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Sombras .

Cuando pasás más de la mitad de tu vida en soledad, aprendés a convivir y a perder el miedo. Lo único que queda es tu sombra y tu conciencia. Y a veces las sombras engañan.
No confíes en nadie, ni siquiera en vos mismo; era el consejo que incansablemente recibía de ningún lado.
Ya no encendía la luz, por el miedo a confiar, ni salía a la calle, tampoco hablaba solo, creyendo que así no se traicionaría a sí mismo. Se había convertido en presa del silencio y la oscuridad.
A veces, recitaba frases de libros que nunca, o alguna vez leyó, y en días de mucho aburrimiento consideraba prender la luz solo un momento para saber si su sombra permanecía con él.
Pero nunca lo intentó, hasta ese entonces, que se sentía desolado. Cuidadosamente acercó su mano, que temblaba de la incertidumbre, a la perilla de la luz hasta que pudo encenderla, y lo que vio… nadie en su sano juicio puede describirlo a ciencia cierta, ningún ojo podría revivir esa escena, esa imagen.
Sus ojos se salieron de las orbitas, dejando cuencas vacías (que luego se convertirían en refugio de gusanos, pero esa es otra historia), condenándolo para siempre a la absoluta oscuridad.
Satire17 de mayo de 2011

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