Que quiere ella de mi?, ¿Como sabe todo eso? ¿Quién es Amanda en realidad?


Rugar2123 de septiembre de 2010

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