El Vuelo Del Colibrí
Se deslizan las nubes, se viste el cielo, de día y de noche, de criminal y caballero. El gris empapa mis hombros, y el reflejo de las aceras delata mis pasos, paraguas como compañero, sombrío me muevo entre las personas, que son gente, tan ajenas a mis inquietudes como yo a las suyas. Observo el eco de cada gota microscópica, cristalina, inofensiva, pero incansable, como ese reloj de arena amenazante, que no perturba la realidad, pero la va consumiendo, a la vez que la sostiene, paradójico utensilio.
Sigue aleteando el colibrí, diminuto, excitante su vuelo, asombrosa su agilidad, pues parece imparable, fantasmal es su figura, pues sabes que está volando, pero no cómo lo hace. Y te puedes detener a observarle, o correr tras él, pero siempre estará un paso por delante, o dos por detrás. No se detiene el corazón, no cesan los alientos, sigue palpitando la vida, siguen muriendo los momentos,y seguirá aleteando el colibrí, sin muñeca que descifre sus secretos, ni calendarios que marquen su descanso, ni siquiera minutero que palpe su vuelo. Sigue mondando los cerezos, haciendo su flor fruto dulce y carmesí, y a la seda mariposa, al invierno primavera.
Respira la vida, la asfixia el tictac de esas alas al chocar con el aire, vibraciones hechas momentos, sonidos grabados en melodías, tormentas refugiadas en calmas, odio disfrazado de algodón dulce
Se hace barro la arena, a cada paso voy hollando el sendero del presente manchando mis zapatos de pasado. Y ahí permanece, sobre mí, el ave inmortal en su vuelo, caen los párpados y perdura su aleteo, indomable, imperecedero.
