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El Gran Lobo Negro

La noche cubre el valle con una fuerte brisa y muchas estrellas brillantes, los arboles susurran y bailan la danza de Naelishtle, el espíritu del viento, que con sus brazos acaricia todo el valle y ayuda a las aves a volar. El joven Río Pacífico de apenas 13 años, ya es considerado todo un adulto en su tribu, ha superado las pruebas de sobrevivencia e incluso se le ha dado un nombre de adulto de acuerdo a sus aptitudes mostradas en las pruebas.
Preocupado por la dolencia de su padre, Río Pacífico deja su hogar en las montañas en busca de una cura. La noche le alcanzo impidiéndole continuar, así que descansa tendido en el césped contemplando las estrellas, esperando encontrar la respuesta en ellas, que los espíritus se presentaran a él y lo llevaran a un bosque mágico, el mundo de los espíritus, donde es natural ver los ciclos de la vida detenerse, retroceder y avanzar mas rápido.
Un sol rojo ilumina un desierto donde todos los animales están inquietos. El sol se ve cada vez más grande. Un estruendo a lo lejos, los pasos rápidos de un gran lobo negro, ojos rojos de sangre. El gran lobo negro se para en medio del desierto y contempla el sol, ve la aflicción de este mundo y con voz fuerte dijo palabras incomprensibles: “Se acabo el tiempo.” Y extendiéndose hacia el sol, lo devoró; llenando todo de oscuridad, solo los ojos rojos fijos flotando en la nada y el estruendo de sus pasos, el horrible estruendo.
Río Pacífico despierta, un suave amanecer surge del este. Para horror del joven, el estruendo ha escapado de sus sueños. ¿Qué es? Se pregunta Río Pacífico ¿Qué criatura extraña hace semejante ruido? ¿Será acaso el gran lobo negro? El muchacho aterrado toma su cuchillo y arco, no permitirá que el lobo negro devore su preciado sol.
Mientras corre, todo da vueltas en la mente de Río Pacífico. Los penetrantes ojos rojos del lobo, su padre enfermo, los animales inquietos, “Se acabo el tiempo”…tiempo. Pero el nativo no sabía lo que era el tiempo, no estaba familiarizado con los términos cósmicos.
Una columna de humo se elevaba al frente, Río Pacífico no entendía bien las señales de humo, pero lo que mas le sorprendió fue que el humo se movía, una fogata que corre mientras se dan señales. Esta era seguramente la cosa más rara que había visto.
Alcanzando una colina, pudo ver al gran lobo negro, iba tan rápido que sus patas no se podían distinguir. Su hocico pegado al suelo como acechando una presa, de sus orejas salía humo. Ese era el lobo negro. De alguna manera era diferente. Una diferencia que mozo no podía entender.
Bajando la colina, estaban las pisadas que la bestia había dejado. Eran aún más raras. A su paso, el gran Lobo negro dejaba marcas brillosas y leña, todas estas eran cosas que Río Pacífico no podía entender. Sin mas que hacer y olvidando la enfermedad de su padre. El joven siguió las pisadas del lobo negro, esperando encontrar su guarida.
El sol estaba ya en su punto más alto, el muchacho había caminado todo el día, cuando el estruendo volvió, venía de vuelta. Río Pacífico se preparó, tenía su arco y flecha, esperó a que apareciera el lobo negro, estaba cerca, pero el joven no podía verlo. El viajero temía que la bestia se hubiera vuelto invisible sabiendo que le cazaban. El miedo lo invadió, el estruendo era cada vez más fuerte, el suelo temblaba. Un rugido fuerte estremeció a Río Pacífico, éste volteo y vio al gran Lobo Negro acercarse a él a gran velocidad. EL niño salto, esquivo al lobo, se preparo para atacar, pero el gran Lobo negro ignoro su presencia y siguió adelante.
Río Pacífico lanzo una de sus flechas la criatura, éste no respondió, solo siguió. Entonces el joven tomo su cuchillo y corrió tratando de alcanzar al lobo negro. Enterró su cuchillo en el costado del lobo, pero como el lobo nunca paró ni él soltó su cuchillo, fue jalado por la fuerza del lobo. Aterrado, el niño cerró sus ojos, pero cuando sintió sus pies seguros sobre algo. Se tranquilizó, miró y descubrió que el lobo era de madera, como los árboles. Estaba hueco y podía entrar en él.
Adentro del gran Lobo negro era oscuro y había paja, madera y piedras en formas extrañas. El lobo seguía su marcha, el nativo no veía forma de detener al lobo negro así que se sentó tratando de comprender la naturaleza de su descubrimiento. Nunca en su aldea había escuchado de algo similar.
Desde adentro del gran Lobo negro, Río Pacífico vio hermosos paisajes, un lago entre las montañas, campos hasta donde se podía ver, el extenso desierto. De pronto comenzaron a haber rocas con las formas más raras que el muchacho había visto. Eran altas y cuadradas, una junto a otra, y así varias unidas, había gente entre ellas, vestían raro y su piel era mas clara que la que Río Pacífico había visto jamás.
El lobo comenzó a detenerse, rugió y se paro por completo, al frente de una roca de la cual salía gente. El joven se asomo y vio más gente bajarse de la criatura. Maravillado el joven con todas las cosas que nunca había visto se bajo y se dirigió a la primera persona que vio.
“¿Es este el mundo de los espíritus?”- pregunto Río Pacífico.
“Disculpadme, caballero. ¿De donde venís vos?”- le contesto el hombre de piel blanca.
Río Pacífico no entendía las palabras de aquel hombre. Creía que le habían llamado caballo, o algo parecido
Toda la tarde pasó- El joven nativo trataba de darse a entender con aquella gente.
Fue llevado con un hombre viejo, su piel roja como la de Río Pacífico. “Veo que has venido de las montañas donde habitan los Huaxinestlile ¿Por qué has bajado al desierto?”- El viejo pregunto muy apenas moviéndose para verlo y gesticular sus palabras.
“Mi padre esta enfermo, sus ojos lloran sangre y suda frío. No puede levantarse de la cama y así lleva varios días”- Contesto preocupado Río Pacífico.
“Conozco la enfermedad de tu padre, necesitas darle un caldo con las yerbas del amanecer y corteza de sauce, toma esta solución y agrégala al caldo”- le dijo mientras le daba un pequeño frasco con un liquido verde.-“Se que no puedes pagarme, no con lo que aquí se acostumbra, así que solo dame tu cuchillo y podrás llevarte el frasco”.
El cuchillo de Río Pacífico a cambio de la salud de su padre. Parecía un trato justo.
El viejo le explicó a Río Pacífico que estos eran los pueblos del hombre blanco que venia del Este y que traía la ciencia, la industria y la enfermedad. Que podía tomar el ferrocarril y que éste le llevaría de vuelta hasta las montañas. Ahí él tendría que seguir su camino a casa, pero tenía que esperar a que saliera el sol, para que del otro lado del pueblo se encontrara con el gran Lobo Negro.
Poco sospechaba aquel joven viajero que sus aventuras le costarían a su tribu más de lo que pudiera haberse imaginado.
Este fue el primer encuentro de la tribu Huaxinestlile con el hombre blanco, el principio del final de la época de los descendientes de Apecán hijo del sol, y la llegada de la industria a los bosques sagrados; como es contado en las leyendas del Lobo Paciente.
FIN
Thoritoz10 de marzo de 2009

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