Seguramente no le conozcais, ni le conoceréis nunca, quizá veréis la cara de otro y os recordará a él, pero nunca llegaréis a conocerle ni mucho menos, podréis saber su nombre, pero nunca entenderéis todo lo que tenía bajo el pelo alborotado y las camisas a cuadros.
Era tan simple y complicado a la vez...por cualquier cosa podía reír a carcajadas, pero nunca regalaba una sonrisa, quizá podía regalarte un esbozo en uno de esos momentos de palabras importantes que se le trababan en la lengua, y que decían más que cualquiera de las palabras repetitivas que nunca se juntaban como querías y jugaban a significar contra tu voluntad. Recuerdo que decían:
"Me importas demasiado y nunca sabré como decírtelo, así que tendrás que conformarte con que te lo demuestre."
Era genial la emoción, la ilusión y los sentimientos cambiaban sus ojos de color, de un gris frío a un azul alegre, o a un verde de fuego. Siempre me encantó ver con me miraba con ellos como si yo realmente importase algo, como si el mundo girase por nosotros y no a pesar de ello, entonces se volvían azules, y pasaban en un segundo de no albergar nada, a decirlo todo.
Ponía una pasión increíble en todo lo que hacía, aunque fuera la mayor chorrada del universo, para él era como si ganar al parchís salvara el mundo, y cuando acababa siempre se daba cuenta de que no era para tanto.
¿Pero sabéis que es lo mejor de todo? Lo mejor de todo es ver que no ha cambiado, que tan sólo le ha crecido el pelo.
