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Recuerda (cuento)

Esta es la historia de un Sueño Olvidado llamado Ser-Yo-Misma. Los Sueños Olvidados son sueños que nacieron algún día, y que fueron abandonados sin piedad en el mundo del Olvido, por el que vagan durante meses, quizás años, o para siempre, buscando una mente en la que renacer.
Un día de verano, una chica se dio cuenta de que su vida no era sino mentiras y engaños acumulados, que todo el camino que había recorrido al cabo de los años no era el camino que ella había decidido. Entonces se dijo:
“A partir de ahora, voy a Ser Yo Misma” Y ese día en ese preciso instante… Un Sueño nació, acunado por las esperanzas de la muchacha.
Aunque la joven tenía mucha fuerza de voluntad, y sobre todo muchas ganas de perseguir su sueño, los engaños habían tejido poco a poco una alfombra de recuerdos que era muy difícil eliminar, y, de tanto vivir entre sus mentiras, había acabado por creérselas. La promesa que se había hecho a sí misma fue perdiendo consistencia día tras día, hasta hacer que su Sueño volviera a ser lo mismo que había sido mucho tiempo, antes de volver a nacer: un Sueño Olvidado.
Ser-Yo-Misma volvió a caer en ese pozo de incertidumbre y miedo que tanto conocía. Mucha gente deseaba obtener este Sueño, y sobre todo, saber cuidarlo. Sin embargo, un gran inconveniente estropeaba la vida de Ser-Yo-Misma: nadie puede ser sí mismo constantemente, ya que ser siempre sincero es casi imposible, y saber aceptarse tal y como es uno mismo es otra meta inalcanzable. Por esta razón, cualquier Sueño vive con miedo, ya que cuando más a gusto se siente en un corazón, un día inesperado se despierta de nuevo en el mundo del Olvido.
Ser-Yo-Misma tenía como meta renacer, y haría todo lo posible por acelerar este proceso ya que, después de haber disfrutado de otra vida al aire libre, el Olvido era el peor de los infiernos.
Su primer día de vuelta al Olvido fue extrañamente tranquilo. El Sueño inspeccionó la zona en la que había caído: era una cordillera rocosa, llena de pequeñas cuevas en las que cobijarse. Descubrir esto hizo que Ser-Yo-Misma se relajara, ya que en vidas anteriores había tenido que pasar noches bajo un manto de oscuridad infinita, a la intemperie, a sabiendas de que cualquier peligro podía acabar con ella. Buscó una cueva en la que instalarse, y no le fue demasiado difícil. Escogió una medianamente grande al pie de una montaña con una brecha pequeña como puerta, para impedirle la entrada a posibles depredadores. Se instaló como pudo, y trató de descansar.
Se despertó con frío y dolor de espalda, ya que tantos días durmiendo sobre algodones habían hecho de ella un Sueño mimado. Salió de la cueva, y se estiró aparatosamente. En este mundo, las diferencias entre el día y la noche eran escasas, pero unos rayitos de luz, unos minúsculos recuerdos de lo que era el sol, se colaban en el cielo del Olvido.
El Sueño se desperezó, y despidiéndose de su refugio, empezó a caminar, paso tras paso, suspiro tras suspiro. Con toda su alma pedía a alguien que la rescatara, pero sus súplicas no eran más que palabras al viento. Con fe inquebrantable, soñando despierta en la persona que la rescataría esta vez, avanzaba sin pausa por el Olvido, quizás en busca de otros Sueños, quizás en busca de perderse a sí misma, y de olvidar sus penas. La oscuridad la cegaba poco a poco, y el cansancio retrasaba su marcha, pero no podía parar hasta que no encontrase a alguien, o al menos un refugio para la noche siguiente.
Vislumbró una silueta en el horizonte, otra cordillera, su salvación. Ser-Yo-Misma agradeció al mundo haberle dado una nueva oportunidad, y apretó la marcha; al poco tiempo estaba ya rozando la primera montaña, y entonces lloró de alegría: no podía creer lo que estaba ocurriendo. Al pie de la segunda montaña conversaban amigablemente unos cuantos Sueños, que asustados al verla, corrieron a esconderse en el interior del macizo. Sin pensarlo dos veces, echó a correr tras ellos.
La montaña tenía un cilindro hueco en su interior, que albergaba un gran número de cuevas. Una espiral de escalones ascendía hasta el pico, y hacía de la montaña un lugar sorprendentemente moderno, para estar en el Olvido. Encontró los sueños que habían huido de ella momentos antes: eran ocho, y se hallaban al pie de la escalera, mirándola de reojo. Sin inmutarse, se acercó a ellos. Los ocho sueños la miraron con desconfianza, y ella sonrió. Se presentó y preguntó a los demás por sus nombres. Ser-Veterinaria, Ser-Cantante, Ser-Padre, Ser-Profesor, Ser-Piloto, Ser-Futbolista, Ser-Físico-Cuántico y Ser-Escritora se irguieron ante el Sueño, y le explicaron que siempre habían sido diez, pero que Ser-Astronauta y Ser-Rico iban y volvían constantemente, aunque este último cada vez volvía menos. En esos momentos había pocas cuevas libres, ya que los humanos estaban dejando de lado los sueños, y se estaban concentrando en el dinero. Ser-Rico había nacido para épocas como esta. Entonces, Ser-Padre le sonrió con cariño, y le propuso quedarse en una de las cuevas libres hasta que el propietario volviese, lo que Ser-Yo-Misma agradeció enormemente ya que estaba cansada de tanto caminar. Su cueva se hallaba en una zona bastante elevada, pero no le importó. Subió hasta su nueva habitación y se acomodó en una especie de hueco que habían hecho en la pared, que le pareció más acogedor que su última cama.
Pasaron semanas y Ser-Yo-Misma fue conociendo nuevos Sueños que le contaban su vida, y ella a cambio, les relataba sus peripecias. Cada día se sentía más segura en esa torre de Babel. Aún así, dormía todas las noches con miedo a perder lo conseguido.
¿Quién dice que la vida no es injusta? Un día al despertarse, el Sueño se encontró en el suelo, en medio de una meseta. No llegaba a ver nada que no fuese plano, ni rastro de lo que había sido su hogar las últimas semanas. ¿Por qué le había tenido que pasar de nuevo? El Olvido se transforma día a día. No solo los Sueños van y vuelven, sino que hay en él objetos que se pierden, que se encuentran, construcciones destruidas, enterradas, que de un día para otro aparecen, y al día siguiente vuelven a desaparecer. ¿Quién sabe la de cosas que son olvidadas hoy, y que serán recordadas mañana? Ser-Yo-Misma maldijo al Olvido en voz baja, y se dirigió a ninguna parte. Caminó sin rumbo como había hecho ya tantas veces, pero no encontró nada antes del anochecer. Notó ese leve calor del día desvanecerse, y dar paso a un frío glacial. Tembló, no sabía si de miedo o de frío, y se puso a cavar. Este secreto se lo contó un día No-Volveré-A-Llorar, una amiga con la que convivió mucho tiempo, en una de las épocas de mayor censura en el mundo humano. Ser-Yo-Misma hizo una especie de túnel, que le llevó varias horas. Cuando hubo acabado, su refugio parecía más bien una madriguera. Se introdujo en él y, con un ojo abierto, trató de descansar.
Un aullido rasgó la oscuridad, y una gota de sudor frío recorrió la frente de Ser-Yo-Misma. No quería volver a pasar por eso… En su anterior vida en el Olvido, el Sueño había encontrado amigos y convivía con ellos en las montañas, hasta que una noche apareció sola en medio del desierto. Entonces oyó algo similar a un grito, trató de esconderse, pero no pudo. Un monstruo de aspecto mitológico jamás visto saltó encima de ella. Ser-Yo-Misma trató de escapar, pero sintió las garras heladas del animal agarrarla como si fuera su más preciado tesoro. Parecía famélico, y sus colmillos se acercaban cada vez más a la piel del sueño. Entonces sucedió algo, un milagro. En el momento en que la bestia iba a devorar a Ser-Yo-Misma, esta fue llamada. Resultó que era una cálida noche de verano, y se encontró en el corazón de una joven…
Otro aullido interrumpió su ensoñación. Estaba tan asustada que no le respondían las piernas. Intentó gritar, pero no pudo. Sólo un pequeño soplo salió de su boca. Una lágrima corrió por su mejilla, y cerró los ojos. De repente, un grito. Asomó la cabeza al exterior y vio un Sueño rozando la pata de la bestia. No era el mismo monstruo que la había atacado hacía tiempo, aún así daba mucho más miedo. Ser-Yo-Misma se dispuso a salir en su ayuda, pero era demasiado tarde. Antes de poder hacer nada, vio como la bestia mordía la carne de su víctima, y solo pasó una cosa: el Sueño se desvaneció, dejando una nube de polvo en su lugar. Entonces el animal creció. Aumentó un par de metros y, satisfecho, se alejó. Ser-Yo-Misma estaba pálida, no sabía qué hacer. Había escapado de ser devorada por pura suerte. Entonces se acurrucó en el fondo de la cueva, cerró los ojos, y se durmió, no supo durante cuanto tiempo.
Pasaban los días, y Ser-Yo-Misma avanzaba sin rumbo y sin prisa, durmiendo de noche acurrucada en madrigueras cada vez más pequeñas. El Sueño sentía su alma encerrarse dentro de su cuerpo, huir de la soledad que la estaba matando. Cada vez más triste, y sin distracción alguna, recordaba, meditaba, y añoraba las voces de sus seres queridos, recordando a Ser-Padre, a No-Volveré-A-Llorar, y los momentos vividos, viendo pasar uno tras otro los fantasmas de lo que habían sido alguna vez sus liberadores humanos. Sentía cómo poco a poco ella misma se apagaba, y no tenía a nadie. A nadie, ni a nada. Y a cada día que pasaba, se planteaba acabar con su sufrimiento. Había descubierto que el peor de los monstruos no era en absoluto una bestia mitológica, sino que la mayor de las torturas para cualquier ser con espíritu es la soledad: ese monstruo que acecha por las noches, y que amenaza con volver todas las mañanas, a recordarte a los que ya no están a tu lado.
He aquí entonces la mayor arma del Olvido: los Sueños que se pierden pueden aguantar varias noches sin dormir, pero cada día que pasa… La soledad hace que la locura se apodere de ellos, que harían cualquier cosa por olvidar. Olvidarse de todo en el Olvido.
Y Ser-Yo-Misma, sufriendo continuamente la soledad, decidió un buen día acabar con todo. Esperó las horas más largas jamás vividas, al acecho. Buscaba algo a lo que había temido tanto, pero que en ese momento le parecía su salvación. Entonces, lo vio. En la oscuridad cerrada del Olvido, una terrorífica silueta avanzaba a paso lento, en silencio, escudriñando las sombras, deseando encontrar una víctima. La misma bestia mitológica que la había atacado en su vida anterior apareció ante sus ojos, y ella, sonriente, se levantó. Paso a paso caminó hacia él, y en lo que creía ella su último suspiro, avanzó hasta casi tocar la piel de la bestia. De pronto notó algo tirar de su hombro, y lloró. Porque al fin, el mayor sueño de este Sueño se estaba cumpliendo, alguien la arrancaba de nuevo de las garras del Olvido, y cuando volvió a abrir los ojos… Vio la luz, la espléndida luz del sol.
Unamasentretantos06 de mayo de 2012

3 Comentarios

  • Paulitinamente

    qué pasada una más!!!!!
    qué pasada!!!!!
    No sé qué decir....
    Es... ¿profundo?
    Lee los míos y dime si te gustan.

    06/05/12 08:05

  • Davidlg

    jajajajjajajaa me hizo reír el comentario anterior, discúlpame.

    Sabes amiga! tienes una imaginación muy impresionante, imaginar no es lo mismo que fantasear, la imaginación es el origen de las creaciones. Creo que sí puedes escribir largas novelas como las de Stephen King o J.R.R. Tolkien; lo único que te falta es mucha practica para hacerlo. Al ir practicando tus ideas se van acomodando; cuando se empieza a escribir siempre se tienen las ideas revueltas; como cuando somo niños, pero al hacerlo continuamente, esas ideas se ordenan y adquieren una forma mucho más profunda e interesante.

    Sobre el tema del cuento, me fascinaron las analogías y metáforas que utilizaste, pero me hubiera gustado más que descubrieras el origen del miedo, hasta que punto tener miedo es algo sano, y cuándo se vuelve el monstruo más terrorífico que pueda existir. Si logras identificar cómo influye el miedo en todos los aspectos de tu vida, nada te podrá detener para realizar tus sueños.

    Un beso y un abrazo! ahhh y pauli no te ofendas que si me reí fue porque me pareció muy sincero tu jubilo, no es por burlarme ni ofenderte.

    Un beso y un abrazo!

    06/05/12 10:05

  • Paulitinamente

    Para nada me lo había tomado mal David!!

    06/05/12 11:05

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