Éxtasis, sublime, quemaba dentro de mi,
respire tu aliento a través de mis poros,
mi ser te aclamaba.
En el mismísimo paraíso,
subimos a lo mas alto.
Nuestros cuerpos se transformaron en el complemento perfecto.
El tiempo deshilachado en eternidad y no existía tal gravedad capaz de hacernos bajar de tan alto umbral
locura y placer.
Nuestra pasión aquella que parecía agua fluyendo de un manantial absorbido por su mismo fuego.
Amor, al exhalar la excitación semejante a vientos huracanados arrebatándolo todo a su paso.
Tus ojos veían lo profundo del alma entre el deleite
que brotaba al deshacernos en sabanas de seda
que encubrían nuestra complicidad como testigos fieles de un verdadero amor.