En el punto más alto de la grúa
descansan dieciséis estorninos,
mentiría si dijera que los he contado,
el cielo es un gato gris,obeso y deforme,
los niños juegan en la plaza,
contagian energía a las grietas de las baldosas,
caracoles despistados apuestan su concha
en la ruleta rusa de las pisadas,
en la distancia,
lejos del hormigón, del ladrillo y del asfalto,
emerge mágico un arcoíris fugaz,
siguiéndolo podría caminar
hasta quedar exhausto,
hasta que el buitre quiebre sus alas,
hasta que el gusano circule en mis venas,
hasta que el horizonte se cayese a pedazos,
pero la belleza es leve y caprichosa,
y mi presencia aquí es meramente testimonial,
un figurante que desdibuja el orden,
una sombra que no encaja
con el objeto que la proyecta.
Quisiera ser un niño,
quisiera ser un pájaro,
quisiera ser un caracol,
quisiera ser un arcoíris...
ojalá todo contuviese la pureza
de este efímero instante.
