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Perdido

Para Alfredo, un viejo de 60 años, a un año de jubilarse, la vida no era más que sentarse en su escritorio de contador y ver como el reloj avanzaba con pesadez de las 9 a las 5, llegaba por la tarde a la hora de comer, doliéndose por la repetición semanal de guisos que preparaba Maribel su mujer. Por las tardes leía el periódico y veía películas jactándose de que siempre pudo hacer ambas cosas a la vez. Somnoliento veía a Maribel ir y venir con la plancha, con el burro, con la ropa limpia y la sucia, y siempre a la misma hora, con un gruñido se levantaba del sillón cuando su esposa le cambiaba a la novela. De amigos, hacía años que no sabía, de viajes, ni le preguntes, se cansa de solo pensarlos, de planes, el solo quiere terminar el día para cerrar los ojos en su viejo colchón. Hace mucho que dejo de vivir y comenzó a vegetar. Hace años que dejaron de importarle las arrugas y las canas, sus torcidas piernas y redundante panza. Así que su día se va en ver números a través de sus anchos lentes que nunca cambio por mas rayados y anticuados que fueran. Un día, mientras leía y veía el televisor, como siempre, se quedo dormido, y sus lentes resbalaron de su mano, el cordón de las lentillas jalo su muñeca y lo despertó de sobresalto al tiempo que escucho como sus lentes crujian debajo de su chancla. Se puso los lentes rotos, ambos por el mismo lugar, al centro, desde lo alto a lo bajo, con una coarteadura estrellada que hacía casi imposible el paso de la luz, pero antes de pensar en cambiarlos, prefirió usarlos asi y hacer una mueca torcida y ver con el canto del ojo. Así dejo pasar los días, ni en su casa ni en el trabajo, nadie se dio cuenta de sus lentes rotos, comenzó a sentir que detrás de sus lentes existía solo el en su universo personal y que sus lentes eran el portal. Con los lentes rotos iba a todas partes hasta que se dio cuenta que, manteniendo la vista al centro de la estrelladura, podía ver cosas raras con el rabillo del ojo, cosas que no existían, cosas que no estaban pero que si estaban o viceversa. Se sintió revivir, parecía un niño con juguete nuevo. El primer dia le parecio ver un ave extraña en su escritorio, misma que desapario al querer verla de frente, al dia siguiente una antorcha en la bañera, luego una zapatilla, una canica esmeralda, hasta que un dia se inmuto al encontrar un hueco grande y brillante al lado de su cama, metió una mano en la grieta y vio como desaparecia, metió un pie y lo confirmo, aquello era cosa real y tenía que saber de que se trataba, dudo un poco y con el corazon agitado y los ojos cerrados se metió por completo en la brillante luz, al abrir los ojos, la luz de una vela en un cuarto oscuro le molestaba mucho, cuando su vista se acostumbro, vio que era una vela de cumpleaños en forma de numero 7 dispuesta en el centro de un pastel de chocolate con su nombre en una habitacion llena de niños con gorritos de fiesta. Varios días después, Maribel encontró unos lentes rotos en el suelo, por mas que hizo memoria, no pudo recordar de quien eran ni como habian legado alli.

TIGRE DE NIEVE
Tigredenieve30 de mayo de 2010

3 Comentarios

  • Nemo

    Saludos tigre!
    Me ha gustado tu cuento.

    30/05/10 05:05

  • Kili

    Interesante final, lleno de incertidumbre. Saludos!

    30/05/10 06:05

  • Rafaelf

    Me encantó!

    27/08/10 09:08

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