Acurrúcame en tus brazos, si estoy en ellos no hay dolor. Abrázame fuerte para que no sienta la tristeza, bésame en la frente para que se calmen mis lágrimas y no me hables de nosotros, ahora ya no hay nosotros. Me acuesto pensando ¿cuándo volveré a hallar paz? ¿dónde encontraré otros brazos como los tuyos? ¿quién me devolverá la felicidad? ¿cuánto queda de este sufrimiento? Y, sin embargo, y a pesar de todo el dolor, sé que el día más triste está aún por llegar, el día en que ya no me duelas. Ese día me vestiré de luto y lloraré porque será el ocaso de este amor póstumo, será la última visita a lo que fuimos, el último retazo de los dos, de ti y de mi como convenio. E incesantemente me pregunto ¿cuánto tiempo me queda? ¿cuándo se extingue el último rescoldo del amor?