Me dijeron que las palabras originaron la vida.
Descubrí que no. Intuí que no.
Me escondieron la verdad de las presencias escritas.
Descubrí el arte de los ciegos para narrar sus miedos.
El amor y la pasión o son carne o son fluído; jamás
palabra, ni verso, ni poema.
Descubrí ese forma de mentir,
de autoengaño,
de irónico y autosuficiente juego
de vacíos.