Una Vela...
09 de abril de 2012
por albi
Era otro mundo. No había luz tan sólo quedaba una vela para sostener ese pequeño resplandor y ayudar a los demás a avanzar. Ella estaba sola en una esquina en la penumbra y tan sólo veía pasar a la gente por ese camino de su esfuerzo, de su luz. Día tras día, intentaba aguantar la compostura. Cada vez se hacía más pequeña, sus gotas iban cayendo sin piedad mientras la llama iba ganando sitio, pero ella aguantaba era su objetivo, la luz. Todo el mundo pasaba por su lado sin mirar atrás, con desprecio o con pasotismo, la dejaban atrás incluso sabiendo que sin ella, la vela, nadie sería nada
Poco a poco quedaba menos de si, y la luz empezaba a fallar, ya era menos territorio que alcanzaba con su destello. La gente, egoísta de su futuro, encabezó ese miedo a la oscuridad contagiando unos a otros, y se originó el pánico, los chillidos, la agresividad, ya que no se veía esa claridad de antes
Y ella, la vela, seguía aguantando la llama, la poca luz que quedaba. Estaba sola no podía abandonar, se decía ¡no te rindas, no te rindas porque entonces tu tiempo, voluntad no habrá servido para nada!. Pero ella tan solo necesitaba un poco de ayuda, un poco de atención, de cuidado, de mantenimiento
y poco a poco más lloraba, más gotas caían acelerando su caída, porque no podía creer tanto individualismo, avaricia, personalismo por parte de ellos; cuando ella lo estaba dando todo.
Y de repente la luz comenzó a crecer por todo el valle, a ser enorme, llegaba incluso a sitios que no podía alcanzar con la vista, pero no lo entendía ¿cómo? Si su llama era pobre
Entonces es cuando una mano amiga se extendió para recoger lo poco que quedaba de ella, la sostuvo y le ayudó a crecer, dándole lo que a ella le faltaba
No estaba sola había más como ella, portadoras de la luz. Y con toda su fuerza, su energía, generó y aportó junto a las demás su pequeña luminosidad, que sola era poca pero todas juntas eran la llama más grande.
Y la gente viendo que tenía otra vez su luz volvieron a la normalidad de siempre; olvidándose de las velas, del riesgo que ese esfuerzo les conllevaba, y olvidándose que casi se quedaron sin destellos, sin reflejos, sin nada
Y sin mirar atrás siguieron avanzando, egoístas, sirviéndose de una luz que no era suya