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Amoenis

Cayo sumida entre sueño al mar, sus lagrimas derramadas sobre el cielo una llamada le dieron al Direm, mientras manos negras de la tierra sostenian su cuerpo, envolviendolos en un manto oscuro que la llevava al fondo del mar, pero la luz del Direm llego hasta el cuerpo de Amoenis, revelando su esplendor, dando conocimiento a quien entre sueños caia veloz al mar, y un gran poder escondia en su profundo interior.

Ojos grises y solemnes se abrian lentos mientras la brisa intentaba sostener su cuerpo, alegandolo de las manos del Pherid, impidiendo su caida al mar, que de negro teñía a las Narias y al mar. Grises ojos, su lento abrir fue el lento esconder de sus recuerdos, guardandose en un cajon en su interior, impidiendo que el Pherid se posesionara de ellos, que jugara con su mente y recuerdos, impidiendo que controlara su mistico poder.
Alas blancas salieron de su espalda, abriendose blancas y ensangrentadas, abriendo el vuelo a su cuerpo, evitando que las Narias atraparan su cuerpo para comerlo, evitando que las manos del Pherid llegaran hasta ella, mientras la luz del Direm le daban su poder a la criatura que oculta crecia en el vientre de tan agraciada mujer.

Los dias pasaban atormentando a Amoenis, su vuelo no sesaba, recorrio gran parte del Efecis, sin saber donde estaba y como lelgo hasta tal lugar, simplemente senta su cuerpo cansado de tanto volar, hambriento de no comer durante dias, y a la vez seguida por criaturas por entre los bosques, que como espectros negros abanzaban de sombra en sombra, escapando de los rayos de Direm, protegiendo el cuerpo de quien su poder llevaria al mundo.

Por el cansancio decendio a la tierra, tocando el territorio donde el Pherid parecia reinar, y un niño pequeño lloraba sin cesar, era atacado por bestias y lobos sin almas, los brazos y el poder de Amoenis lo pretegian, mientras ella descansaba, pero los dias abanzaban rapido y el crecer del vientre de Amoenis le asustaba a si misma, decidiendo alejarce de él, para preocuparce de quien en su vientre crecia, pero ella podia ver en los ojos del niños, en el alma de Miran, que celos y odio crecia hacia quien naceria de su propio ventre, asi que sin pensarlo dos veces, le dijo adios y se marcho volando, mientras las manos del Pherid nuevamente inentaban atraparla, y los espectros negros crecian de noche, intentando alcanzar su cuerpo, tomarlo y llevarlo al interior del Efecis, donde la laba ardia quemante e hiriente.
Pocas fueron las veces que su cuerpo fue atrapado, pero siempre se logro liberar, hasta que el cansancio volvia a ella, impidiendole mas y mas escapar.

Intrigante fue el aparecer de Amoenis en una ciudad sin nombre, continuamente atacado por bestias y espectros negros, continuamente saqueada por criaturas voladoras, y Amoenis parecia una mas, cuando sobrevolaba la ciudad, rodeandola, a los ciudadanos un miedo desperto, creian un ataque mas, ahora por una criatura blanca y ensangrentada, pero cuando su cuerpo decendio en picada por su cansancio, por su hambre, por el dolor que su progenitor oculto e causaba en el vientre, su cuerpo desmayó y cayo, perecio lanzarce a las manos del Pherid, pero la luz de Direm en la ciudad se poso, fija y continua, vendiciendola, pues seria donde Amoenis tendria a su progenitor.

Una mujer se hacerco a ver el cuerpo de quien del cielo cayo, vio sus alas blancas y ensangrentadas, su cara palida, pudo ver que estaba embarazada, y a la ciudad alerto, pero en cuanto los enfermos llegaron a su alrededor, curados se sintieron, sanos otra vez, salvados de una enfermedad y epidemia que parecia no tener fin. Proclamada la reina de la ciudad aun sin saber su nombre, aun sin saber de su procedencia, fue nombrada reina, por la pureza que portaba en su cuerpo y corazon. Pero en cuanto las ancianas la trasladaron a un hogar, las alas de Amoenis calleron al suelo, desaciendose, y a la vez, dandole pureza y proteccion a la ciudad, pronto la luz de Direm desaparecio, y de once puntos de la ciudad, angeles cayeron en ayuda de quien el proceder del bien llevaria en su interior.

Los dias pasaban lentos, el recuperar de Amoenis, que sin recuerdos habia quedado, con una memoria vacia, forjandoce de los recuerdos que obtenia en la ciudad, fue rapido, y pronto se recupero, fue nombrada frente a todos la reina del lugar, pero cuando su nombre fue pedido, el silencio fue quien reino, su memoria estava vacia, sabia hablar, pero no como se llamaba, sabia en donde estaba pero no como habia llegado al lugar, y sus labios rompieron el silencio pidiendo un nombre, con el cual ser llamada y proclamada, con el cual ser reconocida y amada, pero la ciudad silencio, nadie sabia como llamarla, como dirigirce hacia ella, nunca supieron como llamar a la ciudad, aun menos como llamar a su propia reina, pero de la boca de un niño, un nombre un tanto raro fue dicho, Helenidt, eso fue lo que el pueblo entendio, y como una lluvia de recuerdos, la mente de Amoenis se aclarecio, recordo todo rapidamente, y el nombre Helenidt en toda su mente se escucho, el nombre de una diosa, la diosa de la misericordia, la diosa de la compacion, su propia madre, y sin ninguna palabra, Amoenis acepto, aun sabiendo que su verdadero nombre era Amoenis, pero en su interior prefirio ocultarlo, y seguir oculta para las manos del Pherid, que su cuerpo perseguia con espectros disfrazados de humanos, buscando su cuerpo y mente con el nombre de Amoenis, la princesa de la purificacion. Para el Pherid su nuevo nombre era desconocido, aun para la sombra negra del mal, que en el Efecis lograva reinar, el nuevo nombre de Amoenis era desconocido, causando rabia y desesperacion en quien el mal lograba poseer y ejercer.

Los años pasaron en paz en la ciudad sin nombre, el mal a tal ciudad ya no llegaba, y los dias eran pacivos, tranquilos y felices, la ciudad prosperaba enormemente, se crearon guardias y muros para la ciudad, primero de madera, luego ladrillos y ceramica, con los que se levantaron grandes paredes alrededor, y las casas se reforsaron, agrandandolas, fortaleciendolas, haciendolas mas seguras y sanas, todo iba prosperando en la ciudad. Doce piletas fueron levantadas en fila frente al palacio en el que Helenidt vivia, con muchas personas mas que para su aparicion no tenian casa ni un techo en el cual refugiarce de las lluvias, ni de las enfermedades que antes llegavan como epidemias al lugar.

El vientre de Helenidt crecia rapidamente, los meses parecian volar en la ciudad, estaban en plena prosperacion, y mientras estatuas se levantaban en honor a ella, esta desaparecio... La ciudad quedo consternada, el palacio estaba cubierto de sangre, en su interior un desorden espantoso, manchas de sangres por todas partes, fuego en partes unicas, paredes rotas, el agua convertida en cenisa, y un horrible olor a podrido habia en el interior. Los ciudadanos salieron del interior y el edificio se desplomo tras sus espaldas mientras las preguntas los invadian en su mente, y rezando alrededor de las doce piletas pedian la vuelta de Helenidt, que tanta paz habia traido a la ciudad, y sin habiso desaparecio.

Su cuerpo parecio esfumarce del mundo, cazadores rodeaban la ciudad, buscando alguna pista de ella, pero nada se sabia, las construcciones en el interior continuaban, la ciudad tubo un nombre en honor a quien los salvo, la llamaron la ciudad de Helenidt, la Diremis Helenidt, que solo los que vivieron en sus tiempos conocian la verdadera historia de su llegada y el significado de tal nocmbre.

Abanzados los meses, se encontro a una niña llorando entre trapos dentro de una casa abandonada, cruzando el rio Diresith, antes de llegar al bosque de la ilucion. Sus ojos eran grices, su llanto pasivo, parecia pedir ayuda, decir algo, pero cuando la encontraron, un grupo de cazadores la intento recojer, pero del suelo se levantaban largar puas negras que cortaban y atrabezavan el cuerpo de los cazadores, luego esa casa fue nombrada la casa de la muerte, pero el llanto incesante de la niña no se dejo de escuchar, hasta que una mujer, que fue sirvienta se entero de la hubicaciopn de tal casa, y a las afueras de la ciudad fue, en busca de la mujer santa a la que alguna vez sirvio. Cruso el rio Diresith, llego a la casa de la muerte, donde la pequeña aun lloraba, la mujer la tomo entre sus brazos, y las puas no se levantaron, parecia estar protegida por un manto sagrado aquella mujer, que adentrandose en la casa, vio el cuerpo de Helenidt sobre una cama, con su cuerpo partido en dos, y las otras mujeres que sirvieron a su reina, enterradas en la pared, aun vivas, pero esperando la muerte, asustadas, pues habian visto la imagen viva del Pherid frente a ellas, y estas fueron maldecidas a vivir unidas a aquella pared eternamente, por servir y ocultar a la princesa de la purificacion.

La mente de aquella mujer, un impacto recivio viendo todo eso, pero el valor nacio cuando el llanto de la pequeña nuevamente se escucho, y una de las mujeres hablo, su voz era leve, casi inaudible, sus lavios repetian la palabra una y otra vez, hasta que otra pua negra salio de la pared, acabando con la vida de tan miserable mujer.
La mujer salio rapidamente de la casa, la llevo a la ciudad, pero en cuanto uno de los cazadores que salio con vida de la casa de la muerte, la pudo distinguir, y desterrando a aquella mujer por intentar llevar el mal a una ciudad tan pura, tubo que marcharce a pesar de decir que era la hija de Helenidt, nadie le creyo, ni por sus grices ojos, su palabra no fue creida, enviando a ambas a vivir en la casa de donde el mal renacio...

Asi lo hicieron, pero Nared era la portadora del poder del Pherid, y aquella valerosa mujer fue vendecida con poderes para cuidar de Nared en la casa donde el Pherid atacaba continuamente, intentando acabar con la vida de Nared mientras esta dormia pasiva, mientras esta descansaba del juego que el Pherid probocaba en su ente, en su interior...


Saiuru

Nota: dt = s th = d
Saiuru27 de febrero de 2008

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