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El Asesino. (capítulo I: El Tiempo Fué... Parte 1)

Espero...

Espero a esos tontos que se creen más listos que yo... Al fin pudieron dar conmigo, al fín. Después de tanto tiempo, ya saben quién soy.

No los culpo, pero me desesperan. Me desespera que, aunque tienen "tecnología" y mucha gente tras mi rastro, no me hayan encontrado antes. Aunque debo admitir, haciendo a un lado la modestia, que soy el mejor en lo que hago. Buscar, encontrar, localizar, entrar y matar; simple, llano y preciso. Como todo asesino debe ser. Hay muchos idiotas por ahí que sólo buscan y matan. Un error fatal, por eso los encuentran. Cuando tu presa no confía en ti, es mas difícil llegar a tener una oportunidad de actuar; no, yo no hago sólo eso. Da asco, pero debo entrar y ganar su confianza, aparentar interés en la persona. Podría ser como ellos, pero me quitaría la satisfacción de empaparme de sus "emociones" rotas, su confianza traicionada, me quitaría ese pequeño placer de eliminar lo que tanto odio. Porque yo los odio. He oído de muchos que sienten "amor" por sus presas. Es patético. ¿Cómo sentir amor por una especie tan baja, tan ruín? Esto me recuerda mi "primera vez". La conocí de toda la vida, era mi sobrina. Siempre la odié, como a todos, pero a ella en especial. Melissa, se llamaba, tenía 8 años; una niña molesta, tonta, creída, orgullosa y caprichosa. Y un día, llevó al límite el odio que sentí por ella, y cometieron el error de dejarmela encargada. "La llevas a la escuela, y ves que haga su tarea", dijo mi hermana, y se fue. La dejaron dormida sobre el sillón. Pensé en actuar ahí mismo, pero no... Debía esperar a que despertara, que viera y entendiera lo que iba a pasar, y por qué pasaría. Despertó y me miró, no hubo necesidad de hablar, lo entendió al verme a los ojos. Bueno, el hacha que tenía en las manos ayudó un poco. La amarré de los manos y los pies, no quería que se moviera, pero no la amordacé. Quería escuchar sus gritos, su miedo, la súplica por su vida... Tomé la plancha, y quemé la planta de sus pies, para empezar con algo leve. Intentó quitarlos, pero pisando sus tobillos fue suficiente para mantenerla quieta. Luego, con unas pinzas, corté uno a uno sus deditos, y con un cuchillo hice más hondas las heridas, e hice algunos patrones en su espalda, fue tan divertido ver su piel con diseños color sangre. De nuevo con la plancha, fui cauterizando los daños, no quería que muriera desangrada, aún tenía mucho por hacer. Hubo un poco de charla: "¿Por qué tío, por qué?", preguntó. "Porque eres un humano, y los humanos son una puta plaga... Y mi misión, querida sobrina, es exterminar esta plaga..." Obviamente, yo también soy humano, no soy superior a cualquiera de mis víctimas, pero al menos tengo en la mente la verdad... Debo acabar con la destrucción de esta escoria. Además, hacerlo es extremadamente divertido. Luego, decidí que era hora de terminar. Tomé mi hacha de nuevo, y corté por secciones sus brazos y piernas, y cuando fue sólo un torso, corté su cabeza.
Fue tan... gratificante, saber que había terminado con ella. Al fin habia empezado a eliminar la plaga humana. Una niña, pero por algo se había de empezar. Las demás presas fueron igual de satisfactorias. Hombres, mujeres, niños, viejos, listos, tontos, claros, oscuros, altos, bajos, feos, delgados, con o sin pareja, homosexuales, retrasados, discapacitados, ciegos, sordos, mudos, en realidad no importaba eso. La idea, es exterminar a la escoria humana. Y mientras mas gente mato, más divertido se vuelve esto. No tienes idea de lo placentero que es escuchar en las noticias sobre el "asesino del hacha", sobre mí.
Trescientas setenta y dos víctimas en año y medio, según los medios. Trescientas trece, según la policía. Según mi cuenta, van cuatrocientas veintinueve; obviamente, no han encontrado todos los cuerpos... Como sea, aun quedan millones, y debo matar a todos los que pueda. Una especie que se cree superior, que acaba con otras especies y abusa de su capacidad de "crear" destruyendo, no merece existir. Matan por placer, hacen guerras sin motivo, crean cosas para destruir más cosas. Se autoeliminan, pero acaban con otros en el prcoeso. Pero va a terminar eso, al menos yo soy la semilla, y brotarán frutos de mí, lo sé.

Llegaron... Al fin. ¿Escuchas? Van a tirar la puerta. Se que hoy moriré, pero primero, voy a matar a todos los que pueda.

Mi fin llega, pero el de ellos también. Y ojalá, alguien capte el mensaje cuando esto termine...
...

-¡Diana, apaga eso y vente a comer!- Grita mi madre desde la cocina.

Mi madre... ¿Acaso no lo ve? Él murió... Sé que no era una buena persona, pero yo lo amé, lo amé como a nadie...
Él me abandonó, me dejó a mi suerte, pero aun así, no he dejado de quererlo.

Supe de él otra vez cuando empezó a matar; más bien, hasta que descubrieron quién era y pasaron sus fotos y retratos hablados en televisión. Sigue tal como lo recuerdo...

Nunca me amó... Lo sé, porque me lo dijo... "¿Me quieres?", pregunté. "Ja ja, lo más cercano a quererte, es no odiarte, idiota..." Lloré mucho después de eso, y luego se fue... Una mañana, al despertar, fui a verlo. Ya no estaba, dijeron. Tomó sus cosas y se fue, dijeron. "Debes olvidarlo", dijo mi madre; pero... ¿Cómo olvidar al hombre que más amo? Era un idiota, un cerdo insensible y nunca me amó... Pero él era mi padre... Y hoy, está muerto...

Me duele en el alma. Me hubiera gustado conocerlo mejor, porque a los 6 (que fue a la edad a la que mdejó) no conoces realmente a tu padre.

Tal vez... Tal vez haciendo poco de lo que él hacía, lo conozca mejor... Después de todo, tenía razón, somos una plaga... Odio a los que lo mataron... Y odio a mi madre... Cuando nos dejó, ella siguió como si nada, tan tranquila, hasta feliz...

Voy... Voy por el hacha, al jardín... Tengo una misión heredada... La misión de mi padre, ahora es la mía...
Victorrotten27 de abril de 2010

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