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La Hora MÁs Amarga

Si algo va creciendo de manera sudorosa a medida que el apuro económico se adentra en los corazones de la amplia mayoría de individuos, es la falta de honradez. Ser honrado tal y como anda el mundo, equivale a ser un hombre escogido de entre cien mil, y no sólo hay falta de algo tan básico en los movimientos del día a día, sino también en lo más alto: Caso Urdangarin, Gürtell, Campeón, Palma Arena…, y un etcétera tan largo y patético que da pena y aversión el ser consciente de los tejemanejes de los poderosos, de esas personas que –supuestamente- tienen el deber de dar ejemplo de rectitud, disciplina y honradez. ¿Qué tendrían que pensar las nuevas generaciones al observar todos y cada uno de los casos de corrupción que salpican la piel de toro, piel corroída de un país aparentemente equitativo, justo y, ante todo, democrático? ¿Cómo se pueden tomar este tipo de iniquidades personas humildes que no poseen cartera para llegar a fin de mes, personas mangoneadas por el poder de los bancos, esas mismas entidades a las que se les inyecta millones de euros para que no se pongan chulos, porque si lo hacen, la cosa –al parecer- aún estaría más desgastada? ¿Cómo se le puede explicar a una persona que decide ser honesto, eficaz y sincero que estas cualidades no son válidas para alcanzar un puesto de trabajo, ya que el patrón busca lo contrario, ya que la hipocresía llama a la hipocresía, y se retroalimentan? Aún así, “toda persona honrada prefiere perder el honor antes que la conciencia” (Montaigne), aunque la conciencia social, hoy más que nunca, esté de capa caída, con los calzones por los tobillos y la mirada perdida a causa de la absenta que nos hace beber la inmoralidad. Yo no sé dónde anida la honradez que se perdió, la que aún se está perdiendo; lo que sí sé es que debe volver cuando antes para darle sentido al sin sentido que estamos sobrellevando; así como sé que sería bueno que los dirigentes políticos pusieran en nómina para sacar al país de la crisis a poetas y filósofos, ese tipo de personas que residen en la cuna del olvido, pero que serían muy eficaces a la hora de darle prestigio a las diversas Instituciones que “dirigen” esta nación de molletes corroídos por la gula de los buitres. Porque puede que ahora no nos importe tener que dar explicaciones a la hora de malversar, estafar o ningunear a nuestro vecino, mas, tal y como aclaraba el gran poeta Pablo Neruda: “Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y esa, sólo esa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas”. Y si creemos que la dicha hora va a ser amarga, no estaría de más ir haciendo acto de conciencia.
Alexandervortice28 de febrero de 2012

1 Comentarios

  • Indigo

    Esclarecedor escrito. La honradez parece destinada a conservarce solo en la memoria del diccionario, la corrupción, un hecho que prospera lamentablemente en todos los ámbitos.
    Saludos.

    28/02/12 05:02

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