TusTextos

Y Entre Miedos Eva.

CAPÍTULO PRIMERO.

Mirando la mesilla mientras dejaba el vaso de agua se decidió a hablar.
-Estoy notando, no puedo explicarlo del todo, pero estoy notando cosas que no me gustan. Eva estaba nerviosa al decir las palabras, tenìa miedo a equivocarse, aunque en el fondo de si misma sabìa que las sensaciones eran reales.
-Cosas que no te gustan, a qué te refieres con eso?Dijo Ana en la semioscuridad.
Estaban las dos en uno de los dormitorios del Hotel de los tìos de Ana, disfrutando de unos dìas de descanso entre montañas llenas de grutas, una piscina que apagaba el calor en sus peores horas y el aliciente del mar a pocos kilòmetros en coche.
Durante ocho dìas siempre era cerrado al público para hacer los mantenimientos que realizaba Juan, el cuñado de Ana.
También eran aprovechados por parte de la familia y asì poder juntarse en ese tiempo de descanso.
Eva se giro en su cama aún sentada y miro a Ana con cierto nerviosismo. Tan sòlo podìa ver su sombra a esa hora de la noche; la única luz que iluminaba la estancia era la que entraba por la ventana.
Llegando a ver poco màs que el contorno de la cama gemela a un metro escaso de la suya, susurrò con inquietud.
-Es Juan, me he sentido incòmoda en varios momentos desde que estamos aquì.
-Incómoda?
-Sì, de alguna forma me he sentido invadida. No puedo decir que me haya intentado besar, ni tocarme de forma grosera...pero me siento de la misma manera. A Eva le estaba costando mucho expresar sus inquietudes, aunque Ana no parecía darse cuenta del miedo en sus palabras.
-Tal vez has confundido algún gesto?Resulta un poco extraño que a éstas alturas, después de tantos años tratandote tenga un comportamiento como ese.
Eva querìa darse calma a si misma al rodearse las piernas a la vez que apoyaba la barbilla en sus rodillas, meciéndose ligeramente dijo las únicas palabras que para ella tenìan lògica dentro de la locura que sentìa estar viviendo.
-Yo sé lo que he sentido, no es bueno, no puedo decir otra cosa; no es bueno.
-Bueno, qué ha pasado exactamente?- Ana se sentò en el borde de su cama y apoyo los pies en el suelo esperando una explicaciòn.
Eva se llevó una mano al cuello y lo masajeo para liberar tensión mientras ordenaba las palabras, respirò ondo y comenzò a hablar.
- Llevo tres dìas viviendo situaciones tensas cuando està cerca de mì, todas las veces que ha ocurrido estàbamos sòlos. La primera fue con la excusa de enseñarme su último invento, ya sabes que està en un cuarto pequeño y estrecho. Yo salía de la piscina y me dijo; ven que te voy a enseñar còmo ha quedado mi última creaciòn. Yo fui totalmente confiada a la caseta, me hizo entrar delante de él, y me explico las modificaciones que habìa ido realizando en el tronco de madera hasta convertirlo en una figura de dos brazos que parecìan salir del mismo suelo, unidos al final por las manos que entrelazando los dedos dejaban el espacio perfecto para que alguien se pudiera sentar. Mientras me lo explicaba apoyaba un brazo por encima de mis hombros, eso me hizo sentir algo agobiada por el espacio reducido, y la poca ropa que yo llevaba no me ayudaba precisamente, pero la sensaciòn realmente preocupante fue al querer salir de allì. Él ocupaba casi toda la puerta, eso me impedía salir, incluso retrasò el que pudiera hacerlo al apoyar el otro brazo en el marco que permitìa algo de espacio. Forcé la salida con un comentario sobre el calor que hacìa y las ganas de darme otro chapuzòn.
Me metí en el agua en cuanto pude, dejando la mente en blanco y no queriendo dar màs importancia a lo que de alguna forma habìa notado.
Ayer volvì a tener una sensaciòn parecida al entrar en la casa en busca de un gorro para tu hermana. Juan estaba tumbado en el sofà, parecía dormido, pero al tomar el sombrero del perchero escuché su voz.
- Para qué quieres el sombrero?
Me giré sorprendida con él en las manos.
-Es para Teresa, dice que le està dando demasiado sol en la cabeza.
-A ver cuál le llevas?- Extendio el brazo para que le diera el sombrero, al menos eso pense yo. Al acercàrselo, su mano se alargó un poco màs y en vez de cogerlo agarrò mi muñeca y tirò con fuerza. Yo perdí el equilibrio y caì prácticamente en sus piernas. Me levanté lo màs rapida que pude y salì casi corriendo mientras escuchaba sus carcajadas.
Hoy ha pasado en la piscina, estaba pensando en darme un baño, vosotras habìais salido a pasear con los perros, y como la furgoneta de Juan no estaba en la entrada, di por supuesto que tardarìa en volver, ya que debìa dejar a tus tìos en la estación. Asì que no lo pensé mucho y me puse el bañador.
En un momento dado saqué la cabeza del agua y me encontré con su mirada puesta en mì, sentado en una tumbona, sin hacer otra cosa que mirarme. Yo nadé con mayor intensidad, deseando escuchar los ladridos de los perros anunciando vuestra llegada.
En medio de todas esas situaciones hubo cosas aisladas, detalles insignificantes, pero con un denominador común....la sensación de que aprochó cualquier excusa para ser yo el centro de su atención. Eva sentía como pequeñas gotitas nacían de su cuero cabelludo mientras hacía el esfuerzo de contar sus temores entre susurros, ya que a pocos pasos se encontraba la habitación de Juan y Teresa.
Ana miraba a Eva, con una expresión algo confusa, como queriendo asimilar las palabras que estaba escuchando de boca de su pareja y pensando a la vez, que el protagonista de dicho relato era su cuñado, entrando en un dilema sobre su modo de actuar ante la situaciòn que se le presentaba.
-Él te ha dicho algo? Ha hecho algún comentario fuera de lugar? - Las preguntas de Ana iban buscando alguna confirmación del hecho.
-No; ya te he contado que fueron situaciones en las que me senti presionada de alguna manera, pero no hubo palabras en ningún sentido.
-Ya. Entonces que... Ana no terminò la frase al escuchar un ruido en el pasillo.
Ambas giraron la cabeza en dirección a la puerta guardando silencio.
Ana se levantó de su cama y caminó con cuidado para no tropezar con nada hasta llegar a la puerta casi cerrada. Lentamente agarró el pomo y tiró suavemente hasta hallar el espacio suficiente que le permitiera asomarse y buscar el motivo del crujido.
Todo fue muy ràpido, pero llegò a ver una silueta familiar que se moviò unos segundo después de sentirse observado, y cruzando de una sòla zancada abandonò el pasillo y entrò en el baño que estaba situado justo enfrente de su habitación.
Ana cerro la puerta muy despacio y volviò a su cama. Se sentò, quedando todo en silencio.
Dejò que pasaran unos minutos y luego respiró ondo antes de hablar.
- Era Juan. Ha entrado en el baño, pero, no sé, me ha dado la impresión de que estaba demorando el entrar precisamente en el servicio.
- Nos habrà escuchado? Eva no podìa evitar que su voz sonara algo temerosa.
- No lo sé, pero està claro que nadie se queda a las dos de la madrugada en un pasillo sin motivo. Ana no pensò en hacer màs preguntas, sólo le quedaba una por hacer.
- Quieres que nos marchemos mañana?
Eva respondiò con las palabras màs claras y concisas que pudo.
- He pensado mucho antes de contarte nada, porque son palabras muy serias, pero la preocupación que siento dentro de mì no permite el silencio. Quiero que mañana observes su comportamiento conmigo, que me digas lo que ves. Temo confundir las cosas, de hecho el esfuerzo de contarte es tremendo. Soy consciente de que estoy hablando de tu familia, todo lo que implica una cosa asì. Me supera el pensarlo, la verdad. También quiero que sepas que si noto algo en ese sentido...querré irme en ese mismo instante.
-Vale, estaré pendiente de Juan. Ana no dijo màs, en su mente contaba los dìas que aún iban a permanecer allì, tres días eran pocos y se pasarían ràpidamente.
Ambas se acostaron en sus camas, cada una con sus pensamientos...

Eva metiò la última mochila en el maletero del ford fiesta, haciendo toda la presión posible entre las maletas y las bolsas de todas las cosas que se habìan comprado esos dìas, esperando que no se rompieran las jarras de cristal que le habìa encargado su primo Pedro, cerrò el maletero.
Mirò la hora calculando que para las cuatro de la tarde estarían entrando en Toledo. Confirmò de nuevo la hora de llegada a casa de Pedro mirando el mensaje que le habìa mandado el dìa anterior. Margen suficiente hasta las cinco y media.
Sòlo quedaba recoger las gafas, despedirse y coger carretera.
Tenìa muchas ganas de irse de allì, esperaba que Teresa no viera su impaciencia.
Entró en la cocina donde se encontraban Teresa, Ana, y la tía de ambas, Ramira.
Estaban envolviendo en la encimera los bocadillos que se llevarìan para el camino. Unas botellas de agua, refrescos, y unas galletas, descansaban sobre la mesa.
Eva fue al rincòn para coger la bolsa nevera que habìan dejado a su llegada dìas antes, y empezò a meter todo, mientras miraba de vez en cuando hacìa la puerta.
Ana miró a Eva un par de veces, sin hacer comentario alguno al darle los bocadillos.
Eva metió las servilletas de papel y cerró la cremallera de la nevera, se incorporò y se despidió con unos fuertes abrazos y besos de Teresa y Ramira.
Ana hizo amago de coger la nevera, Eva le hizo un gesto negativo, y se agachò cogiendo las asas y alzàndola se encaminó hacia el coche.
Al salir al patio se encontrò de frente con Juan, y sin soltar la bolsa que practicamente era acunada entre sus brazos, se despidió de él de forma màs ligera.La excusa del peso en sus brazos hizo que un par de besos y un toque en el hombro fueran la forma de decirle adios.
Siguió caminando hasta el coche, y al escuchar las voces de Ana y Juan despidiéndose, aprovechó para colocar la bolsa en el asiento trasero, se sentó en el lugar del conductor, metió la llave en el contacto y arrancó.
A la vez que bajaba las ventanillas del coche y subìa el volumen de la radio, maniobró para situar el coche de frente a las verjas de la entrada, dando la espalda totalmente a la casa.
Miró por el espejo retrovisor, tan sólo esperaba a que Ana se subiera al coche.
Al cabo de un minuto estaban en movimiento, en el coche sólo se escuchaba la radio.
Unos cinco kilómetros después , Ana dijo.
-Bueno, la despedida ha sido normal, no?
Eva miró un segundo a Ana y afirmó con la cabeza.
-Entonces....parece que su comportamiento ha cambiado de esos primeros dìas. Ana encendió un cigarrillo, se acomodó mejor en el asiento, y pareció relajar todo el cuerpo.
-Ya. Dijo Eva, mientras aceleraba màs al incorporarse a la autopista. Agarrando con fuerza el volante, miró fìjamente la carretera permanenciendo en silencio el resto del camino.
Ther15 de febrero de 2016

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1 Comentarios

  • Pbmaria

    Esperando el segundo...!

    17/02/16 03:02

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