a Leopoldo M. Panero (D.E.P.)
Del infierno a la tierra
omitiendo el cielo prometido
por la mayoría de los escépticos.
Escribir retazos de sangre o bilis
por el desnudo hecho de sentirse poeta,
o simplemente un ser poco urbano
que menosprecia lo establecido
a golpes de rendijas imperceptibles.
Muere el hombre en días como hoy
y nace el poeta entre las peroratas
de un acabamiento
frecuentado por lo cotidiano.
Del infierno nos queda la sombra,
del cielo sólo una deuda por pagar,
de la poesía compartida y malherida
un verso escrito a imagen y semejanza
de todo lo vivido.