No pude derramar
ni una sola lágrima
por ti
y eso me apena.
La muerte es fría,
la distancia definitiva,
un estallido inmóvil.
Si tuviese al menos
una buena historia,
algo que hiciera
retorcerse a mi alma
al recordarte,
me sentiría conforme.
Pero no tengo nada,
no siento nada.
En tu álbum de recuerdos
ni una sola foto mía,
en mi memoria
ni un solo gesto de cariño.
Estabas algo loco,
eras algo extraño,
tenías a tu lado
una gran mujer...
algo teníamos que tener
ambos en común.
No fuiste el héroe
que el niño anhela,
nunca me hizo falta,
pero tuviste
los huevos suficientes
para sacar a tu familia
adelante,
en eso no puedo restarte
ningún mérito.
No te echaré de menos,
nunca te tuve cerca,
no te culpo por ello,
que tampoco esperen
que me compadezca ahora...
Pero cuánto me gustaría
sentirme roto,
cuánto me gustaría
sentirme horriblemente triste
en esta insulsa despedida,
significaría tanto para mí...
Desvelas unos profundos sentimientos, me gusta mucho como lo has escrito. Aunque nunca lo tuviste cerca creo que sientes su ausencia.
Un abrazo.