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Soñó Con Olor a Manzanas

Levantose sintiendo urgencia. Pensó: “¿Por qué? ¿Wie fuckin’ spät ist es?” Y se destapó para alzar con eficiencia, con la misma sensación de urgencia, la mitad superior del cuerpo. Miró el relojito del teléfono y se relajó, faltaba tiempo, o más bien sobraba, tenía que estar despierto para las nueve, bañado para las nueve y media, desayunado para las diez, y apenas eran las siete con trece. Recordó luego que antes de despertar súbitamente, había estado soñando con tanto placer, que un sueño con olor a manzanas le había inundado completamente, pero no pudo recordar precisamente que fue lo que soñó. Lo intentó incluso, pero nada le vino a la mente, solo el olor a manzanas, y a calor. Maldijo el tiempo y la urgencia y la prisa, derrochó insultos contra el reloj, verdugo de los mejores sueños.

Pensó después sandeces, boberías, pensó en el borrador de la tesis, que si se levantaba exacto a las nueve seguro lo podría acabar, pensó en el sabor pegajoso del whisky de ayer, que se tenía que lavar los dientes para la entrevista de hoy, pensó que estaba echado en cama con todo y pantalón y camisa, que la borrachera le durmió pero había estado muy bien, pensó después en Carlitos, que cuando eran niños le decía este: “¿Por qué te duermes con todo y ropa cabrón? ¿No te incomoda? Yo duermo en trusa cabrón y vieras que rico es.” Sin éxito intentó otra vez recordar el sueño aquel, ¿había fuego en el sueño? ¿Había manzanas realmente? Se rindió al estupor y al abrazo tierno del colchón, volvió a dormir finalmente, pero ya no se levantó.

La causa de muerte fue asfixia, murió placenteramente. “Ni se percató del incendio” Le dijeron al asesor de tesis. Tal vez se percató en sueños, pero nunca lo recordó.
Abrahamsaucedocepeda19 de septiembre de 2011

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