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El Crimen Perfecto

Corrías, por aquel lugar que un día lo llegaste a considerar tu hogar.
Los pasillos del chalet de las afueras de la familia, estaban desiertos, de no ser por ti y claro esta, por él, que corría tras de ti, cuchillo en mano.
No resistirías, esa noche se daba punto y final a tu partida, en el juego de la vida y lo sabías.
Ya no te preguntabas como habías podido ser tan estúpida de confiar en aquel “amable” desconocido que habías visto en contadas ocasiones en el pueblo cercano a tu casa y traerlo al chalet, porque el “pobrecito” se sentía muy triste, su mujer había sido asesinada, minutos antes comprendiste que la muerte de la esposa del que sería tu asesino, había muerto a manos de ese hombre y tu cerebro se rió de ti, por ser tan estúpida de confiar en un extraño, su padre tenía razón cuando de pequeña no paraba de decirle que no había que fiarse ni de los desconocidos ni de las apariencias.
De la misma forma que el cura del pueblo era un mandado de Dios y había violado a una niña indefensa, ese hombre, parecía un cordero degollado a primera vista pero era un asesino, que no dejaría huella, como lo había hecho con su esposa.

Torciste una esquina, directa a abrir la puerta de la cocina, que daba al jardín pero no te acordaste, estaba cerrada, tu misma la habías cerrado y él, al otro lado de la mesa, con esa mirada de psicópata que te daba más miedo que el propio cuchillo de carnicero que tenía en la mano.
Y lloraste y él mostró sus dientes perfectos en una sonrisa maléfica, iba a disfrutar despedazándote.
Corriste de lado a lado, intentando esquivarlo pero como el lógico, pues ya estas muerta, no lo conseguiste.
El cuchillo traspasó tu pie y gritaste con dolor, el te agarró del pelo y tiró de ti, te golpeó en la cara, cuando alzó la mano, para mostrarte un manojo de llaves, las tuyas, las que abrirían la dichosa puerta, te fijaste en que llevaba unos guantes de lates, para no dejar huella, lo comprendiste, no te mataría en tu propia casa, era lo suficientemente inteligente, como para no hacerlo.

Te sacó de la casa, mientras te golpeaba y tu llorabas, humillándote en tus últimos momentos de vida, suplicando y pidiendo auxilio, pero nadie vendría, el pueblo quedaba a treinta minutos en coche y no habría nadie cerca, para ayudarte.
Te fijaste en el lugar al que te llevaba, era un sendero de tierra arenosa.
No ando demasiado, hasta que se paró en una fosa de al menos cinco metros de altura, ya lo tenía preparado.
Con esa mirada que tanto miedo te infligía, esa risa de perturbado mental y los dolores atroces que te producía el cuchillo, sintiendo como cortaba a tiras tu piel, alcanzaste la paz eterna y él, te tiró a la fosa, luego echó tierra y limpió minuciosamente los alrededores y tu casa, para no dejar huella de que había sido él.

Después de dos semanas, tu búsqueda se interrumpió, nadie se molestó en buscarte, no tenías familia, el dinero se lo dejabas a la iglesia del pueblo y solo eras una anciana que muchos calificaban de loca y de estorbo.

Así fue, hoy tus huesos descansan bajo ese bosque, en un lecho de tierra y ramas sueltas, sin que lo que quede de tu cadáver haya sido hallado.
Hoy escribo uno de estos pocos casos, un crimen perfecto.
Sunbathe31 de agosto de 2008

2 Comentarios

  • Diesel

    Jejejeje, Sunbathe, !qu? bien has ido describiendo la pat?tica escena!. Al final das una soluci?n perfecta al caso imposible de desenvolver... es bueno el relato y buena la direcci?n de la escena. Quiz?s alg?n sabueso se interese por el tema y desempolve el caso para ver si encuentra pistas aclaratorias... pero de momento la ancianita que daba todo a la iglesia no tiene ahora nada para su velatorio...

    31/08/08 11:08

  • Dama

    Puede que conlos a?os excaven para hacer alguna obra o vete tu a saber y encuentren el cadaver , Has estado perfecta , tanto como el crimen , un besote

    31/08/08 11:08

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