TusTextos

This's The Last Time.

Sentada en el filo de la azotea contemplo como desde aquí todo parece insignificante, un coche, un autobús, una persona… Una persona… La vida de una persona desde aquí apenas cobra importancia, apenas se distingue nada de lo que en realidad es la vida en si y para mí, no tiene mucha importancia.

Tantos quebraderos de cabeza, tantos problemas, tantas preocupaciones, tantas desilusiones y tantos sueños rotos hoy tendrán su final. Después de varios intentos fallidos el único consuelo que me queda es llorar, llorar desconsoladamente y en la más profunda soledad que Dios ha puesto ha mi cargo.

Todo, absolutamente todo ronda por mi cabeza con libre albedrío, nada tiene un orden. Recuerdos por aquí, sentimientos para allá y ninguno de ellos me dice que no lo haga, todo lo contrarío, me gritan mil veces que lo haga.

Mis muñecas rasgadas me miran, mis múltiple moratones me susurran cosas al oído y mi cabeza, mi cabeza sigue recordando y maldiciendo todo lo que ha ocurrido en mi vida… En mi corta vida.
Maldice a las malas personas que han estado a mi lado, maldicen todo el empeño que puse para cumplir mis sueños, maldicen a todo lo que me ha rodeado durante estos veinte años, ¿y qué me quedan? Maldiciones.

-Uno, dos y tres –cuento susurrando.

Nada, ahora no… No puedo, pero no me queda otra salida. Pastillas con alcohol, cuerdas en una ventana, cuchillas afiladas, nada…con nada lo he conseguido, con esto debe de ser la definitiva, la salida, el final.

-Uno, dos y tres… ¡joder!

-Termina con todo rápido, ya no tendrás más quebraderos de cabeza, ya no tienes nada por lo que vivir, estás sola, no tienes a nadie ni nada, todo el puto mundo está en tu contra. Ni si quiera tienes donde caerte muerta, ¿pero que más te da? Nada importará después porque descansaras como te mereces, no sufrirás por nada y nada te hará sufrir –mi conciencia me apuñala en lo más hondo de mi cabeza.

-¿No se supone que tu tienes que llevarme siempre la contraría? ¿A qué viene eso ahora? Se supone que tú eres la que me tiene que hacer dudar, no la que me tiene que incitar.

-¡Hazlo! ¡No tienes a nadie! ¿O acaso tienes a alguien?

-No, en realidad no, tienes razón, lo haré.

Pongo un pié en el frío vacío. El aire recorre todo mi cuerpo haciendo que surjan escalofríos por todo mi cuerpo y que mi pelo se ondeé lentamente por la fuerza del aire.

-¡No espera! ¡Si que tengo!

-Demasiado tarde, caes…

-Le tengo a él… le quiero –pude gritar en mis últimas palabras.

La sangre llega a la alcantarilla en un intento desesperado de encontrar de nuevo la salida, pero ya nada importa.

Asfalto, gritos, desesperación, sangre… Buenas noches.
Sigh13 de abril de 2008

1 Comentarios

  • Epifanio

    El suicidio literario es a veces la manera de gritar...
    Muchos hemos gritado así y luego percatar, cuanto vale el hecho de ser un suicida fracasado, ya que nos permite la oportunidad de escribir algo mejor o quizás pintarlo o cantarlo, o que se yo, tal vez solo sentirlo con otro...
    Es necesario abrigar la esperanza de la posibilidad, aunque el temblor, el miedo, el dolor nos subyuguen a la angustia, precisamente desde esos sentidos alimentar la esperanza(como dijo Sabato, la esperanza nace del infortunio...). Es preciso resistir no por el hecho de aguantar sino por la posibilidad de cambiar...

    Te lo escribe un suicida ideal(que ya se canso de sus muertes literarias...)

    14/04/08 01:04

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