Rocas del sur, de mar y costas celestes
Te regalaron los hombres a quien tanto amaste.
Gran desconocida, pequeño tesoro
Que coloniza el alma del visitante.
Rocas inmóviles que muestran su cara pasible
Y esconden maravillas en sus recovecos,
Muros que miran y callan, que ocultan y no dicen nada
Que decidieron pararse a ver pasar el tiempo.
Por el día te ilumina con el brillo de su piel
Y los escorpiones y tarantulas se cuelan por sus ventanas,
En sus portales nos muestra los bailes de las mujeres
que esconden a voces sus picaduras de araña.
Cuando sale de noche viste sus mejores galas,
Saca a desfilar sus bolsos de marca y sus zapatos de tacón alto.
A la luz de un farolillo se ensombrece el misterio de lo callado,
Y sus muros intentan disimular que nos han escuchado.
Un violín te enamora cuando subes a su plaza,
Acercarse al cielo es fácil desde cualquier esquina,
Pensamientos que al sentarse desgastan sus escalones,
¡Ay, sus cafés al desayuno con sabor a mediodía!
Dos mares la bañan y ella se orgullece,
Y consuelan su dolor aunque se muestra fuerte
Vive donde el sol, el viento y el mar son uno,
Y el mismo demonio en su cueva la protege.
Ahogada en uno de sus mares murió mi inocencia
Su recuerdo me asfixia y conmigo camina
Por ella caigo en busca del perdón, y sueño
Por cruzarme de nuevo con ella algún día.
Hola!, leí tu poema dos veces, y es triste el recuerdo que en mí mente se presenta. Ya no duele más, pero las imágenes no dejan de verse acaecidas y pálidas. Había olvidado cómo las cosas inanimadas pueden albergar sentimientos tan profundos, ya sean alegres o de nostalgia.
Gracias por el regalo, un beso y un abrazo!