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Nueva Tecnología, Viejo Amor

- Brian lleva un tiempo bastante raro. No sé que le pasa.

Gaia se lleva una mano a la sien y frota profusamente, como si aquel sencillo gesto pudiese disuadir todos los pensamientos de su cabeza. Anne espera en silencio, sabiendo que es más prudente dejarle continuar.

- ¿Es una sensación agobiante, sabes? Anoche estábamos en el salón viendo una película. Antes era algo que hacíamos continuamente, porque nos gustaba comentarla y comparar puntos de vista. Ayer la vimos en completo silencio y cuando acabó se fue directamente a dormir.

- Brian siempre ha sido muy independiente, Gaia. Creo que te preocupas demasiado.

- Tal vez lo fuera, pero no de esta manera. Pueden parecer simples paranoias, pero sé de lo que hablo, Anne.

Un nuevo silencio cae sobre las dos y el tiempo parece arrastrarse con desesperante lentitud. Cuando Anne está a punto de romperlo, un sonido capta la atención de ambas. Es el móvil de Gaia.

- Es él -aclara, con la voz temblorosa-. Me acaba de mandar un mensaje.

- ¿Pues ábrelo, no?

Gaia parece dudar mientras mira preocupada el móvil. Su mano derecha, con la cual lo sujeta, realiza el mismo movimiento que una fina hoja cuando el viento comienza a soplar.

- Bueno. Allá vamos.

Anne observa con nerviosismo como su amiga pulsa el botón que abre el mensaje. Después de unos segundos eternos, la sonrisa sincera de Gaia vuelve a llenar de oxígeno los pulmones de su acompañante. Sin mediar palabra, acerca el móvil hasta el campo de visión de Anne.

"Hoy tengo mucho trabajo en el bufete, así que me retrasaré un poco.
Te quiero
Te quiero
Te quiero
Te quiero"

Todavía con el mensaje reflejado en sus pupilas, Anne le correponde la sonrisa.

- Te dije que exagerabas.

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Un par de horas más tarde, Gaia, completamente renovada, llega a su casa. Esa dulce tranquilidad recientemente adquirida, le anima a preparar una buena cena de las que le gustan al que lleva siendo su pareja desde hace 5 años.

Poco después de que metiese el asado al horno, oye el sonido de las llaves y el umbral de la puerta da paso a Brian. Gaia se acerca a él, completamente feliz, y lo abraza. El hombre se tensa y ella lo nota, pero lo atribuye a su anterior estado de nerviosismo.

- Me ha encantado el mensaje -le susurra, acercándose levemente a su oído-. Hacía tiempo que no ponías tanto amor en ninguno.

Brian rompe el abrazo y le mira dubitativo. Gaia saca su móvil del bolsillo, busca el mensaje y se lo enseña. Después de unos segundos, Brian se ríe.

- Estos móviles nuevos...

Ahora es Gaia la que le mira sin entender. Él se aproxima a ella, enseñándole su teléfono.

- Son como uno de esos tíos borrachos que te cuenta una historia a las cuatro de la mañana. No para de repetirse.

Ahora, frente los ojos de Gaia, se ve un mensaje diferente. Un mensaje vacío, de compromiso. Con un único te quiero falto de sentimiento al final de la frase. Brian le mira impertérrito.

En ese momento, Gaia se da cuenta de algo más. En la cara interna del cuello de la camisa de su novio, una leve mancha parece cubrise con el fin de esconderse de miradas indiscretas. Una mancha. Roja. Del mismo rojo que se llevan todos los pintalabios de esa temporada. Aunque claro, eso lo sabe por Anne. Porque ella no los usa.

- Voy a ducharme, ha sido un día muy duro.

Brian pasa al lado de la mujer con la que lleva compartiendo los últimos años, al parecer sin percatarse del drástico cambio en su expresión.

La puerta del baño se cierra y el agua de la ducha empieza a correr. Levemente mareada, Gaia consigue acercarse al sofá que está más próximo a ella.

Y sin más, se tumba en él y rompe a llorar.
Aidasu05 de julio de 2016

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