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Sótano, Sector 3


Un día maté a un hombre con un destornillador. Estoy arrepentido. Mejor dicho, estaba arrepentido, ahora ya no siento nada por aquel tipo, ni siquiera por el destornillador. Se lo clavé en el cuello. Fue un accidente. No debería haber estado en aquel lugar. Ni él, ni yo.

Me gustan las películas. Mi vida es una película de Tarantino. Algún día seré rico. Un rico asesino. “Las pastillas de un loco asesino”. Mis compañeros son la mafia del exquisito salón del psiquiátrico. Los hay peores. Algunos se comen sus propias heces. Un día estuve atado. Creía que era Billy el Niño.

En las horas del cigarro a veces hay naufragio. Algunos buscan coca. Las enfermeras son como camellos. Son como rameras en esquinas. Los médicos son sus chulos. Una vez pincharon morfina a un paciente gitano. Estudiamos sus delirios, los imitamos. Chute gratis. Por las noches el celador nos deja subir a la azotea del hospital si le pagamos cinco cigarros. Las enfermeras juegan al póker en la sala de enfermería. Las enfermeras se la chupan algunas noches a los pobres locos. Hacen su trabajo.

Las ventanas son rejas y las luces están fundidas. Los días pasan tras los barrotes. Locos drogados. Enfermeras borrachas.
Ag03 de septiembre de 2011

1 Comentarios

  • Alcaraz

    ¡¡Cojonudo!! Buen relato AG.
    Me gusta como escribes. Es la locura impersa en papel.
    Es la ostia.
    Un saludo amigo.
    Alcaraz

    06/09/11 08:09

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