¿Te acuerdas de cuando eramos pequeños? Cuando nada importaba y no había razón para dejar de sonreir. Cuando tú mayor preocupación era saber que sabor de helado escoger y solo querías montarte en los columpios y dejarte llevar. Cuando todo tenía solución y no había problemas, con decir una vez "mamá" ya se solucionaban las cosas. Cuando tus únicos deberes eran divertirte y tal vez poner la mesa y no pintar las paredes. Cuando tus obligaciones eran reirte y no dejar de hacerlo. Cuando tu único problema era haberte salido de las rayas en un dibujo. Cuando si pintabas un árbol rosa y azul no importaba, era normal. Cuando hacer amigos era tan sencillo como decirle a alguien " ¿Quieres ser mi amigo? ". Cuando un para siempre duraba eternamente y un adiós era eterno. Cuando las promesas se cumplían y todo iba bien. Cuando ningún bache se ponía en tu camino y si lo hacía lo saltabas demostrando que tenías en tu mano el mundo. Cuando eramos ingenuos y nos creíamos muchas cosas, el ratoncito pérez, los reyes magos, cosas tan mágicas y reales que nunca pensamos que fueran falsas. Cuando todo era simple, sencillo. Cuando tu mayor meta era hacer el castillo de arena más grande o el dibujo más bonito. Cuando todo era reir, sonreir y ser feliz.

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