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El Apóstol Del Demonio

Lakewood (Colorado) algún tiempo atrás…

Por lo general, los días previos que anunciaban el verano eran sumamente agobiantes, el calor se hacía sentir de manera más intensa cada año y la ansiedad parecía copar toda clase de instinto.
- Louis, necesito dinero, hoy saldré más tarde del trabajo – le decía la morena Marion a su esposo, el cual era un alcohólico, abusador de menores y de muy mala calaña, pero dentro de la casa era una persona totalmente diferente.
- Toma 20 dólares y déjame de joder, no tengo más que eso – respondió el hombre, mientras miraba televisión y tomaba cerveza, sentada en el sucio sofá.
- Mierda Louis, trabajas solo cinco horas y luego te pasas todo el puto día sentado frente al maldito televisor. Cuida bien a Peyton y no lo dejes salir; afuera está lleno de gente enferma y desquiciada – agregó la mujer, agarrando su bolso y dirigiéndose a su automóvil, un viejo Ford Fiesta.
La familia Crane era de clase media, bastante trabajadora desde generaciones anteriores. La bella Marion estaba casada hacía cuatro años con Louis Vergara, un hombre latino de 48 años que se la pasaba cambiando todo el tiempo de trabajo, debido a su patético comportamiento.
La mujer había tenido un hijo con su pareja anterior, un hombre bastante humilde, pero de muy buen corazón llamado Dwight Wallace, quien había muerto a causa de un accidente automovilístico.
El pequeño Peyton ya tenía nueve años, habiendo crecido la mayor parte de sus años rodeado de un ambiente no muy recomendable para nadie, pero aún así él era un niño muy tranquilo y muy estudioso, que trataba de esquivar todo tipo de problemas y enfocarse más en las buenas cosas.
La ciudad de Lakewood se estaba preparando para la fiesta anual del “Chapuzón”, nombrada así debido a que se colocaba una gran piscina y todos festejaban en el agua la llegada del verano. Esta fiesta era pensada para la diversión pura y exclusivamente de la familia, aunque en los últimos años se llenaba de borrachos y drogadictos.
Tras terminar con su tarea de la escuela, el pequeño Peyton baja a la sala, viendo que su “padrastro” se encontraba viendo televisión, y ya que era la única que tenían en la casa no podía verla.
- Louis, ¿puedo ir a jugar con Dolores? - preguntaba el chico, refiriéndose a su vecina, con la cual eran amigos desde que el se había mudado a ese vecindario.
- Tu madre me dijo que no muevas tu trasero de aquí, pero me importa una mierda! No eres mi hijo, así que mientras menos tiempo estés aquí, mejor para mí – respondió el hombre, con el alcohol un tanto elevado en el organismo.
Sin decir más nada, el niño fue hasta la casa de su amiga, para tratar de olvidar los malos ratos que pasaba junto a su familia, lo cual era cosa de todos los días y siempre desembocaba en lo mismo.
Ya eran casi las 10 de la noche, su madre no volvería en varias horas, ya que tenía guardia en el hospital, por lo tanto el niño siempre aprovechaba para quedarse jugando unas horas con Dolores.
Tras tocar varias veces la puerta, el pequeño Peyton se extrañó de que su amiga no atendiera, ni tampoco sus padres, que eran muy buenas personas y sobre todo con él.
Yendo hasta la ventana del cuarto de ésta, el pequeño grita: - Dolores, soy yo, abre la puerta – tras lo que la niña rápidamente se asomó para comprobar si verdaderamente era él.
Luego de abrir la puerta, que estaba bien asegurada, Dolores dice: - Hola Pey, lo siento, es que mis padres no están y por eso tenía llaveada la puerta, es que no debo abrirle a ningún extraño. Pasa, ¿quieres pizza? Hay un poco en la heladera por si tienes hambre –
- No, así estoy bien – respondió el niño sonriendo, ya que las veces que llegaba a casa de su amiga, ésta le ofrecía comida.
Caminando de un lado al otro, la nerviosa niña agregó: - Pey, debo ir a bañarme; puedes mirar la televisión si quieres mientras me esperas, en un par de minutos estaré lista –
- No hay problema, te espero –
La pequeña subió por las escaleras, mientras su amigo se sentaba en sofá a mirar algo de televisión, sin encontrar nada mientras recorría por todos los canales.
El sonido de la ducha era muy potente, el agua parecía caer con mucha fuerza, lo cual daba la sensación de que estaba lloviendo a cántaros afuera. La noche estaba muy tranquila, sin ningún ruido molesto que imposibilitase dormir.
Pasando por uno de los canales para adultos, Pey se detiene ante unas imágenes muy fuertes y explícitas para un niño de su edad. Estaban transmitiendo una película sobre un asesino que violaba señoritas, para luego matarlas de la peor manera, lo cual lo impactó de una manera extraordinaria, sin poder sacar la vista del televisor.
Tras varios minutos de ver el telefilme, éste se dirige lentamente a la cocina y agarra un cuchillo de mango blanco que estaba apoyado sobre la mesa, que bien parecía haberse usado parta cortar carne, ya que todavía tenía algo de olor.
Con pasos muy lentos, el pequeño empieza a dirigirse hacia arriba, escuchando que su amiga salía del baño envuelta en una toalla rosada, entrando rápidamente a su habitación, con un poco del frío habitual que todos sienten luego de darse un baño.
Tras subir el volumen del televisor, Peyton avanzaba hacia la puerta de la habitación, delante de la cual se quedó parado con una mirada totalmente distinta y aterradora, algo que jamás había tenido en su vida.
Abriendo la misma con mucho cuidado y sin hacer nada de ruido, puede ver a su amiga completamente desnuda, sacando ropa interior del ordenado cajón, que estaba lleno de fotos de George Michael.
Al darse vuelta, Dolores ve al pequeño dentro de su cuarto, diciéndole con una voz muy fuerte, prácticamente gritando de la vergüenza: - Peyton, qué demonios haces aquí; vete ahora mismo!!! – pero el mismo, lejos de irse, se acercó aún más a la niña, clavándole el inmenso cuchillo en el estómago y sosteniéndolo allí dentro por varios segundos, hasta sacarlo violentamente, lo que hizo que Dolores cayera al piso, llenándolo de sangre.
Peyton apoyó el cuchillo ensangrentado sobre un mueble, para posteriormente arrodillarse y tomar fuertemente con las dos manos del cuello a su amiga, la cual ya estaba agonizando, terminando ahorcándola y dándole una rápida y silenciosa muerte.
Tras realizar este horrible y tenebroso acto, el pequeño vuelve a tomar el cuchillo y sale de la habitación, baja hasta el living y sale de la casa, dejando el televisor encendido, dispuesto a regresar a su casa.
Todo parecía indicar que algo maligno se había despertado dentro de la mente del niño, lo cual era algo bastante normal en psicópatas que crecían en un ambiente como del que él se rodeaba.
Regresando a su casa, ve a su padrastro totalmente borracho, el cual decía con una voz totalmente in entendible: - Vete a tu habitación niño… y más vale que te prepares porque recibirás un castigo bastante duro – pero el niño respondió, tan solo subió por las escaleras, sin emitir ningún sonido.
Al entrar a su habitación, se agacha y saca debajo de la cama un pequeño rociador para la ropa, el cual había llenado anteriormente de gasolina, tomando también una pequeña caja de fósforos que tenía en el bolsillo derecho de su gastado jean.
Bajando nuevamente a la sala, observa que Louis se había dormido en el sofá de la borrachera que tenía; acercándose a él, empieza a rociarlo con el combustible por todo el cuerpo, sin que siquiera el hombre pudiese percatarse de la situación. Sacando un fósforo y encendiéndolo, lo arroja sobre el cuerpo de Louis, el cual empezó a prenderse fuego de una manera tal, que lo hizo levantarse del sofá y correr por toda la casa; pero sus gritos no eran lo suficientemente fuertes para despertar la atención de los vecinos. No pasaron muchos segundos para que el hombre muriese totalmente calcinado y fuese la segunda víctima en la noche del trastornado niño.
Peyton aún no había terminado su trabajo, tras matar violentamente a su padrastro, continuó rociando toda la casa de combustible, dejando un aroma muy fuerte e insoportable. Luego de hacer esto, sale de la casa, marcando una pequeña línea de combustible que entraba hasta la misma y lanzando un fósforo al piso, para luego empezar a correr muy rápidamente, dándose a la fuga.
La casa comenzó a incendiarse, en pocos minutos empezaban a explotar garrafas y demás cosas inflamables, que destruían más y más el lugar. Esto obviamente despertó la atención de los vecinos, los cuales llamaron a los bomberos y posteriormente a la policía, intentando verificar lo que había sucedido allí.
Le bella Marion había recibido un llamado de su vecina Carla Jensen, informándole sobre lo que había pasado, lo cual impactó de gran manera a la mujer, que lo primero que atinó a pensar fue que su Louis lo había hecho, debido a que varias veces tuvo ese comportamiento fuera de lugar.
Tan solo unos pocos minutos habían bastado para que Marion llegara al lugar, viendo su casa completamente destruida y además, siendo informada que tras extinguir las llamas y proceder a revisar el lugar, la policía pudo encontrar los restos del cadáver de Louis Vergara.
- Noooo!! Mi hijo, dónde está Peyton!! – gritaba la morena mujer, mientras era sostenida por su vecina Carla, quien trataba de calmarla un poco.
Saliendo de la casa, el sheriff Max Carwright se acercó a la mujer, quitándose los lentes de sol, que los usaba aunque fuera de noche, presto a dar un informe un poco más detallado del hecho.
- Señora Crane, siento mucho lo que pasó; esto es realmente muy difícil de imaginar. Por desgracia aún no hemos encontrado a Peyton, pero lo más seguro es que haya escapado por temor a las llamas; no debe estar muy lejos de aquí –
En eso, se escuchan gritos desde la casa de al lado, los cuales llenaron de temor a todos los que se encontraban presentes en el lugar del hecho. Carwright y dos de sus oficiales fueron a revisar lo que pasaba, viendo a la señora y el señor Burton llorando desconsoladamente frente al cuerpo sin vida y totalmente lleno de sangre de su pequeña hija Dolores, la cual, obviamente había sido brutalmente asesinada.
Esto cambiaba drásticamente la jugada, ya que se despertaron nuevas sospechas, lo cual apuntaban mayormente hacia el pequeño Peyton, aunque fuese un poco acelerado el pensar eso.
Una noche tranquila y desolada, se había convertido en una horrible matanza y que además desembocó en la desaparición de un pequeño niño de nueve años.
El oficial Méndez se acercó a su superior, preguntándole en voz muy baja: - Entonces jefe, ¿cree que el niño sea el culpable de todo esto? –
- No estoy seguro, pero sé cómo actúan los malditos asesinos enfermos, y estoy seguro que si cometió una masacre, también iba a matar al pequeño Peyton. No quiero decírselo a la madre, pero estoy un 90% convencido de que fue su hijo – comentó el sheriff Carwright, encendiendo un cigarrillo negro.
Los días pasaron y la bella Marion no podía recuperarse de ese terrible golpe recibido, no hablaba con nadie, se pasaba todo el día sin dormir y, obviamente, era muy peligroso dejarla en ese estado y sola; su psiquiatra, el Dr. Wayne Soles, había decidido internarla en el “Centro Especial Smith´s”, donde se le brindaría ayuda junto a otros pacientes.


20 años después

Había pasado mucho tiempo, los ciudadanos de Lakewood habían tratado de olvidar lo que había pasado aquella trágica noche, continuando con una vida normal. Peyton Wallace jamás pudo ser encontrado, su búsqueda había durado unos largos cuatro años, algunos escépticos lo consideraban muerto, pero los más entendidos estaban seguros de que había sido él quien causó esa matanza y era considerada una persona muy peligrosa.
A la ciudad había llegado un grupo muy grande conformado por actores y técnicos, bajo las órdenes del director Michael Bates, quienes apoyados por un pequeño estudio cinematográfico llamado “Golden Pictures”, tenían planeado comenzar el rodaje de la película basada en la vida de este niño.
En un principio, tanto a la policía del lugar, como a los mismos ciudadanos, no les cayó muy bien la noticia, ya que era como un secreto que mantenían y que no querían que fuese difundido y despertara fantasmas del pasado, pero tampoco había nada que pudiese prohibir tal emprendimiento.
La casa de Peyton Wallace había sido especialmente construida nuevamente para esta ocasión, ya que desde ese entonces ese lugar se encontraba destruido y sin haber sido pisado nuevamente, pero la orden del las autoridades era que una vez terminado el rodaje del film, la casa debía ser demolida nuevamente, sin excepciones.
Este proyecto había generado críticas dispares, ya que existía una gran expectativa por ver terminado el trabajo, así como manifestaciones de padres que pedían que no se realizara la película.
En una entrevista realizada por el informativo del Canal 6, el director Michael Bates declaró lo siguiente: - Realmente estamos muy felices de poder contarle a la gente lo que pasó esa terrible noche en la ciudad de Lakewood. Sabemos que fue un capítulo que marcó la historia de esta tranquila ciudad y nos resulta muy interesante plasmar eso en una película. Más que nada, quiero decirle a la gente que esto lo hacemos como un tributo para ellos y no de mala fe; hace muchos años se terminó con la búsqueda de Peyton Wallace, llegando a la conclusión de que había muerto, aunque quizás no lo estuviese. La idea de este film es que sea conocido a nivel masivo, así la gente se interesará en saber lo que pasó con este sujeto y pueda reiniciarse su búsqueda -
El primer día del rodaje había iniciado, las tomas iniciales se filmarían en exteriores, mostrando un poco el espíritu de la tranquila ciudad de Lakewood y a sus habitantes.
El actor que encarnaría al pequeño Peyton Wallace era el mismo hijo del director Bates, llamado Billy, un niño de 10 años, pero con una extensa carrera cinematográfica desde los 4 años, habiendo participado en varias publicidades y películas de bajo presupuesto.
Éste desde un principio se había negado a interpretar al personaje que le había tocado, ya que era un desafío un poco extraño y resultaba ser la responsabilidad más grande que había tenido que enfrentar hasta el momento, pero su padre le hizo tomar consciencia de que era el trabajo que lo haría reconocido y de seguro su carrera despegaría luego de esto; cabe mencionar que él siempre lo motivaba e impulsaba salir adelante en cada reto.

TOMA 6 (Sanatorio Albany Coast) 10:30 p.m.

El primer día del rodaje ya estaba finalizando; durante el día se habían filmado puras tomas de reconocimiento del lugar y como una pequeña introducción a lo que sería la película. Ya de noche, todo el staff se dirigió al sanatorio “Albany Coast”, lugar donde se filmaría el nacimiento del pequeño Peyton Wallace.
Una gran lluvia se había hecho sentir afuera, lo cual debió apresurar un poco las cosas. El agua golpeaba con gran violencia las ventanas del sanatorio, dando un ambiente bastante especial a la escena.
- Michael, creo que debemos aprovechar esta lluvia; le dará un toque siniestro a esta escena; me parece que quedará perfecto – decía el productor T.J. Beatty, sosteniendo su vaso de plástico con café negro, el cual era fundamental durante todo el tiempo de rodaje.
- La verdad tenía pensado hacerlo de manera diferente; quería que la escena ocurriera de día y lo más tranquilo posible. El niño no nació siendo un monstruo, es eso lo que quería enfocar, pero considerando que esta es la lluvia más poderosa que vi en los últimos tiempos, creo que nos será bastante útil – respondió Bates, fumando un cigarrillo tras otro.
La escena comenzaría con una toma por los oscuros pasillos del sanatorio y con las ventanas siendo golpeadas por la terrible lluvia, los truenos haciendo vibrar el cielo y creando una atmósfera bastante terrorífica. Ulla, una actriz que interpretaba a la trastornada enfermera con maquillaje fuerte y oscuro, caminaba por los pasillos llevando una pequeña mesa rodante con comida para los enfermos, mientras los relámpagos, junto los efectos de iluminación, hacían brillar su rostro cada tantos segundos, lo cual quedaba perfecto.
Detrás de cámaras, Michael le hacía señas para que caminase lento y sus pasos puedan describir mejor la situación que intentaba mostrarse, hasta que entrase en una de las salas.
- Corte!!, salió perfecto – gritaba Bates, dispuesto a filmar la última escena del día, la que sería la más importante, mostrando el nacimiento de Peyton Wallace, el cual para los habitantes de la ciudad era nombrado “El Apóstol del Demonio”, que también fue aprovechado para darle título a la película.
La bella Curtis Baker era la actriz contratada para encarnar a la madre del diabólico niño, la desgarrada Marion Crane. Tras pasar por un largo y tedioso casting, Bates y los demás productores notaron en ella una luz especial para encarar el personaje, ya que resultaba ser una mujer tranquila, pero que el tiempo podía transformar en alguien lleno de preocupaciones, miedos y desconfianza.
Para la siguiente escena, todas las cámaras y equipos entraron a una de las habitaciones, donde filmarían el nacimiento de Peyton Wallace. Ésta era bastante oscura, con colores fuertes por las paredes y con una construcción un tanto antigua y deteriorada, debido al toque especial que le daban para la película.
- TOMA 7 “El Nacimiento”, roda cámara. Acción!! – decía en voz muy fuerte Bates, dando la señal para comenzar a rodar la última y más importante escena del día.
Un grupo de doctores rodeaban a la bella Marion Crane, la cual gritaba y lloraba a cada segundo, debido a los dolores de las contracciones. La actuación que demostraba Curtis Baker era sumamente preciosa y perfecta.
- Ten fuerza Marion, todo pasará muy rápido – decía el doctor Parker, mientras veía asomarse la cabecita del bebé, resultando todo muy rápido, tal como lo había diagnosticado.
El niño había nacido sin problemas, en un parto tétrico, con una noche oscura y el ruido del enorme viento golpeando las viejas ventanas rasposas.
- Aquí tiene su hermoso regalo del cielo – decía una de las enfermeras v vestidas de celeste, mostrándole la criatura a la mujer, que poco a poco iba olvidándose de todo el dolo y empezaba a sonreír.
- Pásame a mi bebé, quiero tenerlo – exclamó Marion, extendiendo sus brazos para tomar su más grande logro hasta el momento.
El niño le había sido entregado, para que pudiese notar que ya todo había pasado y que en adelante podía estar tranquila, sabiendo que podía criarlo de la mejor manera.
Luego de mostrar esto, la cámara voltea hacia la ventana de la habitación, para darle el toque final de la escena, mostrando la intensa lluvia y como los relámpagos parecían destruir los cielos.
Tras un intenso relámpago que duró aproximadamente más de dos segundos, la silueta de un hombre robusto y alto logró distinguirse en medio de esa oscuridad que fue iluminada por un pequeño instante. Este hombre parecía tener cubierto el rostro con una máscara de un demonio negro con los ojos cerrados, lo cual según la Biblia de Satanás representa el paso directo al infierno tras el sacrificio divino.
Todos se quedaron atónitos al ver esto, ya que era sumamente terrorífico y extraño a la vez; estar bajo un terrible temporal no estaba bajo las cálculos de nadie. Michael Bates se asomó a la ventana, diciendo en voz baja: - ¿Qué demonios es eso? – a lo que uno de los asistentes de cámara arremetió: - No lo sé, pero ese sujeto sí que mete miedo –
Al siguiente relámpago que logró iluminar el exterior por un momento, el hombre ya había desaparecido, sembrando aún más la duda. Aunque muchos creían que solo eran personas poco acostumbradas a ver cámaras y un equipo completo de rodaje.
Tras cambiarse de ropa para poder volver a su casa luego del largo día de rodaje, Ulla entra a un cuarto muy oscuro que se utilizaba como depósito de elementos de limpieza, muy sucio por cierto. Encendiendo la pequeña lámpara que había que adivinar dónde estaba, la mujer ve a un hombre frente a ella, con una máscara terrorífica y una actitud de más tenebrosa.
Antes de que alcanzara a gritar, el hombre la toma fuertemente del cuello con las dos manos, destruyéndole la laringe y evitando que pudiese tener algún posible reflejo de auxilio; el rostro de la mujer se ponía cada vez más morado y su respiración se detenía cada vez más.
Tras varios segundos de agonía, los ojos de la mujer malograda comenzaron a sangrar gotas rojas que no parecían querer cesar. Este sujeto tan solo la miraba ya muerta, mientras respiraba profundamente y de manera agitada, emitiendo sonidos extraños.
El director Michael Bates había reunido a todo el equipo, diciéndole: - Muy buen trabajo gente, eso es todo por hoy. No creo que mañana podamos hacer nada si es que esta lluvia continúa; la mayoría de las tomas son en exteriores, así que de seguir esto así los veré el miércoles a las 8:00 –
Todos estaban recogiendo las cosas, dispuestos a volver por una ducha caliente y un merecido descanso. La bella Curtis, hizo un comentario en general: - Oigan, ¿dónde está Ulla?, se suponía que debíamos ir juntas – a lo que el productor T. J. Beatty se acerca a la talentosa y bonita joven, diciéndole: - No te preocupes Curtis, a lo mejor tenía algo que hacer y se fue antes, seguro luego te lo explicará. Vamos, te llevaré a tu casa, allá afuera está cayendo más agua que en Vietnam –
La muchacha dudó un poco, ya que Ulla no era de hacer esas cosas, pero bueno… nadie se presentaba lo suficientemente preparado para darse cuenta del noticia.
- De acuerdo, supongo que mañana me explicará todo – asintió Curtis, tomando su campera de jean y marchándose hacia su casa, un poco desilusionada tras la situación inexplicable.
Lo que empezó como el rodaje de una simple y modesta película de terror, se había convertido en el terror más carnal y verdadero al que cualquiera pudiese ser sometido. La cacería había comenzado, sin respuestas aún.

Al día siguiente

Muy temprano por la mañana, el equipo volvió a reunirse para continuar con la filmación de “El Apóstol de Demonio”. Un gran fresco se había presentado ese día, haciendo que todos fueran con sus abrigos y con sus vasos de café.
Tras bajar de su Citroen C3 color bordó, el director Michael Bates se saca los lentes del sol, apoyándose por la puerta delante, preguntando: - ¿Han sabido algo de Ulla? –
El resto del equipo ya estaba listo para comenzar, lo que molestaba mucho a cada uno de ellos, ya que no les agradaba la actitud de divo y estrella que mostraba el director, siendo el último en llegar siempre.
- Aún no hemos sabido nada, Michael. Esto es muy extraño, pero todavía estamos esperando que llegue en algún momento – decía T. J, revisando en su laptop las cintas filmadas el día anterior.
- De acuerdo, igualmente ella ya filmó todas sus partes. Lo único que me resulta extraño es que se haya ido sin decir nada, ni siquiera se despidió del equipo para agradecer. Prepárense todos, comenzaremos en 15 minutos – agregó Bates, con una actitud indiferente y muy fría.
Todos se sorprendieron bastante al ver llegar el auto del sheriff Wray, más aún por la terrible frenada que realizó, dejando las huellas de los neumáticos marcadas en el suelo.
Tras bajarse del auto, el mismo se acomoda el sombrero, diciendo: - Señor Bates, necesito hablar con usted –
- ¿Sucede algo sheriff? – arremetió éste.
- Acompáñeme por favor, tengo que hacerle unas preguntas –
Bates siguió al hombre uniformado, alejándose un poco del resto del equipo, en una situación que empezó a incomodar a todos.
El sheriff Wray se quitó los lentes oscuros, presto a explicar lo que estaba sucediendo: - Mire señor Bates, hemos recibido informes de una persona fallecida en su set de filmación. Se trataría de una mujer llamada Ulla Novalski, una de sus actrices –
Bates se tomó la cabeza con la mano derecha, respondiendo un tanto atónito: - ¿Está seguro?, porque desde anoche no hemos sabido nada de ella. Pero, ¿cómo pudo haber ocurrido esto? Es decir, si le pasó algo nos íbamos a dar cuenta. Esto no es muy razonable sheriff, disculpe que lo contradiga –
- El celador del lugar encontró el cadáver de la mujer dentro del cuarto de limpieza; aparentemente la misma fue brutalmente asesinada. Ahora mismo los forenses se llevaron el cuerpo para realizarle una autopsia y determinar las causas de su muerte. ¿Qué me dice al respecto señor Bates? – decía Wray, utilizando sus métodos persuasivos para sacarle información al hombre.
- No tengo nada que decir sheriff; francamente me quedé helado con lo que me acaba de contar. Lo único que atino a pensar en este momento es que alguien está tratando de sabotear mi película; no se qué medidas piensa tomar al respecto, pero debe darse cuenta que ya mataron a una de mis actrices, y esto no puede seguir sucediendo - intentaba razonar Bates, sin mucho artículo –
La autoridad tan solo volvió a colocarse los lentes de sol, encendiendo un cigarrillo y diciendo en voz muy baja: - De acuerdo señor Bates, pueden continuar, no voy a suspender su filmación. Pero quiero que quede algo bien en claro; si es que llego a enterarme de que alguien de su gente fue el responsable de la muerte de esa pobre chica, voy a encerrarlos como ratas y les doy mi palabra de que nunca saldrán –
Tras estas palabras, el mismo subió a su auto, arrancando, colocando primera y saliendo furiosamente del lugar. Siempre con el instinto de que algo no andaba bien, como varias veces ya lo había podido comprobar.
Bates nuevamente se unió al resto del grupo, muy preocupado por lo que había oído y sin tener muchas soluciones ni explicaciones por el momento.
- Michael ¿Qué quería el sheriff? – preguntaba T.J. Beatty, mientras sostenía con las dos manos su vaso de café negro.
Tras un corto e incómodo silencio, el director soltó estas palabras: - Al parecer Ulla fue asesinada anoche. El sheriff Wray dice que el celador del sanatorio “Albany Coast” encontró el cuerpo esta mañana –
Todos se miraron entre sí, totalmente atónitos por tal noticia y más aún, porque nada llegaba a cerrar del todo. Podría decirse que era como un chiste de mal gusto.
- No sé si creer lo que me estás diciendo, esto es estúpido – decía Curtis, mientras soltaba sus primeras lágrimas de desahogo.
- Tranquilízate, sé que esto no suena muy razonable, yo le dije lo mismo a Wray, pero al parecer es cierto; por lo tanto debo decirles que por hoy no filmaremos absolutamente nada. Yo por mi parte iré a ver lo que sucedió, el que quiera ir que me siga – agregó Bates, tomando las llaves de su auto del bolsillo de su tapado negro.
El equipo empezó a juntas las cosas, desarmando todo y dejando el set nuevamente limpio. Ya no había nada que hacer ese día. A partir de ese momento las cosas se tornaban tensas y llenas de dudas.
Uno de los actores del film, precisamente un tipo llamado Warren Warrelson (loco no?) tenía una amistad bastante cercana con el productor T.J. Beatty, ya que eran compañeros desde la preparatoria y hasta habían ganado varios torneos estatales de atletismo representando a la academia “Lorent”. Tras supervisar varios comerciales de bajo presupuesto, fue contratado por la productora “Golden Pictures” para producir gran parte de los films realizados cada año.
Warren se acercó al hombre, el cual se encontraba juntando las tomas realizadas el día anterior y verificando que no hubiesen pérdidas, siempre muy cauteloso con su trabajo.
- “Big T” te noto muy preocupado por todo esto ¿estás bien? Hace un tiempo que no conversamos; sabes que puedes confiar en mí – decía Warren, refiriéndose así a su amigo T.J.
- Es que si es verdad lo de la muerte de Ulla, esto es sumamente peligroso. Creo que un asesino nos está acechando y el muy hijo de puta no va a detenerse hasta que haya logrado su objetivo – respondió el hombre, encendiendo un cigarrillo.
- Oye viejo, te invito una cerveza, necesitamos despejarnos un poco – agregó el otro, tratando de hacer más amena la cosa.
- ¿Cómo lo adivinaste? Es justo lo que necesito para liberarme de toda esta mierda que tengo en la cabeza –
Ambos fueron hasta el bar “BQ” situado sobre la calle St. Petersburg; un lugar frecuentado por motoqueros, con mesas de pool, hard rock, mucho humo y mucha cerveza.
Sentados en un mesa pequeña y con un inmenso vaso de cerveza cada uno, mientras sonaba por la rockola marrón el tema “Shake a Leg” de AC / DC, extraído del disco de 1980 “Back in Black”, Warren bebe un sorbo de su trago y dice: - Entonces… ¿de verdad crees que un asesino nos está acechando y trata de matarnos a todos? Todavía no se pudo comprobar nada amigo, es solo una simple teoría que genera tu subconsciente Big T. Disculpa, pero no suena demasiado alentador –
- No debería serlo, pero es la pura casualidad ¿o qué? Estamos filmando una maldita película de un maldito asesino retardado y allá afuera hay un hijo de puta esperándonos con un inmenso cuchillo para matarnos a todos –
- Oye, oye, oye me parece que te están afectando mucho las películas de terror amigo; puedes ver afuera pero te aseguro que no verás a Freddy Krueger ni Jason Vorhees, ni siquiera al Dr. Hannibal Lecter por más normal que parezca –
- Es la maldita verdad Warren, no hace falta ser muy listo para darse cuenta que alguien quiere asesinarnos sin que remotamente supiésemos el por qué –
- Tal vez tengas razón, creo que la cerveza se me subió un poco, pero… no me parece correcto que continuásemos con la filmación; quizás es un film maldito, como pasó anteriormente con El Exorcista, La Profecía, Poltergeist y hasta el cabronazo de Superman… debería detenerse ahora mismo –
- Michael no detendrá el film, ese sujeto hace lo que quiere y nadie tiene las bolas para decírselo. Si no fuera por ese maldito, en este momento estaría yo en su lugar y no siendo un maldito rezagado toda mi maldita vida – decía T.J, muy enfadado con el director, el cual tenía una actitud de divo permanente.
- Brindemos para que todo esté mejor – exclamó Warren, chocando su vaso con el de su amigo, bebiendo para apaciguar la situación un poco.
T. J. apoyó su vaso vacío sobre la mesa, acercándose a su amigo y diciéndole en voz baja: - Acompáñame esta noche al cementerio –
- ¿Qué? ¿Para qué mierda quieres ir al cementerio? además, ¿por qué debe ser a la noche precisamente? – decía Warren, mirando de reojo a su alrededor constantemente.
- El cuerpo de Ulla será llevado esta tarde, como lo hacen con la mayoría de los que mueren de manera dudosa; aquí se manejan así, no les importa la maldita gente. Si es así, quiero comprobar si fue asesinada o no.
- Oye amigo, se supone que el sheriff y su gente se encargarán de eso; además, ¿Qué ganas haciendo algo así? – preguntaba Warren, bebiendo un sorbo de su cerveza.
- El sheriff está desquiciado, y por la forma que le habló a Michael, el tipo va a inventar cualquier cosa para culparnos y meternos en prisión. Si logro descubrir el fondo de la situación podré irme tranquilo de aquí – comentaba el otro, encendiendo un cigarrillo.
- Me parece una idea sumamente estúpida! Pero bueno, yo no soy de aquí y de verdad no quiero ir a prisión por culpa de un maldito loco uniformado, así que te acompañaré. Pero que quede claro que no me agrada para nada la idea… me da escalofríos de solo pensarlo –
- Gracias amigo – decía T.J. sonriendo por primera vez.

Esa noche (Cementerio Lakewood)

Tras llegar al lugar, ambos notan que era una zona totalmente abandonada, como si los muertos fuesen basura. Una brisa aterradora se hacía presente y la noche era muy fría, lo que aún lo ponía más intenso.
Ni siquiera había guardias de seguridad, por tal motivo se podía entrar por cualquier lado. El cementerio de la ciudad se caía a pedazos, sin que nadie tomara cartas en el asunto.
- Mi Dios, qué le sucede a esta gente! – decía sombrado Warren, poniendo cara de asco tras entrar al lugar.
- Están todos enfermos. Vamos, debemos apresurarnos en encontrar la tumba de Ulla, estoy seguro que no debe estar muy lejos. Separémonos y la encontraremos más rápido – comentaba T.J. alumbrando con su linterna el camino.
- ¿Separarnos? Oye, es un cementerio no un parque de diversiones –
- ¿Le tienes miedo a los muertos?
- Muy gracioso. Solo digo que no es muy alentador caminar por un lugar en el cual no se ve nada – decía nuevamente Warren, mirando hacia todos lados.
- Para eso tienes tu linterna. Vamos, no seas marica y busquemos la maldita tumba – insistía el otro, un tanto ansioso.
Ambos comenzaron a buscar la tumba de la perecida mujer, que había muerto en situaciones muy extrañas, y prácticamente no había nadie que se preocupase por ello. La ciudad de Lakewood era una entrada a la perdición.
Algunos búhos podían escucharse, escondidos tras los árboles, ambientando una escena sumamente aterradora.
Tras toparse con un par de rocas mal colocadas, Warren empieza a gritar: - La encontré, aquí es – refiriéndose a una pequeña cruz que había encontrado y donde apenas se visualizaba y mal escrito: “Ulla Novalski (1980 – 2008)”.
T.J corrió rápidamente junto a su compañero, viendo que efectivamente tenía razón. También le parecía horrible el trato que había recibido por más muerta que estuviese. Parecía como si estuviese mal enterrada.
En eso, empieza a escucharse una especie de llanto fantasmagórico, lo cual asustó mucho a ambos, a punto de orinarse en los pantalones.
- Qué mierda fue eso?!! – exclamaba Warren, comenzando a girar para todos lados sin parar, sin alumbrar con su linterna un lugar específico.
Tras decir estas palabras, una figura comienza a vislumbrarse desde lejos; la misma avanzaba muy rápidamente, pareciendo ser una mujer. El aire de repente comenzó a ponerse más y más frío.
Era algo irreal, algo que quizás en el fondo del subconsciente humano pretendía crear; pero no… en ese preciso instante, los dos pudieron ver frente a ellos la figura de Ulla, que obviamente estaba muerta.
Warren, empezó a orinarse en los pantalones al verla (¿o acaso no habrían hecho lo mismo?, mientras ésta los miraba con una cara de tristeza, sin decirles nada aún.
- Esto no puede ser cierto!! Solo me lo estoy imaginando… sé que los malditos fantasmas no existen – decía en voz baja T.J. intentando no mirar a la mujer.
En eso, el rostro de Ulla comenzaba a cambiar, pasando de la más aguda tristeza a una maldad incontenible, avanzando hacia ambos y destruyéndoles el cerebro. Los ojos de Warren y T.J. habían explotado, largando litros de sangre, mientras sus cabezas hicieron lo mismo. Una maldición irreal los había consumido.

A la mañana siguiente

El sheriff Wray se encontraba en su oficina en el departamento de policía de Lakewood, tomando un poco de café y pensando en el revuelo que se estaba viviendo en lo que aparentemente resultaba una ciudad tranquila y alejada de problemas.
Tras escuchar golpear la puerta repetidas veces, el oficial Rodríguez entra a la oficina. El hombre de cabello oscuro y un refinado bigote, parecía tener algo importante que decir.
- Señor, hemos sido comunicados que siguen habiendo desaparecidos en el equipo de filmación de Michael Bates. No sabemos con exactitud qué fue lo que sucedió, pero los nombres de los extraviados son Thomas Jay Beatty y Warren Lee Warrelson –
Wray se quedó callado por un instante, forzando al otro a preguntar: - Señor ¿se encuentra bien? –
- Voy a encontrarme bien en el momento que tenga frente mío al maldito hijo de puta causante de todo y juro que voy a clavarle mi cuchillo tan hondo que lo sentirán hasta sus ancestros – respondió el hombre.
Abriendo el cajón superior izquierdo de su escritorio, el hombre saca su pistola calibre 38 “Smith & Wesson” color plateado, con las balas necesarias, cargada para patear traseros.
- ¿Vamos a molernos a tiros con alguien? – preguntaba Rodríguez, rascándose la cabeza.
- Tal vez; estoy harto de esta mierda. Tú vendrás conmigo – agregó el hombre, tomando las llaves del auto y procediendo a salir por la puerta, cerrándola bruscamente.
Michael Bates se encontraba en una bella casa que había alquilado por ese mes, tiempo que duraría la filmación. Era un amplio lugar con vista a las inmensas montañas rocosas.
Mientras se servía un trago de whisky, suena su celular, el cual tenía el timbre de “El Exorcista” ( irónico no?): - Hola? –
- Señor Bates, soy Wray. Necesito hablar con usted ahora si no está muy ocupado –
- Por supuesto sheriff, ¿logró descubrir algo? – preguntaba el director, mientras bebía un trago de su bebida blanca.
- Cuando llegue se lo contaré todo. Estaré allí en 15 minutos –
El pequeño Billy había salido de su habitación, habiéndose levantado recién, aún con el pijama puesto y los ojos colorados.
- Papá, ¿qué sucede? – preguntaba el niño.
- Nada hijo, todo está bien. Solo estaba hablando de negocios con un amigo –
Al cabo de un par de minutos, el uniformado había llegado a la casa del director, junto a su compañero latino Rodríguez. El preocupado hombre había salido a recibirlos, en una mañana un tanto fresca y con hojas secas que volaban por todos lados.
- Señores… – saludaba Bates.
- Buenos días Bates, ¿podemos entrar a la casa a hablar? –
- Por supuesto – asintió éste, invitándolos a pasar.
Michael Bates era un gran fanático del whisky desde los 20 años, edad en que empezó a comprar una botella casi por día; por lo tanto fue lo único que atinó a invitar a los oficiales.
Bebiendo un trago de la deliciosa y fina bebida, Wray dice: - Señor Bates, hemos sido informados que dos personas de su equipo se encuentran desaparecidas; uno es el productor Thomas Jay Beatty y el segundo es el actor Warren Lee Warrelson. ¿Sabía algo de esto? Y de ser así… ¿podría explicárnoslos? –
Tomando el vaso con una mano y acomodándose los anteojos con la otra, el hombre procede a beber un sorbo del whisky, respondiendo: - Sí… lo sabía, me lo informaron mis asesores esta mañana muy temprano. Si me permite decirle unas palabras sheriff… quiero expresar mis ganas de levantar todas las cosas e irme de aquí. No sé por qué motivo mi equipo está desaparecido, asesinado; pero estoy seguro que alguien está tratando de matar a toda mi gente –
- Primero pensé que solo era un enfermo asesino, pero ahora ¿resulta que también hay un secuestrador? Aquí está sucediendo algo muy extraño. Esta ciudad necesita una limpieza urgente – expresaba Wray, encendiendo un cigarrillo.
- Anoche tuve un sueño muy extraño sheriff. Tal vez le parezca un poco estúpido lo que voy a contarle, pero… soñé que Peyton Wallace fue el asesino de Ulla, que también seguido a eso asesinó a T.J y a Warren. Todo fue tan real, luego de eso no pude dormir más. Tengo mucho miedo, de verdad – contaba Bates, apoyando sus codos sobre la mesa.
Wray acabó su vaso de whisky de un trago largo, expresando: - He llegado a la conclusión de que nadie de tu equipo es el responsable de todo esto; pero están corriendo un peligro tremendo. Tal vez a alguien no le gustó la idea de que vengan a filmar a este pueblo una película sobre su mayor miedo… -
- ¿Qué trata de decir con eso? – preguntaba Bates, juntando sus manos en señal de duda.
- Este pueblo está maldito, Bates. Con los años la gente comenzó a irse, tal vez por temor a que le sucediese algo, no lo sé. Personas inocentes comenzaron a morir en extrañas circunstancias; jamás pudo descubrirse la causa de ninguna de las muertes, pero algunas están muy relacionadas con fenómenos paranormales… …. Aunque suene un poco demente –
El hombre quedó muy sorprendido al oír tal historia, como si hubiese ido a parar al mismísimo infierno. Las cosas empezaban a ponerse cada vez más enfermizas y desagradables.

Esa noche

Curtis Baker y otra de las actrices, Melinda Angelo, una bella jovencita de 18 años que interpretaba a la supuesta hermana adoptiva de Peyton, algo que se inventó para darle un toque más de drama a la película, se encontraban en la habitación del hotel que compartían entre las 2, al igual que la mayoría del equipo de filmación.
Sosteniendo su muñeca de trapo y sentada de piernas cruzadas, Melinda expresa a su amiga, que se encontraba secándose el cabello tras salir de la ducha: - Sabes… esta tarde me encontré con un sujeto muy extraño, parecía como salido de una película de Hitchcock. Al principio pensé que quería robarme, pero solo me tomó por un momento el brazo, diciéndome “La maldición ha llegado nuevamente. El diablo ha venido a castigarnos y hacernos pagar”. ¿Qué crees que signifique eso? –
Deteniendo su actividad momentáneamente, Curtis expresa: - Podía haber sido un maldito loco, pero aquí de verdad están pasando cosas muy extrañas, Melinda. Creo que algo nos está acechando… -
- Un momento, chica… ¿por qué precisamente nosotros tendríamos que ser víctimas de un enfermo loco que intenta asesinarnos? – preguntaba Melinda, con un tono un poco más elevado.
- ¿Y por qué no? Por si no lo sabías, en esta ciudad la gente no es muy normal. No me extrañaría para nada que tuviesen guardado al hijo de puta de Peyton Wallace, para luego largarlo y que se convierta en un fiera que sale a matar por matar – decía Curtis, mientras no pestañeaba ni siquiera una vez.
- Cállate!!! No quiero seguir oyéndote!! – gritaba Melinda, mientras se tapaba los oídos y cerraba los ojos, evitando llorar.
- Te pones así porque verdaderamente existe la posibilidad que algo así pueda ser cierto ¿no? Los tiempos cambian amiga. Ahora lo único que nos queda es esperar lo peor – agregaba Curtis, mientras le sacaba a su amiga las manos de los oídos, dándole a entender que dejaría de hablar.
Ambas terminaron su conversación y se tiraron a dormir, sabiendo que al día siguiente podían seguir empeorando las cosas, o en caso contrario, solucionarse aunque sea una pizca de todo el lodo fangoso.
La noche era muy oscura, un frío y fuerte viento golpeaba las ventanas del hotel, escuchando las hojas pegarse como potentes insectos contra un parabrisas.
De repente, en medio de un extraño sueño, Melinda empieza a escuchar unas voces de fondo que decían: “Mátate perra, eres la escoria de esta sociedad. Mátate y termina con tu sufrimiento de esclava. Mátate, mátate, mátate, mátate”!!! .
Estas voces no se detenían, lo cual hizo que Melinda abriera los ojos y comenzara a gritar desesperadamente, corriendo por toda la habitación. Esto alarmó a su compañera: - Melinda, qué te sucede!! Detente!! -.
Pero la mujer no soportaba más ese sufrimiento imparable, lo cual hizo que se arrojara con una fuerza sobrehumana por la ventana de la habitación, rompiendo el durísimo vidrio y lanzándose de un 9ª piso.
- Oh Dios mío!! – gritaba Curtis, mientras sus nervios empezaron a hacerla vomitar sin parar, casi al extremo de ahogarse, mientras a su vez no podía contener el llanto que casi no la dejaba respirar.
La bella y joven Melinda había sido poseída por extrañas fuerzas sobrenaturales y malignas, terminando con su vida de una manera horrible y espantosa. Lakewood se estaba convirtiendo en un infierno en llamas y definitivamente “la muerte” era el único camino que tenían.
Rápidamente, la noticia de la muerte de Melinda llegó a oídos de todos, quienes ya estaban totalmente convencidos de que tarde o temprano la muerte los atraparía.
Los forenses habían llegado para estudiar el cuerpo de la joven Melinda Angelo, mientras que la policía rodeaba el lugar, alejando a todos los camarógrafos y gente de los medios, que no permitían trabajar tranquilo.
Con una taza de café en la mano, Michael Bates se acerca al sheriff Wray, diciéndole en voz baja: - Al parecer tenía razón; esta ciudad está maldita. Mañana mi hijo Billy sale en el primer vuelo de regreso a Los Ángeles, no quiero que sea una víctima de ningún psicópata –
- Esto se ha descontrolado en gran medida. Pero no tenemos pista de ningún asesino, es todo muy extraño, como si el mismísimo demonio estuviese haciendo su trabajo sucio. Le recomiendo que se vayan todos de aquí lo antes posible; solo gente de su set es la que está muriendo, tal vez si se van esto dejará de ocurrir – expresaba Wray, con los ojos rojos del cansancio acumulado.
- Nadie irá a ningún lado sheriff, no sin saber quién es el maldito causante de todo este pandemonium – decía Bates, pasándose la mano derecha por su cabello mojado.
Curtis, por su parte, se encontraba sentada en la ambulancia, habiendo mejorado un poco, pero desvastada por haber visto morir a su compañera; sus lágrimas no se detenían un momento, lo cual no era nada alentador.
Acercándose a ella, como pocas veces, el director Michael Bates la tomó del hombro, diciendo: - Lo siento mucho… jamás podía imaginar que todo esto pasaría. Mi intención solo era filmar una buena película, pero terminó transformándose en algo real. Si quieres volver a tu casa está bien, puedo pagarte el pasaje de regreso, es lo que me corresponde hacer. Pero quiero que sepas que no nos detendremos hasta descubrir quién es el que está detrás de todo esto –
Bates había cambiado bastante su actitud desde que todo el caos comenzó a desatarse, dándose cuenta que no estaban lidiando con cosas normales. En eso, la bella Curtis saca un pedazo de papel de su bolsillo, pretendiendo mostrar algo.
- Esto encontré debajo de la cama de Melinda, alguien lo habrá dejado allí sin que nos diésemos cuenta – expresó la joven.
El papel estaba escrito con lápiz labial rojo fuerte y decía: “El infierno está aquí, ofrezcamos víctimas al señor de las tinieblas”. Obviamente, a partir de ese momento se dieron cuenta que todo se trataba del trabajo de un loco enfermo, adorador del diablo y que sabía perfectamente cómo hacer las cosas.
- Wray, necesito que vea esto – decía Bates en voz alta, mientras el uniformado arrojaba su cigarrillo.
Tras ver la nota, el sheriff se quedó reflexionando un momento, sin decir una sola palabra, mientras los otros dos lo miraban fijamente, esperando una reacción.
- Este hijo de puta está más loco de lo que creía. Al parecer debemos custodiar a todo tu equipo Bates, esto puede ponerse mucho peor – expresaba Wray, más preocupado aún.

Al día siguiente

- Rodríguez, trae tu trasero aquí – gritaba desde su oficina el sheriff Wray, mientras observaba el escrito, sin sacar los ojos de allí.
El oficial fue corriendo rápidamente hasta allí: - ¿Sucede algo señor? – preguntó.
- Necesito que verifiquen la tipografía de este maldito escrito. Llévaselos a los de “Letter Network”, y que investiguen de la mano de qué maldito psicópata salió esta letra –
- Enseguida señor – respondió el oficial.
“Letter Network” era una cadena de investigación de tipografías, instalada en sus comienzos de forma secreta, para detectar señales piratas a las redes del gobierno. Por lo general, la policía no solía tener acceso a éstos, pero si la CIA y el FBI; aunque en los últimos años la cosa había cambiado un poco.
Mientras tanto, Curtis Baker y la pequeña Julia Malone, una niña de 10 años que interpretaba a Dolores Burton, se encontraban reunidas en casa del director Michael Bates, suplicándole la posibilidad de irse de Lakewood lo antes posible.
- Son libres de hacer lo que quieran, no puedo detenerlos. Pero yo no iré a ningún lado hasta saber quién está matando a todo mi equipo – decía Bates, sosteniendo su vaso de whisky.
- Michael, ¿acaso no te das cuenta del riesgo que corres? Todos están muriendo en circunstancias sumamente extrañas; deberías replantearte las cosas e irte de aquí – expresaba Curtis, tomándose la cabeza con ambas manos por la preocupación.
- Lo siento, no lo haré. Aunque mi propia vida esté en juego, no puedo quedarme de brazos cruzados. Soy el responsable de la seguridad de todos ustedes, entiéndelo – agregó el hombre, encendiendo la televisión.

“NOTICIAS DEL CANAL 6” con Stacy Duncan

- Una víctima más se agrega a la larga lista de asesinatos ocurridos en los últimos días. Con el dudoso suicidio anoche de la actriz Melinda Angelo, la policía local ha determinado que hay algo más detrás de todo esto.
Se estima que un asesino misterioso es el responsable de todas estas muertes, tras haberse encontrado una nota de extraña procedencia en el lugar de los hechos. Según palabras del mismo sheriff Wray, estos 2 últimos días fueron determinantes para llegar al fondo de la investigación. El rodaje de la película “El Apóstol del demonio” ha finalizado tras la muerte de varios integrantes del equipo, siendo ya considerada dentro de la lista de películas malditas como “El Exorcista” o “La Profecía”. Soy Stacy Duncan para las Noticias del Canal 6. Seguiremos informando…

En eso, suena el celular de Michael Bates, el cual tras contestar se da cuenta que era del propio sheriff Wray, que nunca contaba con una buena noticia.
- Bates, el oficial Rodríguez ha muerto. Su cuerpo fue hallado flotando en el río hace no más de media hora!!! –
- ¿Qué?!! Cómo puede ser posible!! Qué mierda es lo que está sucediendo aquí!! – exclamaba Bates, tomando el teléfono con ambas manos, sin para de temblar.
- Esta mañana le dije que le llevara el escrito del asesino a los de “Letter Network” y jamás volvió. Alguien sabe demasiado lo que estamos haciendo o es obra del mismo diablo que está metiendo la maldita cola – decía Wray, ya a esas alturas bastante trastornado.
Parecían no estar muy lejanas aquellas historias sobre que la ciudad de Lakewood era un lugar maldito y poseído por fuerzas sobrenaturales.

Demonio

“La tentación de San Antonio, por Martin Schöngauer”.

En la religión, folklore, y mitología demonio (o el daemon, el dæmon, o aún el daimon) es el estado supernatural que se ha descrito generalmente como espíritu malévolo. Se representa a un demonio con frecuencia como fuerza que pueda ser conjurada o ser controlada. El "buen" demonio en uso reciente es en gran parte un dispositivo literario (e.g., demonio de Maxwell), aunque las referencias a los buenos demonios se pueden encontrar en Hesiodo y Shakespeare. En el lenguaje común, para "demonizar" una persona se le dice que es el mal, o es la fuente de mal.


Concepción judeo-cristiana

La concepción más extendida en Occidente es la judeo -cristiana, según la cual, los demonios son espíritus del mal con la potestad de poseer a los seres humanos. Para el cristianismo, en particular, los demonios son espíritus inmundos, vale decir, esbirros de Satanás, príncipe de este mundo y enemigo declarado de Dios y sus ángeles, cuya morada es el regnum caelorum [reino de los cielos]. Se le identifica con el Ángel caído, que se rebeló contra Dios.

En un sentido general, no obstante, puede decirse que los demonios no son necesariamente seres malvados. Los griegos dividían a los demonios entre buenos y malignos: agatodemones y cacodemones, respectivamente. Mientras que los agatodemones se asemejan a la noción judaica de ángel protector, los cacodemones, por su parte, no serían otros que los ángeles caídos a los que se refiere la tradición judeo-cristiana. Tal es el caso de Lucifer, príncipe de los demonios, que el cristianismo identifica con Satanás.

La rama del saber que se ocupa del estudio de los demonios recibe el nombre de 'demonología'. El culto del o los demonios se denomina 'demonolatría'. Se reserva, finalmente, el término 'demonomancia' para designar el arte adivinatoria por medio de la invocación de demonios o espíritus impuros.

Supuestamente, los demonios pueden poseer a personas, animales o cosas para sus propios objetivos, pero en la mayoría de religiones pueden ser expulsados mediante el exorcismo.


La hermetología trata de comprender el sentido de lo demoníaco por referencia a la divinidad, produciendo siempre y necesariamente una simetría invertida en todas sus manifestaciones. Así, frente a la Trinidad, Padre, Cristo y Espíritu Santo, se presenta la tríada opuesta, Lucifer, Anticristo y Falso profeta. A diferencia de la Trinidad donde el proceso comunicativo intradivino se inicia en el Padre, Creador, el Hijo, la acción salvadora, y el Espíritu Santo, la iluminación o revelación, la tríada invertida coloca al orden al revés, primero Lucifer, la iluminación, que genera las ideas, la ilustración, después Diablo, la potencia en acción, y finalmente, Satán, no la creación sino la destrucción. Una teología de la historia no puede comprender ésta sin la lógica triádica invertida, y un ejemplo básico sería para los últimos siglos, el inicio revelatorio de los philosophes, la continuación revolucionaria, y por fin el nihilismo de las ideas, la cultura y las prácticas existenciales.


Expresión de la maldad del ser humano

La expresión Demonios también es usada para indicar aspectos malignos o miedos del ser humano, generados a través de su conducta o instintos y que hacen daño al mismo individuo o a otras personas; refiriéndose a ellos como demonios interiores del ser humano, o su mente.


Esa noche, Curtis se encontraba empacando sus cosas para volver a Los Ángeles al día siguiente. La situación ya sobrepasaba los límites de cualquiera y lo más lógico era irse de allí.
- Termina rápido de empacar Julia, debemos dormir temprano – indicaba Curtis a la pequeña, que tenía bajo su cargo, tras tomar la decisión drástica de volver a casa.
En eso, las ventanas de la habitación del hotel comenzaron a rechinar y ser fuertemente golpeadas por el tremendo viento que se presentaba afuera. Era increíble, ya que el clima estuvo muy bien en todo el día.
De repente, suena el celular de la muchacha, pero el tono del timbre no era igual, ya que sonaba un tanto más desafinado y emitía sonidos un tanto más extraños. Esto sorprendió a Curtis, que observó por unos instantes el celular Nokia que estaba dentro de su cartera… hasta que se decidió a contestar.
Un voz ronca, pero a su vez bastante terrorífica se hizo sentir del otro lado del teléfono, aunque las palabras no eran muy claras.
- Hola?!, hola?... – decía la joven, sin saber qué pasaba.
- Con que tú eres mi madre – respondió la misteriosa persona.
- Hola?... (silencio momentáneo) ¿Es esto alguna clase de broma? –
- Tu muerte y la de todos los demás será muy desagradable – decía el hombre, mientras jadeaba haciendo ruidos obscenos.
- Qué es lo que quieres!! Déjanos en paz maldito enfermo desgraciado!! – gritaba Curtis, mientras las lágrimas empezaban a chorrear de sus ojos celestes.
La conversación finalizó allí; aquella horrenda voz parecía haber dejado el teléfono. Una aparente calma se hacía sentir por el momento.
- Curtis ¿qué está sucediendo? ¿quién fue el que llamó? – preguntaba Julia, un tanto asustada por notar así a la mujer, que aún estaba temblando de los nervios.
- Nadie cariño, solo un estúpido que quería jugar una broma – decía Curtis, lanzando su celular contra la cama.
En eso, comienza a sonar la puerta de la habitación en la cual se encontraban ambas, lo cual hizo que las dos comenzaran a mirarse fijamente y con bastante miedo.
- No te asustes, solo debe ser el servicio del hotel – le decía Curtis a la pequeña Julia, tomándola de los hombros y hablándole con voz muy baja, mientras se decidía a abrir la puerta para ver quien la estaba “visitando”.
Tras tomarse un par de segundos, y tras cerrar los ojos fuertemente, la joven se dispone a abrir rápidamente la puerta, volviendo sus ojos celestes a abrirse. Pero la sorpresa era que la persona que había golpeado ya no estaba; el pánico empezaba a carcomerla por dentro.
Habiendo contemplado esto, Curtis decide cerrar violentamente la puerta, cerrándola con llave, corriéndose un poco y mirando a los ojos a la pequeña Julia, pero sin decirle una sola palabra.
En eso, una persona sale del baño de la habitación, este era un hombre delgado, con la cabeza rapada, una marcada barba candado, con varios días sin afeitarse; tampoco tenía puesto nada sobre el torso, con un marcado tatuaje en el pecho y una apariencia aterradora.
Las dos mujeres se asustaron de sobremanera al verlo, pero emitiendo un grito que verdaderamente no llegó a sentirse, debido a que la voz no les salía normalmente como debería.
- Así que tú eres mi madre – dijo el hombre, con una voz ronca y bastante gastada.
Tras un pequeño silencio de reflexión, Curtis respondió muy suavemente y con lágrimas en los ojos: - ¿A qué te refieres? … ¿Quién rayos eres tú? –
Acercándose muy, pero muy lentamente… el hombre dijo: - Soy la persona que nadie pensaba encontrar alguna vez en su patética vida; soy aquel que les trajo el infierno para quedarse y que ardan en las llamas, como basura que son. Soy el llamado “apóstol del demonio” y ninguno va librarse de su destino –
Tras escuchar esto, la joven abrió grande los ojos y viró un tanto la cabeza hacia un costado, sin estar preparada para decir lo que venía.
- Eres… … ¿eres Peyton Wallace? –
- BINGO! Maldita… ahora que lo dedujiste muy bien tengo un premio para ti – respondió el hombre, mientras tomaba del cuello a Curtis, levantándola con gran fuerza y arrojándola contra pared, en estado inconsciente.
La pequeña Julia comenzó a gritar desesperadamente, lo cual hizo que Peyton se arrojara sobre ella, lanzándola contra la cama y violándola de manera espeluznante, provocando un horrible acto endemoniado.
Tras propinarle varios minutos de sufrimiento, el tenebroso sujeto se levanta de la cama, sonriendo y levantándose los pantalones, habiendo dejado a la niña en un estado de semi inconsciencia.
Al escuchar que el servicio del hotel, había oído todo el escándalo y prestos a entrar a la habitación, Peyton abre la ventana del 9º piso, arrojándose al mejor estilo Batman.
Definitivamente todo había dado un inmenso giro de 360º, convirtiéndose en algo más perverso de lo que se presumía. El hijo maldito de la ciudad había regresado, o mejor dicho… nunca se había ido.
Curtis y Julia, habían sido trasladadas al sanatorio “Albany Coast”, donde serían atendidas de sus heridas, para poder recuperarse y contar lo que había sucedido.
Cerca de las 7 de la mañana del día siguiente, una enfermera de unos 40 años de edad, muy hermosa y con el cabello recogido, entra a la habitación donde se encontraban ambas, con un carrito plateado cargado de deliciosa comida.
- Chicas, aquí está el desayuno. Espero que lo disfruten – decía la enfermera, muy cordial como era costumbre.
- Muchas gracias; ¿sabe si tendremos visitas? – preguntaba Curtis, sentándose en la cama con las piernas cruzadas, frotándose los ojos.
- El sheriff Wray y el señor Bates están esperando afuera. Ni bien termina el desayuno comienza la hora de visita – explicaba la mujer, siempre con una sonrisa en el rostro.
- …Me imaginé que ellos serían los primeros… y quizás los únicos – expresó la joven, mientras se disponía a tomar la taza de café, llevándosela a la boca.
Por su parte, Julia no dijo una sola palabra; en realidad, ella fue la más afectada en toda aquella horrible y perversa situación. Fue una situación un poco incómoda, ya que dos personas en una habitación sin hablarse, es como fumar marihuana en una iglesia. (…?)
Tras finalizar el desayuno, Wray y Bates entran a la habitación, saludando a ambas y prestos a dialogar. Era bastante cómico el hecho de que Wray en ningún momento se quitaba el sombrero, como si estuviese 100% metido en una película western.
Sentado a la orilla de la cama, Bates toma del brazo a Curtis, diciéndole: - Me alegra mucho que estén bien – pero la joven aún se mostraba bastante indiferente al respecto, bastante desilusionada por cómo habían salido las cosas.
- ¿Adónde nos viniste a traer, Michael? Esto es un infierno… todos moriremos, ya no hay salida – decía la muchacha, con lágrimas que volvían a salir de sus ojos, habiendo ya pasado las ocho horas del último tranquilizante.
- Lo sé Curtis… créeme que no encuentro la forma de disculparme por haberlos hecho venir hasta aquí; jamás me hubiese imaginado que este lugar pudiese tener una maldición real – explicaba el hombre, mientras giraba sus dedos sin detenerse.
Tratando de romper ese diálogo que no empezó siendo nada favorable, Wray se acercó y dijo: - Curtis, sé que es un momento difícil, pero necesitamos que nos digas quién fue el que les hizo esto. Tuviste que haberlo reconocido; nos ayudarías mucho –
Con un silencio bastante prolongado que se hizo sentir, la joven expresó: - Qué más da; de todas formas no nos creerían –
- A estas alturas ya nada nos sorprendería – acotó el sheriff, un tanto preparado para lo que estaba por escuchar.
Curtis viró la cabeza, mirando fijamente a Julia, la cual había sido víctima de aquel enfermo hombre; pero debía decir la verdad, aunque muchos escépticos no llegasen a creerlo.
- El hombre que nos atacó es Peyton Wallace; en este momento deberíamos estar muertas – explicó.
Bates abrió grande los ojos, señal de no poder creer lo que escuchaba; mientras que Wray lo asimiló un tanto más, ya que sus sospechas empezaban a confirmarse.
- Sabía que ese hijo de puta no había muerto… debemos detenerlo antes de que sea demasiado tarde – decía Wray, mientras rompía sus lentes de sol con una mano, demostrando toda su rabia.

Esa Tarde

Todos los demás miembros del set de filmación de la película “El Apóstol del Demonio”, regresaron a sus hogares, tras el fracaso que había resultado todo, pero más aún, por el peligro que corrían. Era horrible tener que estar con la certeza de que en muy poco tiempo todos serían asesinados sin piedad, ni remordimiento alguno.
El director Michael Bates se encontraba en la oficina de Wray, sabiendo quien había sido el culpable de todo hasta ese momento; aunque a decir verdad, no todo cuadraba muy bien que digamos…
Con un vaso de whisky en la mano (como de costumbre), Bates caminaba por todos lados sin sentarse en ningún momento.
- Es ridículo pensar que Peyton Wallace ahora tenga poderes sobrenaturales; es decir… por más que estuviese vivo, el sujeto no pudo haber hecho todo lo que hizo, sin que parezca un asesinato – decía Bates, volviéndose un tanto paranoico con el caso.
- Esa porquería jamás me resultó normal… es un desgraciado que hace lo que quiere, cuando quiere. No me extrañaría que hasta tuviese los poderes del mismo demonio para hacer todas estas malditas cosas –
- Creo que debemos atraparlo urgente, es demasiado peligroso para toda la ciudad – argumentaba Bates, acabando su vaso de fino whisky “Wild Turkey”.
- No, no me interesa atraparlo. Cuando lo vea, voy a dispararle tanto que el muy hijo de puta parecerá un queso gruyere – respondía furioso Wray.
Las horas pasaban y ya casi estaba anocheciendo. Bates permanecía sentado en una silla al fondo del escritorio, mientras que el sheriff Wray no paraba de buscar algo de información en Internet que pudiese llegar a ser útil.
- ¿Nada aún? Es tarde Wray, me iré a casa a descansar, mañana será un largo día – decía Bates, tomando su chaqueta de cuero.
- Haz lo que quieras, pero recuerda… no queda más nadie de tu equipo, tú eres el único, y podría ser esta misma noche tu muerte. Piénsalo… -
Wray tenía razón; ya no había más probabilidades de salvarse solo, pero quizás permaneciendo juntos, podían llegar al fondo de la situación, o tal vez a descubrir a qué se enfrentaban.
- De acuerdo… creo que es la única opción y la más lógica. No quiero morir sin verle la cara a ese maldito – decía Bates.
- Oye!! Encontré algo aquí, tienes que ver esto, es completamente enfermo… - exclamaba el sheriff, bebiendo un trago de whisky.

“Aquellas personas que realizan una misa negra no necesariamente tienen que ser Satanistas. Cada cual ha de encontrar su propia combinación, su propia clave que permita hacer que la magia funcione para sí. El concepto de magi
Soulvalentino24 de mayo de 2008

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