Tomar decisiones es el reto más exigente al que uno se somete, saber que todo lo que vendrá será fruto de haber optado por un camino u otro cuando estamos ante una bifurcación. Todo esto teóricamente, pues solemos ser brillantes en el planteamiento y torpes en la ejecución; niño prodigio componiendo la partitura e ingenuo inepto al piano. Por mucho que uno se someta a la más estricta de las razones, acabará siendo, inevitablemente, excesivo en sus acciones: amará con rabia y odiará visceralmente, eso no puede cambiarse. Y es que mente y corazón tensan tanto los hilos que acaban por deshilacharnos despiadadamente. El debate crónico y universal entre el ángel portador de tridente y el demonio alado a través de los pabellones de tus entrañas.
En ocasiones, lo que parecía un bosque virgen, deriva en un páramo lóbrego tras una introspección honesta. La maldad es más inoportuna que la bondad, ésta última es la careta aparentemente indestructible que mostramos al mundo, la otra, el rostro que nadie atisba y permanece tras ella.
No somos sustancialmente malvados o bondadosos, somos un gris que, según el filtro que se requiera, reluce hacia el blanco o destiñe en un negro. No somos un color, somos sus matices.
El negro y el blanco no existen en la naturaleza, el blanco es la conjuncion de todos los colores y el negro la ausencia de ellos.
Cada dia lo haces mejor.
PoL