Tic tac, tic tac. Suena de fondo el reloj que hay colgado en la pared. Algo de música a la que no le haces caso porque tu mente está invadida de pensamientos.
Pasó algo. Sensaciones que estaban perdidas. Y que de repente un día florecen de nuevo. Así porque sí. Sin razón coherente. Y es entonces cuando te da por pensar. Qué es lo que ha hecho para que te vuelva la inspiración. Qué punto exacto ha tocado. Pero no estás segura. Porque quizás solo fue que la noche lo confundió.
