TusTextos

Aquel Hogar

Paredes rugosas. Sí, han estado siempre allí, las conoces, eres capaz de ir a tientas por la vivienda. El aire está cargado, la luz no tiene por dónde entrar, la oscuridad no intenta escapar. Pero no existe el miedo en ti, es tu hogar, aunque ahora resulte inhóspito, hostil incluso, pues las humedades se adueñaron de cada esquina. Tras varios intentos enciendes el mechero, la llama era lo único distinto al silencio en aquella habitación, muñecas de trapo te observan desde lo alto de los armarios, las manecillas de los relojes se detuvieron en algún segundo. La chispa del mechero y tú sois lo único ajeno a aquel hogar abandonado. Pese a lo tétrico de los pasillos aún vislumbras a aquel chiquillo gateando, riendo, gimoteando a ratos. Las melodías de aquella guitarra se deslizan por el eco de las paredes, llegan hasta tus oídos, suenan a melancolía, pero mantienen su intensidad, las cuerdas siguen tensadas por esos dedos, por ese padre que componía canciones al son de tus pasos. La madera cruje, te sobresaltas, pero enseguida reconoces esos bruscos crujidos, son los zapatos de tu madre en el piso de arriba, dedicándole todo su amor a esa casa, intentando hacer de ella un lugar mejor. Llegas hasta la entrada principal, abres la puerta y te tapas los ojos, pero ningún haz de luz penetra en tus pupilas, todo yace en tonos grises, los verdes de aquel prado por los que corriste brindando aire puro a tus pulmones, esa cometa que danzaba a merced del viento. En tu memoria se colorea, brilla irisada. Sí, pero ahora no vuela, está desgastada. Retazos de ilusiones esparcidos a tus pies. Qué distinto está todo piensas, es hora de irse de aquí. La cuestión es por dónde salir, pues no deja de estar todo en tus pensamientos, y aunque en ellos siempre podrás visitarla, lo cierto es que jamás volverás a vivirlo a color
Adrielegance21 de noviembre de 2013

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