El Diablo Esta En Los
Detalles.
Hoy, una de esas noches donde mi mente somnolienta divaga en aquellas viejas aventuras que hoy solo forman parte de mi repertorio de anécdotas; algunas chuscas, otras con moraleja, pero jamas, jamas, eh relatado una con todos sus detalles.
Bien lo dice mi anciana madre: ¨El diablo esta en los detalles.¨
A mi mente llegan, quizá a través de mi nariz congestionada o de mi garganta irritada, pequeñas punzadas que corren de mi cabeza a lo mas remoto de mi alma; esa sensación de vació que acrecienta con el frió de mis pies desnudos. Necesito un edredón mas grande.
Un mensaje de ella, mi novia.
-¿Cómo estas?
-Bien...
Y ahí va, la mentira que me hace merecedor a un Oscar. La conversación se pierde en nimiedades aun cuando por dentro hay todo un monologo de mi difusa situación (entre el borde de la indiferencia y la depresión), pero la monotonía facilita las cosas.
Un vaso de leche tibia aclarara las ideas.
Y justo cuando aquel liquido blanco corre por mis labios llegan a mi mente la imagen de un pequeño becerro mamando de las ubres de su madre; en acto seguido, un joven de 21 años esta en su lugar, mamando de las ubres de una vaca. No mas leche.
Al parecer mi cabeza se a puesto a la ofensiva, o simplemente se deleita con irritarme. No hay bostezo, no hay sueño, y la noche no tarda en acabarse. Me pregunto que es lo que trama, y justo cuando comienzo a rozar dicha idea, cuando apenas las yemas de mis dedos comienzan a acariciarla ella me toma con fuerza de la camisa y sacudiéndome salvajemente me pregunta:
-Recuerdas?
-Recordar que?
-Aquellos errores de ayer, aquellos ¨hubiera¨ que tanta ilusión te causaron alguna vez.
-Gracias. -Es lo único que puedo decir después de acabarme de arruinar la noche.
Y me veo sentado en un vagón del metro, solitario y callado. Rompiendo el silencio se abren las puertas y como si fuera ¨un lunes a las 6¨ entran personas por todas partes; me pierdo entre la multitud, y cuando mi ser comienza a ubicarse por fin logro enforcar algunos rostros, Soy Yo. Decenas de ¨Abdiel¨ de diferentes edades llenando el vagón, todos en absoluto silencio, cuando de pronto al fijar la vista en uno de ellos responden a mi mirada; sus ojos tan negros me recuerdan tantas cosas que vuelvo a perderme en mis ideas hasta que, sus voces, irrumpen mi desvarío. Y ahí va un desfile de historias, de suposiciones, de dimensiones alternas donde mi ¨Yo¨ es otro; decenas de voces que aunque ¨amontonadas¨, son mas nítidas que la mía.
Pero para los nervios, nada mejor que un té de manzanilla, o por lo menos eso dice mi abuelita; y si no llegará a funcionar, un par de pastillas para dormir, o por lo menos, es lo que dice mi doctor.