Difuminaba sus esperanzas en el lienzo de la vida, dando sombra a todas sus ilusiones. Supo responder al duro abrazo del destino, con fuerza, como un beso robado a la luz de la luna, con el ímpetu de un corazón y la incoherencia de un latido
Nadie le enseñó a vivir, más poco a poco asumió como morir. Alas sin ser ángel, sobrevoló su tempestad, sumido en la caricia de una locura, único faro en su atormentada vida, no existían razones, sólo sueños
Se aproximaba al final del camino, sonrisas que hacían eco en sus recuerdos, gritos que deseaban salir de un alma, encerrada entre los susurros de sus noches, ahogadas en el alcohol que calmaba su dolor y vaciaba su mirada. Su única compañía era la soledad, cuyo silencio empapaba sus pupilas
Soñaba con la luna y el sol le devolvió una realidad. Y en el abismo de los sueños, sus suspiros quedaban hechos pedazos, pedazos que cortaban su aliento, aliento que anunciaba un adiós, un adiós lento, se desvanecía su aire, se deslizaba la muerte, se rompía su tiempo, en segundos inundados con recuerdos efímeros
Tan sólo buscó un soplo de vida, y ésta se le negó. Soñó con vivir y los sueños, sueños son
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