Se me escapó un beso... sin querer evitarlo, y fué revoloteando jugetón hasta posarse en tu boca. Tú no lo viste, yo te observaba de lejos. Estabas sentado bajo un árbol, inmerso en la lectura de un libro. Yo observaba mi beso fugitivo que trepaba por la comisura de tus labios casi sin poder agarrarse al calor de tu aliento que lo empujaba hacia afuera. Tus manos acariciaban las páginas del libro y yo cerré los ojos y me transformé en letras, en palabras, en historias que se reflejaban en tus ojos y me sentí por un momento protagonista de tus pensamientos y de tus deseos. Tus labios se movieron levemente y yo temí que mi beso se desprendiera de tu boca. En tu cara se dibujó una sonrisa que acunaba a mi beso fugitivo y en ese preciso momento tu mirada se clavó en mis ojos que agradecidos por recoger a mi beso huérfano y perdido, te lanzaban gritos mudos para no interrumpir tu lectura y te decían en el silencio de la distancia lo mucho que te quiero.

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