El OtoÑo de mi Vida

Con el tiempo he conseguido diferenciar, que cosas tienen valor, cuales carecen de ello y a cuales hay que buscárselo.
Ahora soy consciente de quien me acompaña y quien aparenta hacerlo.
He aprendido que madurar es algo tan necesario como respirar, la vida no espera a nadie y eres tú el que tiene que comprenderla, asimilarla, la madurez nos ayuda a darnos cuenta de lo que somos y de lo que fuimos en algún tiempo pasado. Si echando la vista atrás te arrepientes de algo, no te asustes, eso es una señal de la propia madurez, lo que antes veías como algo normal ahora te parece irritante y bochornoso.
Y pienso que quizá amar sea un capricho del corazón que la mente no lleva demasiado bien, es tan difícil armonizar ambos puede que el corazón sea el impulso, el latido, la razón por la que somos seres impredecibles y la mente es esa voz cuya cordura nos devuelve al camino de lo que un día llamaron lo correcto. Pero es que el dolor es tan correcto como el placer, son siameses y están dentro de nosotros para mostrarnos lo que somos.
He llegado al otoño de mi vida, recapacito sobre la caída de las hojas, de porque los errores conllevan aciertos y los aciertos engendran errores. Dulce melancolía que se desliza por mis recuerdos, colores que tejen mis sonrisas y borran las lágrimas. Es tan reconfortante aprender cada día, hacerse persona poco a poco y dejar de ser gente, obtener valores y situar principios, mirar a la luna, conocer la felicidad y saber que a veces se aventura a salir de los sueños, reír al caer y llorar al llegar a la meta quererte como amigo y sentirte como hermano, dejar el rencor como algo estéril, mirarte a la cara y ver que tus miradas no se posan en mis pupilas, que tus palabras no calan en mi alma, que aunque suene a tópico, el tiempo todo lo cura