Cómo saber cuándo se vuelve a estar preparado, cuándo se está dispuesto a saltar de nuevo.
Las heridas se cierran, pero existen cicatrices perdurables, relojes de arena en punto muerto y palabras que deben escribirse con mayúsculas para ser inteligibles. No quiero susurrarlo, quiero gritarlo, y es por ello por lo que me lo tomo con calma. Hace tiempo que al caminar miro al final de la calle y no a mis pies, que se me escapa el plural de todas las palabras y aborrezco los nombres fugaces.
Ha pasado el tiempo suficiente, la cabeza se ha ido desprendiendo de lo trivial y agarrando con fuerza lo verdaderamente valioso. Créeme, los puntos y finales no son mi estilo, pero está vez quizás se antoje necesario, puede, y sólo puede que sea el momento de ordenar este caos, de poner el contador a cero y volver a empezar.
