¿Has descubierto el misterio que encierra la mujer?
La poesía encarnada, llena de sutilezas y enigmas
Llega a ti, pretendiendo entregarse como la ola en el mar
Impulsada por el viento, llena de contenido, con paz
Al llegar su espuma sobre la arena, produce sensual seducción
Hasta sentirla de pie, dejando sus huellas
Sin mediar palabra te permite que escuches su melodía
Capaz de restaurar tus males
capaz de resolver tus penas
Desnuda se ve viva, fértil, inagotable como las gotas en el océano
Misterio de mujer
su esencia dispuesta a abrigarte
Sus ojos abiertos a la vida dispuestos a iluminar tu alma adormecida
Sus oídos tímidos anhelando escuchar el silencio de luna
Sus labios preparados para quedarse como un sello
Sus manos cubriendo detalles que te invitan a aproximarte
¿Cuántas veces te has preguntado por qué con ella te vuelves vulnerable?
¿Te has preguntado... por qué su pecho para ti es el mejor regazo?
Seguramente en sus brazos te sientes realmente amado.
¿Cómo hace para amarte tanto
así de imperfecto, alegre u ofuscado?
Has pensado las veces que su amor busca una excusa
para que te marches perdonado
Entonces su corazón se vuelve arcano, tan solo por el sentimiento que le despiertas, pretende que nadie te juzgue y sale con su mejor coraza a defenderte
No le temas al enigma que despierta su naturaleza
déjate guiar
sumérgete en ella
Confíale los pasos de tus días y construye para ella una mecedora de flores,
donde compita en aroma y sutileza con los múltiples capullos soñadores.
Tocala, y evítale el temor se verse sola,
rodeada solamente de susurros;
necesita mañanas con jazmines y amapolas, tardes de vuelvo en cielo esperanzador...
noches, de las más benditas y completas.
¿Sabes que te toma en los respiros que su vientre dibuja
para decirte al oído las canciones de placer, ternura y alivio?
No la dejes bajar la cabeza ante la ingenuidad
con que muchas veces ve irse tu corazón.
Es la mujer la misteriosa esbeltez de la lluvia, el peso de un ala sin sol.
Ella, tan ajena de su propio sentimiento,
tan conciente de su dolor, pero incapaz de negarte una palabra,
acostumbrada a dejar en un instante la forma de su alma, flor.
Andrea Del Mar-Lya-Alumine