Escribir sobre ti es como darte la importancia que jamás quise darte.
Has aparecido dando bandazos otra vez, cuando pensaba que ya te habías ido.
Me estremezco solo al oír tu nombre. Intento negarlo, pero sonrío cuando hablo contigo y eso me mata. No voy a negarlo, haces que en mi corazón retumben chispas de fuego. Fuego como aquel que un día creí que teníamos, por que si, tu me lo hiciste creer. Supongo que la inocencia de mi mirada te dejó vía libre para deleitarme con tus mentiras par acabar huyendo.
Me embarqué en tus palabras, me dejé guiar por tu experiencia. Fueron tus labios los que en un suspiro se ganaron mis ganas de revolver el mundo, de revolverlo por ti.
No debí creerme nada, olvide que eras el mejor maestro de ilusiones. Me olvide que antes de amar preferías tocar las puertas de la muerte. Prometo que me olvidé.
Siempre he creído que hay que destrozar para crear, llorar para poder reír, caer para poder levantarte, y romperte en pedazos para hacerte más fuerte. Pero no, no te daré el placer de decirte que lograste hacer de mi mil pedazos, por que no, no lo conseguiste. Me dejé llevar por la oscuridad de tu recuerdo, me dejé guiar por lo que creí y no por lo que fue.
Así que, sin ser una despedida, estoy aquí, escribiendo sobre ti aunque me duelas, o me hayas dolido. Escribiendo para sacar de mi lo que tu dejaste en proceso, lo que tu no tuviste el valor de saber acabar.
R.Maya
