Reventando estrellas y moviendo vientos fue que puse en orden la materia. Tanto tiempo tengo. Para hacer circular los ríos concebí que las cosas cayeran por su peso, y ya corriendo las aguas y agrietando la tierra fue sencillo amontonar los elementos. Tengo tanto tiempo. Decoré con calma una de mis miríadas de esferas, la llené de plantas, de bacterias, de organismos prolongados, reptantes, olientes, tragadores con la única intención de seguir vivos. Luego ordené las leyes de otra manera: hice un hombre, luego miles, que pensaran y supieran, que se amaran o se odiaran, que eligieran. Y eligieron suponer que existo, y tanto más de mí han supuesto: como que tengo un motivo para ellos, como que soy infinito y volitivo, libre como ellos, que les cuido o les enfermo por pasar sin persignarse frente a la iglesia. Me imaginan perfecto y definido. A mí que por completo soy de causas y consecuencias. Yo soy, les dije un día, yo soy y no creyeron. No pudieron concluir que soy el tiempo y tengo tanto tiempo siendo simplemente el tiempo. Tanto tiempo tengo. Para darles reinos y poemas y guerras y cuentos. Tengo tanto tiempo para provocarles amor y sufrimiento.

AbrahamsaucedocepedaSeguir Autor Recomendar Texto Agregar a Favoritos