En su azul profundo de marea, por su boca oscura de jazz, una nube pasajera.
Con su polvo celeste de amar, carne blanca de estrellas, triste blues sideral.
Con su telescopio esotérico que vigila el más allá, contando constelaciones de almas traviesas.
Paseando la mirada en el juego cósmico de conciencias, que nada saben, que nada esperan.
De su azul profundo de marea, de su oscura boca de jazz, luna rosada y nueva, una nube pasajera.
Fina esencia del mar, que rodea la madre tierra, mar donde nacen las estrellas.
Mar donde jugábamos a amar, compartiendo el tiempo y la materia, subatómicamente sexual.
Antes de que naciéramos, blandos y confusos, pequeños y obsoletos, tristemente pasajeros.
Como azul profundo de marea, como ínsula solar, orquesta espectral, niña luna uña, balada nebular.
