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Polvo y Sombras

Alumbrar oscuridades nunca ha sido una tarea fácil para el hombre que no desea cambiar las cosas. Caminar por las avenidas de la existencia teniendo como pilar básico el honor y la sinceridad es algo que no está nada de moda, tal vez porque cuesta demasiado darnos a conocer tal y como somos realmente. No está de moda coleccionar crepúsculos y amaneceres, o besos flamantes que podríamos ir añadiendo a los días lóbregos que estamos padeciendo, y así, gracias a ellos, darle sentido al sin sentido capitalista que nos ambicionan vender desde hace tantos años, aseverándonos que todo es relativo y que poseer confianza en las personas con las que coexistimos es digno de majaderos (es mejor tener esperanza en un teléfono móvil de última generación, que no te hace la comida, cierto, pero que te conecta prontamente con tus amigos cibernéticos del Facebook). Es absurdo recorrer templos en busca de luz paradisíaca si no hay un poquito de fe y albor en nuestro interior; es un suicidio –me aseguran- colocar el corazón sobre la mesa del enamoramiento, ya que vivimos tiempos opacos donde la honradez es moneda de cambio, es una manera incívica de embaucar al populacho, y el que busca enamorarse corre el riesgo de ser correspondido por una persona que, a palo seco, “se enamora” a golpes de cartera llena, rebosante, y complacencias poco duraderas que son escuchadas a altas horas de la madrugada en forma de tremebundos gemidos; mas, pese a las oscuridades que nos ciernen con sus manos de viscosa decadencia, estaría bien sacar a bolsazos a los políticos corruptos de las entidades públicas, sería un placer mirar fijamente con ojos sangrientos y envenenados a todas esas personas que hacen de este mundo un lugar empobrecido, personas –por llamarlas de alguna manera- que sólo procuran el mal común, el beneficio propio. Sería maravilloso negar la evidencia a golpes de altruismo, de condescendencia, y llevar gravada en las sienes esa frase que aclara: “Es necesario esperar, aunque la esperanza haya de verse siempre frustrada, pues la esperanza misma constituye una dicha, y sus fracasos, por frecuentes que sean, son menos horribles que su extinción”. Alumbrar oscuridades no es tarea fácil, nunca lo ha sido, más en estos momentos de la historia. Pero si no lo hacemos, si exclusivamente alimentamos nuestros egos y mutilamos nuestra esperanza y las esperanzas de los individuos nos rodean, más pronto que tarde caeremos en la cuenta de que no somos más que polvo y sombras que se dirigen hacia un lugar sombrío llamado comúnmente “Olvido”.
Alexandervortice12 de abril de 2011

2 Comentarios

  • Grekosay

    Saludos:
    Hemos alcanzado la plenitud de lo "siniestro". Ese extremo, en el que convivimos con la idea de complacencia en al amor, o la presencia...tiene, como bien comenta, una cierta tendencia a ser relativa. Lo humano jamás se sostuvo sobre ideas que pusieran por delante el ingenio para amar y la constancia para convertirlo en poema eterno.
    Muchas gracias por tu comentario. Saludos.

    12/04/11 03:04

  • Indigo

    Hay cierto temor a abandonar las taras, reina la banalidad y el facilismo, soy del parecer de observar un amplio panorama de bondades que permanece velado a muchos...es dar un giro a tanta basura, invade el miedo al cambio y más si se percibe, como debe ser, cambio radical, de otro modo considero que vamos a la destrucción .
    Saludos amigo por tan claros pensamientos.

    19/04/11 07:04

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