No por un rato, ni por un día. No por una semana, ni un mes. Porque cuando te vas me pregunto cuánto tiempo pasará hasta que vuelva a rozar tu piel y tus labios los míos. Y no paro de pensar y pensar, en qué estarás haciendo y qué pasará por tu mente. Si tú piensas en mí como yo pienso en ti. Y es que me gustas tú entero, sin quitarte nada. A todas horas me apeteces. Por eso quédate conmigo. No por una noche; quédate para siempre.