el despertar de este día que por años fue motivo de celebraciones, sonrisas regalos y porque no decir no siempre fue el mejor festejo, en fin de cuenta siempre había la emoción de compartir con los seres queridos. Pero en nuestra fragilidad de la vida solo necesitamos ese preciso segundo, centésima de segundo y ver como ese cumple ya no volverá hacerse realidad.
Sin apagar las velas, ese día pasa a ser un frío corporal unos ojos vidriosos o simplemente un te extraño, solo quedan esos recuerdos que no sé si nos llenan o nos desesperan de impotencia. La vida me arrebato ese brindis de champán que solía chocar con tu copa para crear ese sonido campanal, esas noches mientras conversaba con amigos mi mirada te buscaba para verte lo feliz y sonriente estabas en tu celebración.
Como esa última vez que apagaste las velas., fui a encender la luz del living y allí estabas sentado frente a tu rica torta y nuestras miradas se juntaron sin saber esa seria la última vez que compartiría ese momento. Hoy al encender esa luz solo hay un silencio ya no estas.
Me quedo con todo y con nada, lleno y vacío. Encendiendo y pagando la luz de los momentos.
