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Sobre Puntos de Vista

Desciendo de lo dicho antes ante el frágil posar de su cabeza sobre el alféizar de la ventana, gran ojo que visiona el progresivo cansancio de todo lo natural, y descubro en una perfecta superposición la ternura inconmensurable de dos sentimientos intentando remediarse y su mirada empapada de azul cielo. Mezclados con un leve movimiento candoroso, los interrogantes marchitos entierran el sentimiento y alzan una mano blanca que trenza el lápiz con sus dedos y los hace danzar sobre el papel.
Abro los ojos después, y miro el cerco dejado por el café de ayer bajo la taza, en el escritorio. Mis sentidos no se sostienen. Ella escribe y yo escribo. Quizá escribamos lo mismo separados algunos metros, ella bañada de luz y yo escondido y con un traje de sombras. Quizá ella esté demasiado cansada para contármelo o harta de esperar un acercamiento y palabras que lleguen a acariciar su suave tez. Yo sólo estoy cansado. El bote de pastillas que compré ayer, hoy se ha agotado. Están todas en mi estómago, ese saco con forma de “j” cuyos músculos están gritando ahora, y se están quemando, hiriendo, hirviendo, agitando, cociéndose y borboteando. Me salen dos lágrimas sin querer, de pena, y ella no me ve, escribe, y yo inevitablemente cierro los ojos. Ella podría escribir que duermo, es una opción, es como hacerme un retrato. Yo escribo que muero, es como si la vida se acabase en el siguiente punto.
Tombuckton12 de noviembre de 2009

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