Este es el punto donde la inocencia se desgarra.
Justo aquí es donde todo toma un nuevo sentido, donde das cuenta que los mayores pecados generan el mayor placer, donde todo aquello que solías aborrecer se convierte en tu "pequeño secreto".
-Madre, no me mires a los ojos; hay tanta perversidad en mi.
Siento la pena al hablar de ello, la vergüenza se apodera de mi con tan solo la idea, pero las cadenas se derriten al calor de mi cuerpo, y todos esos estándares quedan fuera. No hay mas estereotipos.
Llevaría con gusto el seudónimo de "Puta" con el mayor placer que me causa.
Mi cuerpo me pertenece, no lleva el nombre de nada ni nadie, en cambio puede pertenecer a cualquiera.
Permanecer de rodillas antes fue tan aburrido, tan cansado; Domingos de misa. Hoy, mis rodillas se han acostumbrado; el dolor se pierde al paso de mis labios, al danzar de mi lengua.
Hoy, no me tiro solo a la cama para dormir, y en ocasiones ni siquiera en esta. El dolor no importa, o quizá si: aumenta el placer.
A mi mente viene el rostro de mi madre y su gesto de aberración, su condena a lo que mi cuerpo me puede ofrecer. Acaso será que jamas lo ha sentido?
Mis piernas se abren a la par de mi mente. El mundo es tan grande y yo tan pequeña. Va a devorarme.
Quisiera abrir mi propia "caja de pandora", descubrir todos los secretos que mi cuerpo guarda. La idea seduce en el misticismo, en la ignorancia. Aquellas ideas que ni siquiera puedo ver apoderándose de mi.
Quien llamo a la libertad y juzgo a los "libertinos"?
Quien se tomó el derecho de marcar los limites?
Quien no ha deseado sentir el pacer en carne propia, olvidarse de la moralidad, caminar desnudo por el fuego de la lujuria?
Quien puede decir que su mente no ha trazado las historias mas perversas, cuerpos desnudos a su completa disposición; carne llamando carne. Quien podría negar el llamado de su interior, ese deseo de poseerlos a todos.
Engañate a ti. Mi verdad es absoluta.
